Con la satisfacción de haber puesto en escena su faceta artística en un encuentro de nivel nacional e internacional, la whitense Carla Castilla, quien desde hace un par de años se desempeña como estatua viviente, expresó las sensaciones que genera esta actividad, en la 122ª entrega de IngenieroWhite.Com, por La Brújula 24.
“Estoy feliz de haber participado el fin de semana pasado en el Tercer Encuentro Nacional de Estatuas Vivientes, en Olavarría. Fueron dos días hermosos, con mucha convocatoria, y pude quedar seleccionada junto a otros 10 artistas del país, incluido dos participantes de Chile y Cuba. Uno aprovecha estos eventos para compartir y aprender cosas nuevas”, comentó Carla.
“Tuve la satisfacción de conseguir el 2do premio, ya que este evento fue un encuentro-concurso, en el cual cada artista recibe un pago por su trabajo y, a la vez, el público tiene la opción de elegir a su estatua favorita”, amplió.
–¿Cómo fue tu formación artística para llegar a este punto?
–Luego de mi paso por el Jardín 905 y los colegios Sarmiento y Mosconi, a los 14 años empecé a ir al teatro de White a tomar mis primeras clases, con Giselle Maisterrena y Gonzalo Cenizo, quienes dictaban un taller. Yo siento que el estatuismo es una forma de hacer teatro y en mi formación fue muy importante Mariela Olivera, una gran actriz y docente.
“La producción, indagar en colores y maquillajes, la quietud, son algunos de los temas más interesantes. Desde dónde nace el movimiento, los aspectos corporales, se tiene en cuenta todo. Hace dos años que estoy en la actividad y, antes de esta experiencia en Olavarría, tuve la chance de quedar seleccionada para ir a Mendoza y convocada a un evento empresarial en Comodoro Rivadavia”, agregó.
–¿Qué características forman parte de tu oferta artística?
–A simple vista soy un árbol, que tiene una peluca con ramas y colores asociados a la naturaleza, como marrones, verdes y amarillos. En esa último concurso, los artistas se dividían en clásicas y de performance. Las primeras son estatuas con 2/3 movimientos con una secuancia repetitiva, mientras que en performance se trabaja desde lo visual, con movimientos e interactuando con el público; cada persona es un mundo aparte.
“La gente es simpática, hace chistes y los acepto, me río. En Bahía, uno encuentra gente amable y es hermoso estar en la calle. No existe la aislación mental, es presencia continua y completa”, remarcó Castillo.
–Por último, ¿qué rasgos de White te han marcado en tu vida?
–Si bien no vivo en la localidad, vuelvo todo el tiempo. White está un poco distinto, pero se lo sigue queriendo. La placita del tren, el monumento de los bomberos, son algunas postales y recuerdos que uno tiene de haber pasado tantas horas tomando mate y teniendo charlas con su familia y amigos.