La mencionada sala se encuentra ubicada en planta baja sobre el frente de la usina y cuenta con una superficie de alrededor de 200 metros cuadrados. Un estudio efectuado por especialistas del Departamento de Geología de la Universidad Nacional del Sur certificó que este espacio puntual de la usina no presenta materiales que contengan asbesto. Por lo que la obra a encarar consistirá, en primer lugar, en aislar este recinto del resto del edificio, y en realizar una limpieza de acuerdo con los protocolos de seguridad sobre el tema, para avanzar luego en su acondicionamiento, sin alterar ninguna de las características propias de una arquitectura patrimonial.
Marcela Sainz aseguró que se trata de la primera acción de mejora de una arquitectura emblemática del paisaje portuario, desde su desguace en 1997. En tal sentido forma parte de un proceso de progresiva recuperación del predio que comenzó en 2002, con la restauración del taller de mantenimiento, en el que se inauguró FerroWhite en el año 2004. Continuó con la puesta en valor de la casa del jefe de planta, convertida a partir de fines de 2005 en el café La Casa del Espía; y con la regeneración del parque de la usina, área que busca extenderse ahora a partir de la constitución de La Rambla de Arrieta como un paseo público con vista al canal principal del Estuario de Bahía Blanca.
La iniciativa, encarada junto a la Asociación Amigos del Castillo, cuenta con el apoyo, ganado en concurso, del Fondo Argentino de Desarrollo Cultural y del programa “Puntos de cultura” de la Secretaría de Cultura de la Nación, así como de la Fundación Cargill, y busca integrar ambos espacios a la dinámica del museo taller Ferrowhite, institución cuya dinámica de trabajo comunitario es reconocida a nivel nacional.