Proliferaban las reuniones internas entre las compañías productoras y refinadoras de petróleo para intentar proyectar cuál será el precio de los combustibles tras la fuerte devaluación de esta semana. Como punto de partida, la decisión del Gobierno es que el 35% de alza en el tipo de cambio no se traslade a los surtidores. Resta saber cómo resultará la negociación con las petroleras que, con YPF a la cabeza, buscará actualizar tanto como pueda los precios de las naftas y el gasoil para que su caja se resienta lo menos posible.
El miércoles Juan José Aranguren, ministro de Energía y Minería, se reunió con los principales referentes del parque refinador –integrado, además, por Axion Energy (Bridas), Shell, Petrobras y Oil– para plantear los lineamientos generales del Ejecutivo. A priori, la intención es que los productores –que integran el upstream, según la jerga petrolera– absorban la mayor parte de la devaluación. En ese grupo figuran YPF, Pan American Energy (PAE), Chevron, la china Sinopec, Pluspetrol y Tecpetrol, brazo petrolero de Techint.
Pero aunque logre acordar con ese segmento del negocio, el verdadero problema se encuentra en el área de refinación y comercialización: de acuerdo a lo estipulado por el marco legal, el Estado no puede ponerle techo al precio de las naftas y gasoil en surtidores. Es decir, si cualquier petrolera quiere modificar mañana sus pizarras cuenta con el respaldo regulatorio para hacerlo. En sus tiempos de presidente de Shell, Aranguren fue tal vez el principal y único defensor de esa proclama.
También es cierto que el año pasado, cuando el ex titular de Economía, Axel Kicillof, impulsó un acuerdo para mantener el precio interno del petróleo en valores competitivos frente al derrumbe del barril a nivel mundial a fin de defender inversiones, Aranguren fue quien terminó de legitimar la iniciativa con su aval. Antes de la devaluación del jueves, funcionarios de la cartera de Energía barajaban que, frente a una apreciación del tipo de cambio de un 40%, los combustibles deberían aumentar no más del 20% en el año para contener el impacto inflacionario.
En la práctica, tal como adelantó el ministro, se buscará replicar un acuerdo similar al anterior, de forma tal de sostener el precio doméstico del petróleo para que la actividad en los yacimientos locales no se paralice.
Claro que los valores de referencia serán muy distintos. El barril se paga en el mercado interno entre 61 y 75 dólares, el doble que la cotización a nivel mundial. El Bren –la referencia en Europa– cerró ayer a 37 dólares. Está claro que la distancia entre el valor local y el internacional del petróleo se achicará. La discusión es por el cuánto.
Nota publicada en la edición impresa del Diario PERFIL.
Por Nicolás Gandini.