El pasado 3 de marzo de 2015 publicamos una nota editorial en la que criticábamos la ausencia de mención a los temas del mar en el mensaje que la entonces Presidente Cristina Fernández hacía frente a la Asamblea Legislativa, en el acto de apertura de las sesiones del Congreso de la Nación.
Hacemos votos para que esa omisión sea subsanada en la gestión del flamante Presidente Mauricio Macri, volviendo al primer plano a los asuntos marítimos, como fuertes impulsores de la riqueza y el trabajo, y para colaborar a mitigar el problema de la pobreza estructural.
En el repaso de los temas que la administración que se aleja dejó en el camino, mencionábamos la demora en la reparación del emblemático rompehielos Almirante Irízar, que lleva ya largos 8 años en el astillero del estado nacional sin salir a navegar, con lo que ello implica en cuanto a gastos adicionales y dependencias en el sostenimiento de nuestras bases antárticas, y a nuestro prestigio internacional en cuanto a la capacidad de la industria naval argentina.
Decíamos entonces y seguimos afirmando: “Habrá que insistir en destacar la ya inconcebible obsolescencia a la que se ha dejado llegar a la flota de buques de Estado en cualquiera de sus segmentos y organismos “armadores” (Armada, Prefectura, Puertos y Vías Navegables, CONICET, INIDEP).”, aclarando que el INIDEP parece haber puesto en marcha el reemplazo de algunos de sus buques, aunque optando por la industria naval foránea.
En materia de energía, criticábamos la ausencia de políticas en cuanto a los desarrollos de novedosas formas de utilizar el mar, como los generadores undimotrices (que utilizan la energía de las olas), las mareomotrices, de tanto potencial en nuestra Patagonia, la eólica marina y otras cuyo desarrollo nacional nos podría colocar a la vanguardia mundial en la materia.
Criticábamos también la indefinición en cuanto a la exploración y explotación de los recursos hidrocarburíferos de nuestra plataforma continental, frente al avance en este campo del gobierno de ocupación de las islas Malvinas, con cinco empresas ya explorando la plataforma usurpada.
Pese a haber llevado a cabo un extenso, riesgoso y caro trabajo de investigación de la plataforma continental, para presentar nuestro reclamo ante las Naciones Unidas, en su discurso la entonces Presidente no hizo mención alguna a la investigación marina que nuestro país se debe y que es materia pendiente para la entrante administración.
Tampoco se mencionó a la riqueza pesquera, que requerirá una mirada atenta y un control que deshaga cualquier intento de corrupción que intente manchar la actividad. La Argentina exporta más valor en productos pesqueros que en carne bovina, por lo que debería recibir la atención que se merece por parte de autoridades del área del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, normalmente dominado por personas ajenas al quehacer marítimo. En este sentido, el desarrollo de la
Acuicultura, que a nivel mundial está desplazando a la pesca salvaje -de la misma manera que la Ganadería reemplazó en su momento a la caza- debería tener una prioridad adecuada, aprovechando las ventajas naturales de nuestro extenso litoral marítimo, fluvial y lacustre, y la variedad de climas con que la Argentina está bendecida.
En el campo político y de las relaciones internacionales, el mar alberga al principal conflicto que mantiene abierto nuestro país, que es el de la soberanía de las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur. Solamente queremos marcar que, además de tener un mandato constitucional explícito, en esta cuestión estratégica está en juego la soberanía (y los recursos) de una porción enrome de territorio, que por estar casi en su totalidad sumergido, no es por eso en menos valioso.
Los avances en las tecnologías y en las ciencias permitirán en un futuro no muy lejano, hacer uso de de ellos y beneficiarnos nosotros y toda la humanidad. Estamos hablando del conflicto territorial más grande del mundo en estos momentos, en el que están en juego no solamente las islas emergentes en el enorme Atlántico Sur, sino además una plataforma que supera el millón de kilómetros cuadrados, una superficie equivalente a la mitad de nuestra Argentina Continental.
La proyección de esta situación isleña hacia la Antártida es a todas luces directa, como apoyo jurídico a nuestro reclamo y como soporte de la logística necesaria para mantener la vida en los inhóspitos territorios antárticos.
Creemos que estos argumentos justifican ampliamente la defensa de lo que es nuestro, con uñas y dientes, en un todo “conforme a los principios del Derecho Internacional”.
Las tareas pendientes que enfrentan las nuevas autoridades nacionales en el sector marítimo o que están relacionadas con él, son enormes y complejas.
Hacemos votos desde la Fundación NUESTROMAR para que entren en la consideración de aquellas, para impulsar el desarrollo argentino y colaborar a eliminar la pobreza estructural que nos aflige a todos y que es uno de los tres objetivos principales que marcó el Presidente Mauricio Macri en sus palabras de inicio de su gestión.
Fuente: Nuestromar.