Todos los domingos en general sucede igual, la cercanía del regreso a la rutina y la certeza de que el descanso terminó provocan un malestar indescriptible. Un nudo en el estómago, ansiedad, problemas para dormir o simplemente mal humor son la forma en la que el cuerpo manifiesta su descontento. Y, al abrir los ojos el lunes a la mañana, el peso de toda la semana que falta se puede sentir como si fuera real.
Incluso un reciente estudio, publicado en el American Heart Journal, detectó que el lunes es el día en el que se producen más infartos de miocardio (IAM). La investigación -que se centró en más de 156 mil pacientes de Suecia que sufrieron un IAM entre 2006 y 2013- reveló que evidentemente hay momentos donde el riesgo cardíaco aumenta. En Argentina en ocasiones específicas, como en Navidad o Año Nuevo, los picos de estrés también crecen, potenciando las insuficiencias cardíacas.
“El estrés emocional siempre está presente, como cuando juegan River y Boca, en el que también hay más infartos”, ejemplificó a Infobae Carlos Reguera, médico cardiólogo y jefe del Departamento de Medicina Preventiva y Cardiología de INEBA. Además, indicó que existe una razón médica ya que “por la mañana aumenta el cortisol, la adrenalina y la noradrenalina (hormonas que favorecen los mecanismos de coagulación y agregación plaquetaria)”.
Pero fuera del riesgo cardíaco, el estrés laboral es un problema recurrente al principio de la semana y puede impactar de manera muy negativa en la salud mental. Para Catherine Aliotta, presidenta de la Cámara Sindical de Sofrología y directora del Instituto de Formación en Sofrología en París, este es el “síndrome” de los lunes a la mañana.
Si bien Aliotta explica que no hay razones para que el lunes no sean un gran día también, este tipo de angustia afecta a la gran mayoría de trabajadores del mundo. El 61 por ciento dicen que, en efecto, se sienten estresados el domingo por la noche, según un sondeo realizado por la web de empleo Monster. Un estrés que, en teoría, también afecta al descanso nocturno y suma el cansancio propio de haber pasado una mala noche. Entonces, teniendo en cuenta que este malestar alcanza a practicamente todos por igual, lo importante es aprender a combatirlo.
El mal humor, la pérdida de energía, la sensación de irritabilidad o ansiedad son los síntomas que llevan a los empleados a ir al trabajo de mala gana. “Y aunque esa aprensión tienda a desaparecer una vez instalados en el puesto de trabajo, resurge a la semana siguiente”, explicó la especialista. “Evidentemente, alejarse del confort y los festejos del fin de semana para comenzar una semana nueva de trabajo no es asunto fácil. Cuando la ruptura entre estos dos ‘mundos’ se hace demasiado palpable, el peso de lo que viene es demasiado, al igual que la alegría de los viernes por la tarde”.
Algunas personas se molestan pensando en las tareas que tendrán que realizar a lo largo de la semana o no se sienten con las fuerzas suficientes para afrontar los desafíos profesionales que llegan. Ahora bien, si a eso se suman problemas personas o una presión profesional particular, puede que la sensación de pesadez sea mayor. “El bajón de comienzos de semana también afecta a los trabajadores que se sienten desmotivados o frustrados profesionalmente”, señaló Aliotta.
La clave: motivación profesional
“Cuando la vuelta a la vida profesional se transforma en una aversión real, es necesario plantear las preguntas correctas: ¿me convienen esas condiciones de trabajo? ¿Me siguen gustando mis tareas? ¿Tengo problemas con mis compañeros o con mis jefes? ¿El trabajo que desempeño se ajusta a mis valores?”, destacó Catherine Aliotta.
Según ella las respuestas a estas preguntas permitirán poner en marcha las acciones necesarias para la evolución profesional o para encontrarle un nuevo sentido a la actividad. Si hay alguna respuesta que no puede darse de forma definitiva, también es útil mirar el lunes desde una perspectiva diferente.
Pensar los lunes de otra manera
“Es cierto que el lunes marca la vuelta a las obligaciones profesionales, pero no sólo eso”, indicó Aliotta. “Marca también el principio de una nueva semana, llena de experiencias enriquecedoras tanto en el plano personal como profesional. Puede ser que al principio resulte difícil integrar esta filosofía”.
Una de las mejores formas de hacerlo es crear nuevas experiencias los lunes: salir a comer, una actividad deportiva, ir al cine, a un espectáculo musical o artístico o simplemente un paseo por una plaza. Un plan atrapante y divertido puede ser la forma de transformar un dia duro en un momento ansiado.
“La idea sería hacer del lunes una jornada de transición hacia la vida profesional con un horario en fases: un tiempo dedicado a las obligaciones profesionales (evitando sobrecargarse de forma desmesurada) y un tiempo que prolongaría un poco los festejos del fin de semana”, dijo la experta..
Cambiar de perspectiva es una actitud que también podría adoptarse con respecto al puesto de trabajo en sí. “Aunque tu empleo actual esté todavía lejos de tus aspiraciones, seguro que conlleva aspectos positivos que merece tener en cuenta”, aconsejó. “Encontrar sentido a nuestra tarea diaria ayuda a afrontar mejor las dificultades asociadas”. Ahora bien, si la ansiedad no se difumina, puede ser útil iniciar una terapia dirigida a la gestión del estrés, de la angustia e incluso de las fobias.
Fuente: Infobae