En el día del inmigrante, después del acto oficial, el festejo continuó en el Museo del Puerto, que hace décadas convoca a las colectividades con sus comidas, cantos, relatos y bailes. Incluso desde el presente, porque no hay cannoli sicilianos sin pisco peruano o empanaditas chilenas.
Decir que el puerto de Ing. White se construyó con brazos inmigrantes, es advertir también que no se trata sólo de brazos: además hay pensamientos, tradiciones, emociones, modos de hacer y muchísimos saberes.
Un puerto, como un país, se configura todo el tiempo con esos movimientos, identidades nuevas y mezclas, también hacia el futuro.