Frente a los que ensalzan la palabra pasión refiriéndose al trabajo, se levantan los que dicen que la pasión hay que reservarla para otros territorios. Lo que verdaderamente hace un impacto duradero en el trabajo, dicen, es la “actitud” con que se lo encara.
Es la actitud hacia la gente que trabaja con uno (compañeros, gerentes, clientes) lo que puede predecir mejor el nivel de productividad que la actitud hacia el “trabajo”.
La gente habla mucho de la motivación intrínseca (amor) versus la motivación extrínseca (dinero), pero en realidad, según esta posición, ambas cosas son similares. Sería más importante diferenciar entre motivación personal y motivación social.
¿Por qué? Porque ya sea que uno trabaje por divertirse o por dinero, siempre se trata de un medio para lograr mi propio fin personal, que en sí mismono excluye ni negligencia ni trampas de mi parte. Lo que hace que realicemos los pedacitos de trabajo que no son ni divertidos ni estrictamente necesarios para que nos paguen es que no queremos fallarle a la gente que necesita que se realicen esas tareas.
Tal vez no todos coincidan con estas ideas sobre motivación.
Entonces resumiendo:
- La actitud de una persona hacia su trabajo no predice la calidad de lo que hace.
- Hacer indagaciones sobre posibles candidatos para ver cuál es su actitud hacia el trabajo es una tarea menor y desagradable
- Una cultura empresarial de “estamos haciendo esto juntos” es mucho más positiva que la de “sentimos pasión por cambiar el mundo y bla bla bla” o “nos dedicamos con pasión a satisfacer las necesidades de los clientes”.
Fuente: Revista Mercado