En el mundo existen aproximadamente unas 3.500 especies de mosquitos, de las cuales unas 246 habitan en Argentina. El aedes aegypti está bajo la lupa, no sólo por las enfermedades que transmite como dengue -también conocida como “rompehuesos”-, chikungunya, zika y fiebre amarilla, sino por su capacidad de adaptación a climas templados y de temperaturas bajas.
Fabricio Tejerina es biólogo e integra desde hace años el Grupo de Investigación sobre Mosquitos en Argentina (Gima) que en noviembre tendrá un nuevo cónclave en la provincia de San Juan, el primer encuentro presencial luego de dos años de la pandemia por Covid-19.
“El mosquito es de lo más investigado después del homo sapiens. La ciencia sabe mucho pero lamentablemente estas enfermedades siguen avanzando porque tienen que ver con las condiciones sociales y con cómo nosotros generamos condiciones propicias para que este mosquito se adapte a los lugares donde vivimos”, explica el científico en diálogo con Télam-Confiar.
Actualmente, Tejerina está al frente del Instituto de Vigilancia Epidemiológica y Vectores de la Municipalidad de Posadas, en la provincia de Misiones, desde donde trabaja por la eliminación de criaderos para evitar otro brote. En Argentina, el último fue en 2019-2020, con casi 54 mil casos.
Siempre se habla de enfermedades tropicales y subtropicales, pero en los últimos diez o quince años la distribución del mosquito se propagó más al sur de la Argentina, y llegó hasta La Pampa, sur de la provincia de Buenos Aires, y la región de Cuyo. Lugares donde no estaba registrado ahora se viene teniendo registro y presencia del vector. Es más, en 2020, llamó la atención en plena pandemia un brote importante en la capital de La Rioja. Según datos oficiales, La Rioja notificó la misma cantidad de casos de dengue que Misiones: cerca de 10.000.
Todas las condiciones que propicia el hombre son aquellas estructuras que dejamos para que se reproduzca el mosquito como los lugares donde se conserva el agua; por su parte el cambio climático y el aumento de temperaturas (también provocados por el acciones del hombre) hacen que el mosquito comience a conquistar nuevos lugares. Al estar en nuevos lugares, cualquier persona que llega enferma y es picada puede comenzar un brote de dengue, y así se va estirando el riesgo.