La apertura se hará con mucha ansiedad ya que los “dealers” no quieren desaprovechar la “primavera” cambiaria con una brecha entre el tipo de cambio oficial y el blue que supera el 80%. El razonamiento es simple: con 0 km que se fijan en pesos al valor del dólar legal y compradores que venden sus billetes en el mercado paralelo, la ganancia en dólares en la adquisición de un vehículo es del 40%. “Nunca los autos estuvieron tan baratos en dólares”, confirmó un empresario del sector. Hay modelos a partir de los u$s6.000. Lo curioso es que este fenómeno se produjo durante la cuarentena ya que antes del cierre no había tanta disparidad cambiaria por lo que encontrarán una realidad distinta a la de comienzos de marzo
Si bien hay muchas diferencias, todavía está fresca en la memoria de las concesionarias la bonanza que se vivió en 2013 cuando un fenómeno similar provocó que se llegara a un récord de ventas, especialmente por el subsidio que significaba esa anormalidad cambiaria a los 0 km importados de mayor precio. Aunque muchos crean que la situación económica no deja margen para que haya demanda de vehículos, están equivocados. En un país en el que la gente ahorra en dólares -muchos de los cuales están bajo el “colchón”- hay clientes dispuestos siempre a aprovechar oportunidades.
Tal como adelantó Ámbito Financiero semanas atrás, la demanda en las concesionarias empezó a tener una ligera recuperación directamente proporcional a la mayor distancia que empezó a separar un tipo de cambio de otro. Esto se percibe con mucha claridad en los segmentos superiores del mercado – gamas media, alta y premium- en donde se cerraron varias operaciones con fecha de entrega condicionada a la normalización sanitaria. En una recorrida por varios “dealers” este diario pudo constatar que están apareciendo compradores “dolarizados”.
“Tenemos muchas consultas y se cerraron varias ventas la semana pasada. La oportunidad de conseguir estos precios es muy atractiva” dijo un empresario. En concesionarias de Volkswagen, Nissan y Ford reconocieron demanda puntual en los modelos de gama superior. Lo mismo sucedió en una concesionaria del interior de la marca Jeep, tentados en este caso a una financiación a 6 años a tasa fija. “Hay bastante movimiento, tanto para la venta a crédito como para planes de ahorro. En abril, hicimos 53 suscripciones entre los modelos Renegade y Compass. Más o menos, el mismo volumen que veníamos haciendo” explicaron.
En concesionarias Toyota se vive el mismo panorama. La demanda de Hilux y SW4 es sostenida. Tanto es así que desde la terminal decidieron “enfriar” las ventas mayoristas ante la incertidumbre. “En nuestro caso, vendimos en las últimas semanas el cupo previsto para los próximos meses. La fábrica nos informó que no tienen fecha para reponer esas unidades. Esto hace que no se pueda seguir vendiendo esos modelos porque no sabemos a qué valor vamos a reponer. En estos casos, lo que se hace es cuidar el stock que nos queda” explicó un agenciero. “La fábrica está readecuando los volúmenes de producción. Cada concesionario tiene un plan anual de negocio con una estimación de unidades a recibir. En función de eso, hay que graduar las ventas”, señalaron en otra empresa.
El temor de muchos en el sector es descapitalizarse por reducción de stock. Si venden los 0 km y después pueden reponer menos por el aumento de precios, el negocio no cierra. Por eso, muchos decidirán dosificar las ventas. “¿Quién nos garantiza el precio que vamos a reponer?”, reflexionó un vendedor.
Este es otro problema que se avecina. Días atrás, en una nota de este diario se anticipaba que, una vez levantada la “cuarentena automotriz”, podrían comenzar a faltar autos, especialmente los modelos más demandados. Varios empresarios del sector confirmaron que esta situación puede empezar a suceder en pocas semanas con modelos puntuales.
Si bien hay un stock de 97.000 en los depósitos de concesionarias, fabricantes e importadores, la oferta no es pareja y sobran modelos con poca demanda. Por el coronavirus, hay mucha incertidumbre de lo que puede pasar con la producción automotriz y la importación. En el primer caso, las terminales van a ir siendo autorizadas a volver a la actividad pero esto será muy lento. Los requisitos sanitarios harán todo más complejo. A esto se suman los problemas de abastecimiento de autopartes.
Se estima que la entrega de piezas no va a ser tan fluida como antes. Por el lado de los vehículos importados sucede lo mismo. Todas las operaciones de comercio exterior serán más complicadas y eso hará que los autos tarden en llegar. Se estima que puede haber una demora en la entrega de alrededor de 4 meses. Un nado a tener en cuenta es que más del 70% de los 0 km que se venden son importados y la gran mayoría viene de Brasil. Ese país está golpeado por la pandemia y sus fábricas también están sufriendo por la menor actividad. “Brasil va a tardar en vender autos y también en comprarlos. Eso es malo para la Argentina”, señaló otro empresario.
Fuente: Ambito