Se trata del grupo Amaggi, cuyo propietario es el denominado “rey de la soja brasileño”. LLega de la mano del banco de inversión BTG-Pactual.
Hace rato que los brasileños pusieron un pie en múltiples sectores económicos de la Argentina, desde la carne al cemento. La novedad es que ahora hay importantes jugadores de ese país en el principal negocio del país, la exportación de granos y subproductos agrícolas, el rubro que aporta la mitad de las divisas que ingresan aquí.
La presencia brasileña es todavía muy tímida en una actividad dominada por colosos globales como Cargill, Bunge, Dreyfus u otra recién llegada, la estatal china Cofco (que adquirió Nidera y Noble). Pero hay dos empresas de ese origen que en los últimos meses operan activamente como “traders” y tienen espalda suficiente como para hacerle frente a cualquiera a mediano plazo: Amaggi y BTG Pactual.
Amaggi es la razón social que eligió el poderoso grupo agroindustrial brasileño André Maggi para operar en la Argentina. La historia de esa firma es simpática: André era un esmerado productor de Paraná, la mejor zona agrícola de Brasil, que en los ochenta decidió probar suerte en Matto Grosso. Le fue bastante mal hasta que la soja irrumpió en aquella región tropical y convirtió a Brasil en el segundo productor mundial, detrás de EE.UU. y delante de Argentina.
Hoy Maggi es el mayor conglomerado agrícola de su país, con 240 mil hectáreas, una flota gigante de barcazas que surca el Amazonas, puertos, aceiteras y hasta filiales en países europeos. Aquí desembarcó en 2013 y ya exporta cerca del 1,5% del total de los granos, unas 1,2 millones de toneladas.
El caso de BTG Pactual es diferente, porque se trata de un enorme banco de inversiones con sede en San Pablo, que maneja activos por 218 mil millones de Reales y tiene presencia en 20 países. Hace dos años tomó la decisión de ingresar al negocio de los commodities y de inmediato comenzó los trámites para armar una oficina en Buenos Aires. Desde hace pocas semanas recibe permisos de exportación (ROE) por grandes cantidades de aceite de soja, que venderá a clientes propios de Asia y Europa.
Por ahora, esta avanzada brasileña en el negocio agrícola no ha venido con grandes inversiones bajo el brazo. Todo lo contrario, en ambos casos se trata de planteles profesionales reducidos y altamente especializados, que operan cerrando operaciones con compradores de otros puntos del planeta. En ambos esquemas los granos necesarios para exportar son comprados a corredores, productores grandes o acopios. Inicialmente Amaggi trató de producir algo a nivel local, pero fue justo cuando el modelo de arrendamiento comenzó a declinar y empezaron a desarmarse muchos pooles de siembra.
Sin más estructura, las traders brasileñas tienen acuerdos de producción con aceiteras locales como Molinos Río o Vicentín, y elevan sus cargas en terminales ajenas, como ACA de Necochea y CAGSA en Las Palmas. Pero también pueden recurrir a Cargill, la principal exportadora del país.
Como buen banco de inversión, BTG Pactual apunta a los negocios de nicho en soja, que dejen buenos márgenes. Se cubren en los mercados de futuros y se hasta actúan como financistas de los productores y fábricas con los que firman acuerdos. Más terrenal, los planes de Amaggi son sentar bases más sólidas y hasta levantar un puerto propio. Como buenos brasileños, aspiran a duplicar su volumen de negocios en un tiempo corto.
Fuente: Clarin