Más de un centenar de durmientes de quebracho colorado que Ferroexpreso Pampeano reemplazó en la playa de maniobras de Ingeniero White, con los que vamos a armar bancos, mesas y fogones para La Rambla de Arrieta.
Quebracho, o sea: árbol que quiebra el hacha de quien quiere talarlo. Madera tan dura que soportó el peso de miles de vagones sepultada por décadas en la tierra salitrosa. Durmientes cuya fortaleza evoca el esfuerzo descomunal de los hacheros del monte chaqueño, de los carpinteros ferroviarios y de los catangos que con ellos tendieron kilómetros y kilómetros de vías. Pero también nombres como el de “La Forestal”, la compañía inglesa que, entre fines del siglo XIX y principios del XX, arrasó con 2.000.000 de hectáreas de quebrachales en Santa Fe, Chaco y Santiago del Estero. Una historia que hace eco con los desmontes que el boom sojero de los últimos años impulsó en el norte de nuestro país.
Levantar estos durmientes supone tantear el peso de esa historia y el desafío de construir a partir de ella.