La Argentina se comprometió ante Estados Unidos a realizar una inspección y mantener un “control más estrecho” de la misteriosa estación espacial que China maneja en Neuquén pero aún hay un manto de dudas alrededor de ese proyecto de la administración que Xi Jinping que contempla restricciones legales, cláusulas secretas y un objetivo bastante difuso en términos militares.
Estados Unidos envió en los últimos días varias señales de preocupación al gobierno de Javier Milei por el avance de China en el país y las actividades poco claras del Ejército Popular chino en la estación espacial de 200 hectáreas cerradas en Neuquén.
Durante un encuentro del miércoles por la tarde en la Casa Rosada con el jefe de Gabinete, Nicolás Posse; la canciller Diana Mondino; el ministro de Defensa,Luis Petri y el jefe de la AFI, Silvestre Sívori, la jefa del Comando Sur, la generala Laura Richardson habló de la preocupación por las actividades desconocidas de China en la base de Neuquén.
Un día antes, el embajador norteamericano, Marc Stanley las había expuesto públicamente: “Sorprende que la Argentina permita que las Fuerzas Armadas chinas operen en Neuquén, en secreto, haciendo quién sabe qué. Tengo entendido que se trata de soldados del ejército chino que operan este telescopio espacial, no sé lo que hacen, creo que los argentinos tampoco lo saben, y deberían entender por qué los chinos están desplegados allí”.
Los gestos de Milei en Tierra del Fuego junto a la generala Richardson y la decisión de avanzar en la construcción de una base naval integrada con aporte de Estados Unidos no despega la preocupación de Washington por la presencia de China en la base de Neuquén.
Los dilemas de Milei
Milei afirmó que el gobierno argentino está en proceso de iniciar negociaciones con China para permitir la inspección de esta estación espacial. “Se van a hacer las auditorías que haya que hacer”, dijo. Pero la decisión de avanzar con una investigación en la base de Neuquén no será sencilla por los términos que contiene el acuerdo.
Tanto la alerta de Stanley como las preocupaciones deslizadas por la generala Richardson despertaron una alerta en la Casa Rosada y el jefe de Gabinete se comprometió a desplegar una “misión de inspección” en la base de China en Neuquén en lo inmediato.
También Posse aclaró ante la visitante de Washington que la estación espacial china tiene “como eje la investigación y no hay fines militares en la misma”, según pudo saber El Cronista de fuentes calificadas del gobierno. Pero en Washington descreen de esa explicación.
El problema que se le presenta ahora al gobierno es doble: por un lado, deberá lidiar con un contrato que firmó y se avaló por ley durante el gobierno de Cristina Kirchner en 2015 que resulta opaco y restrictivo; y, por otra parte, la intención de Posse genera tensión en Beijing justo antes de la visita que el 27 de abril realizará a China la canciller Diana Mondino.
En las últimas horas desde la Casa Rosada aseguraron que ya se preparó una inminente visita de funcionarios del gobierno y de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) para ir a la localidad neuquina de Bajada del Agrio para inspeccionar lo que hacen los funcionarios de la agencia Satellite Launch and Tracking Control General (CLTC) que depende directamente del Ejército Popular de China.
El control de CLTC por parte de los militares chinos despierta las especulaciones de científicos de Estados Unidos y la Unión Europea que mencionaron el eventual uso dual (militar y de investigación espacial) de la estación ubicada en Neuquén. Hay quienes se atreven a decir que se trata de una antena con capacidad de interceptar satélites.
La instrumentación de esa visita de inspección que ordenó Posse a la base de Neuquén está sujeta al estricto contrato que Argentina firmó con China y que contempla fuertes restricciones.
El portavoz, Manuel Adorni calificó como “una reunión fantástica” la que mantuvo Richardson con la primera plana del gobierno y admitió ciertos problemas que plantea el acuerdo firmado entre China y Argentina “Es una de las tantas cuestiones que nos dejó la herencia. Pero haremos lo necesario para que haya absoluta transparencia”, dijo.
Problemas de acceso
Por lo pronto, entre los escollos que plantea el inciso 2 del capítulo 3 del contrato se sostiene que “el gobierno de Argentina no interferirá ni incumplirá las actividades normales que se lleven adelante en virtud del presente acuerdo de cooperación”.
A la vez, esa cláusula del contrato dice que “el gobierno de China declara que las obligaciones y derechos que se reconocen en el acuerdo son aplicables y deben ser cumplidos por la agencia CLTC responsable de la construcción y operación” de la estación espacial.
En rigor, el acuerdo prevé que el Ministerio de Ciencia sólo tiene el uso del 10% del tiempo de la antena para la CONAE. Esto equivale al uso de una hora y cuarenta minutos por día. El resto del tiempo es de uso exclusivo de China.
En el último informe de gabinete al Congreso que remitió el gobierno de Alberto Fernández se detalló que “sobre el tiempo disponible (por Argentina en la estación espacial de Neuquén) se deben coordinar las observaciones de los proyectos argentinos en función de la época del año requerida específicamente para cada una de dichas observaciones, incluyendo los tiempos de preparación técnica para realizarlos, que varían según el objetivo deseado”.
Es decir, que aún con los 40 minutos diarios previstos para que ingresen en la base de China los científicos argentinos, estos estarán condicionados por las actividades que lleva adelante la CLTC que está manejada por el Ejército Popular de China.
También en ese informe de la Jefatura de Gabinete se destacó que la CONAE, el Enacom y la provincia de Neuquén, mantienen “visitas permanentes a la estación, el intercambio de documentos informativos de diferente tenor, la coordinación de actividades conjuntas”.
Pero se destacó un punto no menor: esas tareas “no conllevan una auditoría en términos de la conceptualización clásica de la misma“, sino que “el control se trasunta en un control colaborativo inter-partes, para la consecución de los objetivos primarios de dicha cooperación”.
Otro de los dilemas a futuro está dado en el artículo 6 sobre “indemnidad” del contrato donde señala que “Argentina no se responsabiliza nacional o internacionalmente en razón de las actividades de China en su territorio en cuanto a las actividades del proyecto, ya sea por acción u omisión“. Así, se señala que “el gobierno de China mantendrá indemne a la Argentina ante reclamos de cualquier naturaleza de terceros”. Esto es visto por los expertos como una suerte de secesión de soberanía territorial.
Actividades en marcha
Según se informó también en ese documento del gobierno de Alberto Fernández la CONAE está utilizando parte del tiempo en la base de Neuquén para pruebas del equipamiento con fines científicos.
“Se han realizado observaciones de fuentes radioastronómicas para conocer los formatos de salida de los datos generados por la estación. Esto ha permitido asegurar la compatibilidad del software de procesamiento desarrollado para las observaciones de continuo de radiofuentes. También se está coordinando con los expertos del Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR) la observación de pulsares utilizando equipamiento desarrollado por dicho Instituto, dentro del marco del proyecto PuMA (Pulsar Monitoring in Argentina)”, dijeron.
En su momento, el entonces embajador argentino en Beijing, Sabino Vaca Narvaja, mantuvo una importante reunión con el viceministro del Ministerio de Industria y Tecnología de la Información, Zhang Kejian, quien es a su vez la máxima autoridad de la Administración Nacional del Espacio de China (CNSA) de la Autoridad de Energía Atómica de China (CAEA) así como de la Administración Estatal de Ciencias, Tecnología e Industria para la Defensa Nacional. Es decir, que bajo su órbita se encuentran tres temas estratégicos como lo son los asuntos espaciales, nucleares y de defensa.
Durante esa reunión se habló de la cooperación espacial entre Argentina y China en el apoyo a la Misión de la sonda Chang’e 5 a la Luna, uno de los proyectos espaciales más complejos de China, a través de la cual se logró por primera vez tomar muestras de suelo y rocas lunares y volver a la Tierra. Pero no se detalló la contraprestación argentina por ese proyecto. Hasta ahora se desconoce el alcance de este proyecto.
Para Diego Guelar que fue embajador argentino en China durante el gobierno deMauricio Macri no hay misterios alrededor del acuerdo con China para la base de Neuquén. “Nunca hubo cláusulas secretas y en 2016 por pedido de nuestro gobierno se incluyó un adendum al convenio en el que se limitó el uso del observatorio lunar a cuestiones civiles excluyendo así todo uso militar“, dijo Guelar en diálogo con El Cronista.
En esta misma línea, el exministro de Ciencia y Tecnología, Daniel Filmus de Alberto Fernández recordaba en estos días su visita a la estación de Neuquén manejada por China. “Si el gobierno argentino quiere inspeccionar lo puede hacer, no hay impedimento alguno“, dijo Filmus a sus colaboradores.
De esta manera, se buscó desmitificar el secretismo alrededor de la base de China en Neuquén. Aunque en el gobierno de Milei, la administración de Estados Unidos y la comunidad científica de muchos países de la Unión Europea persisten las dudas y la preocupación sobre el uso real que pueda tener la antena de los chinos situada en Neuquén.
Fuente: El Cronista