Entre el martes y el miércoles, el Banco Popular de China tomó la decisión de depreciar el yuan aproximadamente un 3,5% con respecto al dólar. De esta forma, en tan sólo algunas horas, se produjo un cambio en el precio de adquisición de la moneda estadounidense; de abonar 6,1162 yuanes por un dólar, se pasó a 6,44 yuanes.
La resolución se ha tomado a raíz de diversos factores. El Banco esgrime la necesidad de acercar el valor real de la moneda, especificarlo y fijarlo. Las crisis posteriores al 2008 trajeron aparejada una devaluación del Yen japonés y del Euro, lo que significó, paralelamente, una revalorización del Yuan. De esta forma, la devaluación del Banco Popular de China logra generar una actualización del valor de su moneda. Si al mismo tiempo le sumamos que las exportaciones chinas sufrieron una baja de un 8,3% interanual (de Julio del 2014 al mismo mes del 2015), la devaluación sirve el propósito de impulsar a la exportación de la manufactura nacional, mediante el abaratamiento internacional de sus productos.
A través de esta determinación económica, China intenta restaurar cierta paridad con el euro y el yen, retomar los niveles de exportación y continuar con el crecimiento económico, el cual había menguado en los últimos años.
A su vez, esta medida devino en múltiples consecuencias: el yuan tomó el menor precio registrado de los últimos tres años y, también, contribuyó a una creciente inestabilidad en los mercados internacionales (generando la caída de bolsas de grandes empresas como Apple y arrastrando a la baja al petróleo). Pero, ¿cuáles son las implicancias para Argentina de este suceso?
Es sabido que, en los últimos años, las relaciones bilaterales entre Argentina y China se han fortalecido a través de diversos acuerdos. Uno de los más relevantes es el swap iniciado en Octubre del 2014, en el cual la China otorgó al Banco Central de la República Argentina (BCRA) un monto equivalente a 814 millones de dólares, en la moneda china, lo que equivale a cerca de un 25% de la reservas nacionales. La devaluación del yuan podría, en principio significar una pérdida significativa del valor de las reservas nacionales.
Sin embargo, Alejandro Vanoli, presidente del BCRA, aseguró que no existe peligro para las reservas nacionales ya que, según sus palabras, la devaluación del yuan no afecta patrimonialmente al BCRA porque los activos en dicha moneda están perfectamente calzados con los pasivos”, lo que puede significar que existan garantías y contratos para mantener los montos del swap fijos en dólares.
Más allá del impacto que tenga en las reservas nacionales, el desempeño que tenga la nación oriental repercutirá en los niveles de comercio que mantenemos con el país. Pasando por alto los contratos firmados en abril del corriente año, si la política devaluatoria de China no logra recuperar los niveles de exportación y crecimiento, puede significar una disminución de nuestras exportaciones hacia oriente.
La gran industria china, denominada “la fábrica del mundo” está orientada hacia una producción exportadora, por lo que la alarma sobre una reducción de las exportaciones en el último año no debería ser tomada a la ligera. Dicha disminución puede conducir a una contracción en el nivel de la actividad, ligado a un menor nivel de consumo y, muy probablemente, a las importaciones de alimentos.
Esto llevaría a una reducción considerable del volumen de las exportaciones argentinas -que encuentran mayoritariamente su destino en la República China- y de los precios internacionales de los mismos, impactando, en un mediano plazo, negativamente a nuestra balanza de pagos. De esta forma, es lógico pensar que la situación económica de nuestro principal aliado comercial, fuera de latinoamérica, tendrá su impacto en nuestra economía de forma directa, más allá si el stock de reservas nacionales medidas en dólares sube o baja.
La estrategia industrial china siempre estuvo volcada a una competencia vía precios, es decir, a atraer inversión extranjera en producción debido a sus bajos costos, sobre todo en mano de obra. Como dijimos, la devaluación del yuan cumple esta lógica al abaratar la producción china en el resto del mundo. Si esto funciona, las perspectivas de recuperación del país son buenas, sobre todo teniendo en cuenta que el gran superávit comercial que tuvo China aproximadamente desde la salida del régimen comunista posibilitó la acumulación de una gran masa de reservas, lo que permitiría financiar, de ser necesario, un déficit comercial durante algún lapso de tiempo.
En conclusión, la devaluación del yuan podría tocar el poder de compras de nuestras reservas (dependiendo si nuestras importaciones son, en proporción, de origen chino o no) en un corto plazo, pero la situación económica de China impactará de una forma más contundente en el mediano o largo plazo si dicho país no logra recuperar su nivel de actividad en los próximos meses.
Fuente: Infobae.