Después de una situación límite como la que vivimos en Bahía Blanca el viernes pasado, es difícil encontrar las palabras adecuadas.
Por empezar, es difícil decir. Por ejemplo, ¿cómo contar que el edificio del Museo del Puerto, al estar sobre pilotes, no fue alcanzado por el agua cuando buena parte del pueblo de Ingeniero White experimenta una de sus mayores catástrofes, después de estar varios días inundado?
Decir que el Museo del Puerto no fue alcanzado por el agua es decir que las fotografías, los objetos y las voces ofrecidas por la comunidad a lo largo de estos casi cuarenta años están a salvo.
¿Y qué hay en esas fotografías, objetos y voces? Hay memorias de otras catástrofes. Y hay también memorias de los modos lentos, difíciles y colectivos de elaborarlas.