El tipo de cambio libre se convirtió en las últimas semanas en una especie de olla a presión para la economía argentina. Con la actividad llevada casi a cero por la cuarentena, los efectos todavía son latentes, pero los economistas ya advierten sobre el impacto que la brecha cambiaria, la diferencia entre las cotizaciones oficiales y alternativas, tendrá sobre precios, actividad, importaciones y exportaciones.
Que las últimas medidas que tomó el Banco Central -junto con la Comisión Nacional de Valores y la Unidad de Información Financiera- apuntaran al dólar MEP y al contado con liquidación (CCL), los tipos de cambio a los que se accede a través de la compraventa de activos financieros, no fue casualidad. A esta altura, superior al 70%, la brecha no es más inocua, dicen los economistas.
A precios de ayer, el oficial minorista cerró a $69,66 ($90,56 con el 30% del impuesto PAIS); el MEP, a $119,31; el CCL, a $121,96 y el blue, a $127. “El nivel de brecha cambiaria es relevante, y cuán extendida en el tiempo también: hay determinados niveles que hacen que se paralicen todas las operaciones al tipo de cambio oficial y todos los operadores piensen en los tipos de cambio alternativos”, explica Esteban Domecq, director de Invecq. El ruido todavía no es tan fuerte, pero el riesgo existe.
El primer gran impacto que ven los economistas es sobre precios, aunque tardará en manifestarse, al menos hasta que la economía vuelva a arrancar. “Es una señal de precio del precio más importante de la economía argentina, el dólar”, añade Domecq, lo que lleva a que todos los actores especulen con una posible devaluación del oficial y así haya una mayor presión inflacionaria.
Por el momento, advierte Marina Dal Poggetto, directora de Eco Go, en el corto plazo este pasaje del tipo de cambio libre a los precios no se va a verificar. “Pero cuando la cuarentena se levante y te quede la emisión de pesos que se realizó para cubrir el agujero fiscal de las medidas, no es tan evidente que el impacto inflacionario sea el mismo: hay riesgo de que se dispare”, advierte.
En el mismo sentido, para la economista también podría verse afectado el nivel de actividad, que ahora está más definido por el cierre de la economía. “Si se normaliza la economía, la brecha tiene efecto sobre las señales de precios y sobre los costos de las empresas; en el fondo, es una referencia”, sintetiza.
Importaciones y exportaciones
El efecto de la brecha tiene dos caras en el comercio internacional, según la mire un importador o un exportador. En el primer caso, cuanto más crezca la diferencia entre los tipos de cambio más se acelerarán las importaciones ante el temor de una posible devaluación para que el oficial recupere.
Hay un riesgo subrepticio que, por el momento, debería estar controlado. Como el Banco Central ajustó el cepo, hoy las compañías que compren CCL o MEP deben esperar 30 días de corrido para acceder a las divisas en la plaza oficial. Las empresas importadoras deberían poder hacerse del tipo de cambio oficial, pero con un permiso.
Para Diego Martínez Burzaco, economista de Inversor Global, eso hace que la persistencia de la valuación de las importaciones al tipo de cambio oficial dependa de la agilidad de los permisos, de que no haya discrecionalidad y que haya una política bien clara de la administración de las reservas internacionales. “El razonamiento es que si un importador no tiene los dólares suficientes del mercado oficial, va a tener que ir al mercado financiero, y eso se terminará trasladando a costos”, detalla.
Por el lado de las exportaciones, explica Gabriel Caamaño, de la consultora Ledesma, “puede hacer que un exportador venda menos granos” porque está mirando la brecha como indicador de probabilidad de que el oficial termine subiendo. Tiene insumos dolarizados, exporta a un dólar oficial más retenciones, y para volver a dolarizarse, solo accede a los US$200 del cupo mensual o va al dólar libre y legal, el MEP y el CCL, a valores bastante más altos, añade el economista.
También suma un incentivo a subfacturar en el caso de las exportaciones (y liquidarlas a otro tipo de cambio) y a sobrefacturar en el caso de las importaciones , y hacerse de más dólares con cotización oficial . En ese sentido, ayer se conoció que Aduana avanza para establecer valores de referencia para las operaciones de comercio exterior y así evitar este tipo de maniobras.
En definitiva, el efecto de la brecha en el comercio exterior concluye en el deterioro de la balanza comercial y en una menor generación de divisas genuinas. “Eso, en gran parte explica por qué el Banco Central no pudo comprar dólares en estos cinco meses de gestión”, apunta Domecq.
En definitiva, los tipos de cambio “libres” -MEP, CCL y el blue, que también está por fuera de las restricciones oficiales, pero no es legal- constituyen una señal más de la economía. “Por eso el Gobierno está tan interesado en reducir la brecha, pero en lugar de generar un instrumento de ahorro en pesos a tasas razonables, está regulando el acceso al mercado cambiario, una medida que funciona solo en el corto plazo”, evalúa Dal Poggetto. La economista asegura que la diferencia entre los tipos de cambio hoy es “muy grande” y está en niveles a los que hubo a la salida de la convertibilidad.
En el mismo sentido, Caamaño sostiene que a largo plazo la segmentación del mercado cambiario termina profundizando la diferencia de valores por la disociación que genera entre los distintos tipos de cambio. “La brecha mete mucho ruido en la economía real: afecta completamente las expectativas y se ve que no es inocua”, cierra.
Fuente: La Nación