En 1954 Armando Sensini fue a correr la Primera Maratón de El Gráfico. Se realizó el 2 de diciembre y su largada se hizo desde Editorial Atlántida, Azopardo y México con 226 atletas. Representó a Comercial. Su camiseta víctima de muchas lavadas, estaba descolorida. Era verde, parecía azul. Cuando punteaba la prueba, por las calles de Buenos Aires, lo alentaban gritándole: “¡Dale, Atlanta…!”
(Después, en los comentarios de la carrera, Borocotó, en sus Apiladas, de la famosa página de la revista, contó lo de Comercial, Atlanta y la camiseta descolorida y corriendo en alpargatas)
Sensini se mantuvo en la punta hasta Casa Amarilla. Allí se acercó Raúl Ibarra. Cuando Sensini lo vio cerca hizo un esfuerzo y quemó las últimas energías. Casi a la entrada de la cancha de Boca – la llegada – Ibarra lo pasó y ganó.
Ibarra tenía un profesor, un entrenador. Sensini era autodidacta que corría entre los árboles del camino entre Bahía y White. Pero Ibarra fue una figura de proyección internacional durante muchos años. Un verdadero campeón.
La reglamentación de la carrera determinaba que los corredores debían hacerlo por la calle. En aquel Buenos Aires de los años 30 el 95% de las calles eran adoquinadas. Sobre la marcha, las autoridades de la prueba comprendieron su error y fueron avisando a los atletas, megáfono en mano, que podían subir a la vereda. Todos subieron. Menos Sensini. Que siguió por la calle…
El 15 de diciembre, dijo El Gráfico, expresaba lo siguiente: “ Fueron dos figuras de la Maratón de los Barrios. Superior, sin duda, Ibarra, se hizoacreedor al triunfo, pero él mismo reconoció las extraordinarias condiciones de Sensini, a quien se debe el magnífico tiempo empleado. (…) creemos que es justo que ese honor sea compartido, por los dos protagonistas de la violenta lucha entablada en las calles de Buenos Aires”
El reglamento de 1935, para la Segunda Maratón, decía que podían correr todos menos el ganador de la anterior. Pero a Sensini no lo inscribieron. Gastón Martínez Vázquez, director de la revista y de la carrera, dijo que en la Primera Maratón de los Barrios, había dos ganadores: Ibarra y Sensini.
Una injusticia. Pero al mismo tiempo, un reconocimiento.
Continuaba El Gráfico: “Sensini nació el 21 de septiembre de 1909 en Ingeniero White y jugó al fútbol. Tenía de ladero a Ernesto Lazzatti y en la delantera a Troncoso y Romano. Jugaba a la mañana, a la tarde y a la noche y podía haber jugado una semana entera. Quiso ser ferroviario y rindió examen en Remedios de Escalada. Uno de los médicos le dijo:´Ud no puede ser maquinista, es enfermo del corazón´. Cuando regresó fue con su hermano Emilio a que lo revisara un médico de White, que lo encontró sano.
“Sabe, doctor – dijo Emilio – lo traje porque en la capital le dijeron que es enfermo del corazón” “¡Ay…! ¡Caramba…! ¿A ver…?”
Lo revisó de nuevo y ´le encontró ´un soplo en el corazón. Le dijo que necesitaba descanso y si, era posible, que cambiara de aire. “¡Pero, doctor, si corro todo el día…!”
“¡No corras más!”
Agrega la nota de la revista: “ Se fue a Plaza Huincul, donde su cuñado era jefe de estación. Descansó dos meses y el 25 de mayo de 1931 se corría una carrera de 1500 metros. “Corré – le dijo su cuñado – y si terminás la carrera es señal de que no tenés nada en el corazón. Si no, tienen razón los médicos”.
La carrera tuvo suspenso por mal tiempo y en vez de largarse a la mañana, se postergó para la tarde. Largó en punta y cuando faltaban cien metros, se detuvo por dos minutos.
Los ravioles del mediodía habían hechos estragos en su estómago. Lo pasaron dos, pero siguió y llegó tercero. “le dijeron que del corazón estaba bien pero… el estómago no había aguantado…!” ironiza la nota.
Ganó el 12 de octubre una carrera de tres mil metros. Aumentó las distancias y ganó siempre. Volvió a jugar al fútbol y un día corrió 44 kilómetros (más que una maratón) en 3 horas 10 minutos. Después se fue a jugar al fútbol. El “enfermo del corazón”.
En las calles, en los potreros, en las canchas de fútbol de Ingeniero White y de Bahía Blanca, Armando Sensini inició, desde muy jovencito, su actividad deportiva. Jugaba en las divisiones de menores del Club Comercial y en muchas ocasiones actuaba en una división a la mañana y en otra por la tarde. Dos partidos en un día y además entrenamiento de varios kilómetros de forma simultánea eran frecuentes.
Si bien no tenía un físico aparentemente robusto – 1,70 de altura y poco más de 65 kilos de peso – su resistencia al cansancio era singular. En la ruta de 10 km. entre Ingeniero White y Bahía Blanca se lo veía de ida y vuelta con paso firme en los entrenamientos previos a cada carrera. Y como el camino está bordeado de añosos árboles, iba esquivándolos en zig-zag.
Ya en Ingeniero White, se anotó en la Doble Bahía Blanca-Ingeniero White. La distancia, 21 kilómetros. Cuando llegó al Puerto Nacional el pelotón esta a 200 metros. Los encontró de vuelta y cuando pasó por la casa del médico, lo vio en el patio y le gritó: “¡Doctor…aquí va el enfermo del corazón!
Ganó por amplio margen en una hora y 21 minutos.
Llego a correr antes de la Maratón del El Gráfico, en 1933, dos carreras en un mismo día. Por la mañana fue segundo de Roger Cevallos en cinco mil metros, en 16 minutos 10 segundos y por la tarde repitió el segundo puesto, esta vez de Emilio Laino, en diez mil metros, en 34 minutos
El 4 de mayo de 1947 ganó en Río de Janeiro, la Maratón de los 32 kilómetros y en 1948 en los Juegos Olímpicos de Londres, cuando tres argentinos, Delfo Cabrera, ganador; Eusebio Guiñez, quinto y Armando Sensini, noveno, cumplieron con una hazaña nunca alcanzada hasta hoy, por ninguna delegación argentina.
En medio de esas proezas atléticas hay infinidad de anécdotas que amenizan los recuerdos de una vida dedicada al deporte sin otro interés que el de hacer realidad la frase distintiva del cuerpo sano en la mente sana.
Armando Sensini falleció en Mar del Plata el 21 de octubre de 1979. Tenía 70 años.
Fuente: Apuntes del periodista Ampelio Liberali, en sus libros “Historietas Whitenses” e “Historietas Comercialinas”