Un museo en el que a menudo se habla de la historia de los que trabajan es un museo que sueña con vacaciones eternas, con la posibilidad de un mundo en el que ya no exista la obligación de yugar.
Por eso, en este tiempo provisorio de aulas vacías y museos repletos, se nos ocurrió que no era una mala idea invitar a chicas y chicos a afinar el lápiz e imaginar, dibujando, un puerto del revés.
Un Ingeniero White con silos llenos de chocolate y trenes que transportan pelotas de fútbol, en el que una usina desmantelada puede convertirse, como se le ocurrió a Lucas, en un gran salón de baile.
En su camino por el papel, el lápiz va preguntando “si el mundo entero no es un dibujito visto del revés”.
Gracias a Alma, Emiliano, Franchesca, Juana, Martin, David, Nacho, Mili, Eithan, Joaquín, Luna, Nahiara, Pía, Malena, Indiana, Maia, Jazmín, Luana, Giovanna, Sol, y a todas las chicas y los chicos cuyo nombre no alcanzamos a anotar.
Gracias a Nora, Jorge y Lorena, de nuestra Asociación de Amigos, a Yésica, Agustín y Cocó, al payaso misterioso y, muy especialmente, a la guardaparques Patricia, que nos reunió en ronda, y al mago Galo, que nos ayudó a conducir la segunda jornada del Mundial de Castillos de Naipes.