Luego de la gran obra de reparación y modernización del “Irízar” desde que sucedió el incendio en el 2007, la embarcación realizó tres navegaciones para verificar sistemas, equipos y motores que le permitirán concretar las pruebas de mar y hielo como lo exige el protocolo.
La primera navegación fue en abril de este año 2017 cuando se puso en servicio su planta propulsora y se movieron por primera vez las hélices y el timón. La segunda transcurrió en el mes de julio, recorrido que trajo al buque a un dique de carena del Arsenal Naval Puerto Belgrano donde se completó carenado; se hizo mantenimiento general del casco; mediciones en la línea de eje y timón; recorrido de válvulas de casco y recorrido del sistema de burbujeo que emplea la embarcación para romper el hielo.
La tercera singladura, en tanto, finalizó con el regreso del rompehielos al Astillero TANDANOR en Buenos Aires, el 14 de agosto. Durante la navegación se continuó con el adiestramiento de la dotación, un centenar de marinos –varones y mujeres de todas las provincias argentinas—entre los que se encuentran la bioquímica mendocina Guillermina Maglione, el Guardiamarina oriundo de Puerto Belgrano, Santiago Del Pino y la Cabo Malena Salas, de Jujuy, con quienes Gaceta Marinera conversó.
Para Guillermina Maglione, el “Irízar” es su primer destino naval de embarco, es decir, por primera vez es parte de la dotación habitual de un buque, aunque a lo largo de sus 7 años de carrera navegó en otras unidades de la Flota de Mar. “Ingresé a la Armada en el 2010 y quizás tenga la oportunidad de conocer la Antártida a bordo de este buque; gracias a la Armada conocí muchos lugares, entre ellos, la Isla de los Estados donde ejercemos soberanía y muy pocos conocen”.
El primer destino de la Teniente Maglione fue el Hospital Naval Ushuaia, luego estuvo en el Hospital Naval “Cirujano Mayor Pedro Mallo” de Buenos Aires; prestó servicios en el Cuartel General del Estado Mayor General de la Armada; “y ahora me encuentro en el rompehielos ‘Almirante Irizar’ muy contenta porque es mi primer destino en el que navego y me encanta, no me costó acostumbrarme”, dijo la Teniente quien conoció la Armada a través de su mamá, que es personal civil.
“Decidí ingresar a la Marina por todas las oportunidades que te brinda además de las laborales”, enfatizó Guillermina. Actualmente su familia vive en Córdoba donde ella creció, “vuelvo a ver a mis viejos, mis sobrinos y amigas que extraño”, concluyó.
Malena Ayelén Salas es Cabo Segundo Servicios, tiene 22 años y es oriunda de Jujuy. Su mayor motivación al ingresar en la Fuerza era ser independiente, “desde que me recibí me gusta mantener mi casa y mis cosas. Tenía 17 años cuando por una página de Internet descubrí a la Armada”, contó.
Pasaron 4 años y hoy se encuentra en el rompehielos y también es para ella la primera vez que se encuentra embarcada, “este buque es inmenso, muy cómodo y ojalá podamos ir a la Antártida pronto; tengo muchas ganas de conocer el continente. Nunca imaginé que la Armada llegaba hasta la Antártida con sus buques y estoy muy contenta y entusiasmada”.
Su familia está en Jujuy, padres y hermanos menores, a quienes Malena extraña mucho, sin embargo manifestó: “Nunca, desde mi ingreso, me sentí sola, todos están para ayudarte y es lo que más me gusta de la Armada, el gran compañerismo que existe y la oportunidad de conocer personas de todas las provincias”. A Jujuy, la Cabo Salas vuelve en las licencias y la esperan con una comida típica que a ella le encanta: el locro hecho por su abuela.
“Es una gran satisfacción para mí ser parte de la tripulación de esta embarcación y lo vivo con mucho orgullo”, destacó, por su parte, el Guardiamarina Santiago Del Pino y agregó, “en las navegaciones uno aprende a formarse en el mar y aprovecho al máximo la experiencia cuando lo hacemos”.
Santiago nació y creció en Puerto Belgrano, muy ligado a la Armada Argentina ya que su papá es marino y le transmitió desde chico muchas historias navales, “pero quise tener la posibilidad de vivirlas personalmente. Con mi papá navegué muchas veces antes de ingresar en el 2010 a la Escuela Naval Militar y en una oportunidad lo hicimos a bordo de este buque; así me convenció que esta carrera era mi mejor opción”, sonrió.
“En realidad mi familia me dijo que cualquier carrera que uno haga es digna y que eligiera la que más me gustara; es así que desde el primer día me apoyan en la elección de la Armada”, afirmó. “Como marino te vas acostumbrando a estar lejos de tu familia y tu ciudad, pero siempre las tengo muy presentes donde vaya.”
Uno de sus objetivos personales es poder trabajar en el continente blanco, “estar de pase aquí, destinado en el ‘Irizar’, es una gran proyección para poder viajar a la Antártida”, concluyó Santiago Del Pino quien transita su segundo año como Guardiamarina en la Armada Argentina.
Un rompehielos de vanguardia
Durante los próximos días, ya en Buenos Aires, el “Almirante Irizar” continuará con las pruebas de sistemas, equipos y motores para llevar a cabo, más adelante, las pruebas de mar y hielo donde el buque navegará por bordes y panes de hielo, con el fin de probar su comportamiento en el mismo y su capacidad para romperlo.
Tras el proceso de reconstrucción y modernización, el “Irízar” se convirtió en un rompehielos único en el hemisferio Sur: incorporó tecnología de última generación; duplicó su capacidad de transporte de Gas Oil Antártico (GOA); e incrementó en un 600 por ciento la cantidad de espacio dedicado a la investigación científica, contando con 13 laboratorios para este quehacer. El buque también cuenta con un Departamento de Sanidad con quirófano, sala de terapia intensiva, terapia intermedia, sala de internación y laboratorios de bioquímica y odontología.
Se han renovado los alojamientos y potenciado su calidad y capacidad. Acorde a este incremento se adecuaron todos los sistemas auxiliares necesarios incluyendo la climatización, cámaras frigoríficas, cocina, destiladores de agua potable, plantas de tratamientos de residuos y sistema de descongelamiento de la pista de aterrizaje, además de adquirirse 4 lanchas de abandono, grúas de 16 toneladas y 6 balsas salvavidas.
Fuente: Gaceta Marinera