Hay un exceso de oferta en el mercado petrolero que ha hecho caer el precio del barril a menos de la mitad en menos de un año. Es la consecuencia de la estrategia saudita de no bajar los precios aunque disminuya la demanda. Todos los países consumidores gozan de menores precios y por ende, más ingresos en sus economías.
Todos los productores sufren por la merma en los recursos que solían tener. Pero los países árabes tienen gigantescos fondos de reserva que los ayudan a pasar el momento sin sobresaltos. Otros productores sufren menos, porque tienen otras fuentes de ingreso alternativas. Algunos están en pésima situación como Rusia y Venezuela.
La estrategia dirigida por Arabia Saudita tiene como objetivo declarado mantener la porción de mercado sin que disminuya por la acción de otros proveedores que pudieran vender más barato. A los actuales precios, US$ 50 el barril, nadie podría hacerlo. Pero tal vez la verdadera intención saudita es privar de competitividad al shale oil de Estados Unidos, que está logrando el autoabastecimiento y pronto podría ser exportador. No está claro que esa meta tenga éxito: los grandes productores de shale han logrado desarrollar tecnologías que tornan eficiente la extracción incluso a los actuales precios. Habrá que ver cómo termina esa batalla. Mientras tanto, irrumpe ahora el factor Irán.
En los próximos meses, las estimaciones sugieren que habrá un suministro iraní de 100.000 a 200.000 barriles diarios. Pero en 18 meses, esa cifra podría trepar a 500.000 a 600.000 barriles diarios. En la actual situación no hay ni remota posibilidad de absorber esa producción adicional. Pero Irán necesita ingresos, a cualquier precio. De modo que producirá y exportará todo lo que pueda. Buscará recuperar su market share en el mercado mundial. Este esfuerzo y esta nueva presencia pueden generar una nueva batalla por participaciones en el mercado global, e incluso una verdadera guerra de precios que induzca a reducir más el precio del barril de crudo.
Fuente: Mercado.