La aventura tuvo lugar el sábado pasado, como parte de las navegaciones que organiza el Consorcio de Gestión del Puerto. Subieron a la lancha 28 bordadoras, la mayoría eran de Ing. White o Villa Rosas y muchas de ellas nunca habían navegado por la ría. La propuesta fue extender la mirada desde el agua hacia el continente, lo que implica otra manera de percibir el entorno, para incorporar nuevas imágenes de objetos, seres vivos, ambientes, imaginarios y emociones del lugar en el que viven.
Muchas de las bordadoras embarcadas tienen familiares pescadores, trabajadores portuarios o navegantes. Así que este viaje fue también un modo de conectar con sus seres queridos e historias familiares. Además, con el espacio en el que viven los delfines franciscana, ostreros y camarones que bordaron en su obra textil. Es que la ría es un espacio lleno de vida, historias y emociones, que ahora está más cerca de sus puntadas.