Una fiel exponente de fidelidad a la vocación, de ideales claros y de un admirable amor a la docencia que, sumado a su talento artístico, hacen que hayamos disfrutado y disfrutemos de su invalorable aporte a la Comunidad
— ¿Qué representación mental hace de Ingeniero White ante la sola mención del nombre de la localidad?
— No es una metáfora, pero es como una especie de pulpo que no me deja salir de sus tentáculos y me tiene atrapada. Es que pertenezco no solamente a la comunidad docente, sino que también soy fomentista y formo parte de un panel comunitario.
— Tal vez el progreso no sea a grandes pasos pero las raíces arraigadas de su gente lo mantienen latente
— La población tradicional ya no está, han partido, pero el resto son absolutamente localistas; el whitense es muy de defender lo suyo y yo me prendo con eso.
— ¿Y de acá a treinta años?
— Mucha gente apuesta al futuro del lugar, se ve en el brillo de la mirada de los que conviven aquí.
— Desde lo cultural, que es su ámbito, ¿cómo se encuentra?
— Hay muchos proyectos, gente joven, pensando en la Fiesta del Camarón y el Langostino para organizar los distintos espectáculos, donde necesitamos consolidar un presupuesto para poder armar algo acorde al evento. La prioridad se le dará a los artistas locales y para lograr albergarlos a todos se pensó en montar otro escenario para que simultáneamente haya espacios para todos. Es una Fiesta Nacional que tal vez debería tener mucho más renombre y difusión a todo el territorio del país.
— ¿Qué sensaciones experimentó ante la reapertura del teatro?
— Es todo un tema, porque no tiene subvención. Así y todo se hace un buen trabajo de difusión. Han venido distintas compañías de distintos puntos y no terminaron de colmar las expectativas ya que la sala no se llenaba, no es fácil el manejo del teatro. Así todo, siempre es una puerta abierta donde cualquier artista o alguien que quiera difundir lo que está haciendo puede contar con ese espacio.
— Hablemos de sus inicios, ¿cómo empezó a incursionar en el ambiente artístico, cuáles fueron las influencias que motorizaron esa decisión?
— En calle Avenente, al lado de mi casa, había una mujer que tenía parentesco con mi padre que era pianista (Dorita Scotti) y yo que tenía cuatro años, asomada a la ventana, me volvía loca escuchando algunos alumnos muy virtuosos que acudían a diario. Ella me veía y me dejaba pasar; cuando podía hasta metía los dedos en el piano y al poquito tiempo ya empecé a tomar clases; a puro oído empecé a sacar temas musicales, fueron tres o cuatro años con esta profesora. Mi nono era de esos músicos serenateros, él tocaba la mandolina, un instrumento muy dulce y mis padres eran muy amigos de escuchar música clásica, ópera. Pero volviendo a mis inicios, a los once años seguí perfeccionándome, durante dos años con otra profesora de apellido Capelli y luego me recibí de lo que entonces era “profesora de piano”. Muchos años después comencé conservatorio.
— Cuénteme sobre su primera vez ante un auditorio, donde ya se perfilaba como centro de atracción
— Bueno en los cumpleaños donde había un piano siempre tocaba; aunque mi primera presentación llamémosle oficial fue en la Siempre Verde, a los trece años fue mi debut arriba del escenario. Igualmente desde chica ya había actuado en distintas obras que se llevaban a cabo allí; para mi el hecho de que se corra un telón y ver una boca negra enfrente me hace sentir realizada, no tengo problemas de pánico escénico ni nada que se le parezca.
— En el momento de formación como artista, ¿a qué artista trataba de imitarle sus cosas buenas, de quién tenía influencias?
— En esa época estaba de moda un pianista que para mi era un lujo, Marianito Moreno, un bahiense que tenía un estilo similar al que actualmente uno escucha en Mariano Mores.
— ¿Qué generó hace con el piano?
— Ahora soy tanguera, aunque mi raiz fue el rock, el blues; en esa época no era muy difundido, era una música de elite; sin ser parte de ninguna banda específica, lo hacía en distintas fiestas. Igual lo mio siempre fue la docencia, con los talleres de música, treinta años en las escuelas medias y ahí tuve la posibilidad de enseñarle a gente que hoy se encuentra tocando en distintos puntos; Federico García del Cerro, su hermana, Pablito (el baterista), Claudio de Chico (que ahora está con Abel Pintos); lo lindo de esto es que cuando vienen a visitar a sus familias, porque trabajan en el extranjero, nos reunimos acá y saber que alguien está viviendo de la música es para mi la mejor cosecha es innegable que uno se siente pleno, porque la locura que uno le siembra no fue en vano.
— ¿Se da cuenta de entrada ante un nuevo alumno si tiene pasta para tocar el piano?
— Sí, por la simple postura de los brazos y las manos ya que existe toda una técnica, nunca falla esa primera impresión.
— ¿Hasta qué edad vivió en Ingeniero White?
— Hasta los treinta, hoy tengo sesenta y seis, aunque por mi trabajo suelo retornar a diario; me prendí y me prendo a cada actividad cultural de la localidad, con la idea de descubrir en cada aula qué persona tenía la aptitud. Por ejemplo en la Fiesta de las Artes, se reclutaban alumnos y podían demostrar que realmente estaban a la altura de lo que uno imaginaba. Ni hablar de los actuales: Girones y Masturbanda por citar algunos son parte de ese proceso, lo mismo con cantores de tango que ya no viven en White pero a los que he acompañado durante años.
— Los domingos ¿sigue estando allí en el Museo del Puerto?
— No siempre, ahora hay una actividad totalmente distinta, pero estoy ocho o dieciséis domingos, depende la cartelera que ellos pretendan. Se le encontró la vuelta para saber qué es lo que la gente demanda de ese lugar; depende el público que se de cita uno busca la variante, por ejemplo si un día el público es joven, tratamos de abrir el abanico y no nos quedamos solamente con el tango, por eso aparecen el rock nacional, los boleros o hasta folklore porque incluso la gente baila.
— ¿Cuál es la canción más linda que escuchó en su vida?
— Sin temor a equivocarme, “A mi manera”, me siento representada e identificada por su letra pero ahora ya me han copiado unos cuantos (risas). De los de ahora, me quedo con “One” de U2, los tangos “Tarde” o “Grisel”
— También le ha tocado vivir momentos difíciles en lo personal, pero también muchos realmente gratos
— Siempre he sido una mujer que hizo elecciones; una persona femenina al nacer tiene la identificación con la muñequita, juega a la familia y la idea de ser mamá, yo opté por darle la vida a la música. Para mi nunca fue una prioridad casarme y tener hijos; no quiere decir que haya renegado de vivir en pareja pero no puse por encima formar una familia y elegí ser muy independiente gracias al mucho trabajo que siempre tuve, viajando constantemente a Buenos Aires, donde hice conservatorio, por eso era itinerante, en mi casa estaba de paso; allí yo encontraba una mirada más enriquecedora para el artista, que me nutrió para después desarrollarla en el regreso a mi lugar. Me arrepiento de no aceptar las oportunidades de ser contratada ya que tenía temor de sentirme perdida fuera de mi ámbito y como que no había roto el cascarón, vivía en un limbo del que tuve que salir cuando mis padres partieron, imaginate que no sabía ni pagar un impuesto, aprender a tomar responsabilidades. Sin llegar a ser una rebeldía se trataba simplemente de una elección, nunca me sentí mirada con un “bicho raro” ya que mi carga más importante es la social, me mantenía en contacto con todo el mundo en White, donde uno camina y por cuadra se encuentra con gente conocida con la que dialoga y comparte momentos; por eso cómo no estar agradecida a la localidad, gratitud que no se compra, se siente.
— Esa generosidad que aflora en estas tierras…
— Sin ir más lejos, la ayuda que recolectaron los Bomberos Voluntarios para Tartagal es impresionante y sin ser necesaria publicidad ni difusión, surge de cada uno de los whitenses.
— ¿Hoy cómo estás?
— Bien, al borde de jubilarme, aguardando todo el papelerío para completar el trámite; pero la verdad es que no tengo apuro, estoy a gusto al frente de una clase.
— ¿Qué es la música para usted?
— Es un vehículo que no necesita un pasaporte para acariciarte el alma. ¿Si la música no hubiese sido parte de mi vida? Hubiera militado en política, vengo de una raíz militante de izquierda, como mi padre, mis tíos; aunque es una utopía, no sé qué hubiese podido hacer desde el socialismo demócrata, no hubiese llegado a ningún lado con esos ideales, pero me hubiese dado el gusto.
Nota realizada por Leandro Grecco, en el año 2009 para la publicación gráfica Ingeniero White.com