“El lugar tiene forma de un gran bowl, que contiene laberintos y los 12 valles”, describe José Luis Amuchástegui guía y propietario del Valle de los Lisos, una reserva natural privada de más de cuatro mil hectáreas en Los Gigantes, a 38 kilómetros de Tanti, en Córdoba, ideal para una escapada.
Una de las particularidades de este lugar es justamente la “mezcla” de paisajes que se pueden apreciar en los 16 kilómetros que mide uno de sus senderos más sencillos. Los turistas pasarán de un paisaje pedregoso a uno de pastos verde flúo. De cañadones y vertientes, a una grieta que deberán atravesar para continuar el camino. “Dentro de los valles, hay un bioma diferente al resto de Los Gigantes. Se pueden encontrar endemismos únicos en el mundo”, detalla José.
Él es bisnieto de los pobladores del lugar y, la inmensidad del paisaje, fue el patio de su casa durante muchos años. “El campo data de 1886 y mi bisabuelo, Miguel Moreno, fue quien tuvo la primera escritura del lugar. La casa de la reserva también data de esa misma fecha”, recuerda.
Cuando era adolescente, él y su familia se trasladaron a Córdoba capital donde terminó sus estudios de ingeniería. Gracias a su carrera vivió varios años en Buenos Aires y en otros países. Sin embargo, su anhelo siempre era volver “al campo” familiar.
Un sueño hecho realidad
“Soñaba con eso y con un proyecto grande en este lugar. Quería algo que fuera distinto y que yo pudiera ser parte. Mi familia me decía que estaba loco, que tenía que quedarme donde estaba”, expresa.
Con esa decisión, y con el apoyo de su esposa Lorena, José Luis dejó todo: su casa en Buenos Aires, su empresa de sistemas eléctricos para grandes obras y se volvió a su querida Córdoba. “Hoy vivo en Valle Hermoso, en un campo que es un paraíso, junto a mis cabras y mis ovejas”, cuenta.
Sus paisajes son realmente inéditos en la provincia de Córdoba: muchos turistas los comparan con los de las películas El señor de los anillos oJurassic Park y se puede decir que esto tiene una explicación científica.
Los 12 valles que componen la reserva están detrás de una pared de rocas de más de 350 millones de años. “Su forma, su vegetación y sus condiciones de humedad hacen a este lugar siempre verde. A veces, dentro de los valles llueve y afuera no cae ni una gota”, explica José Luis.
La reserva está repleta de vertientes que se van descubriendo a lo largo de los senderos y que concluyen en el río El Cajón, que más abajo se transforma en el San Antonio, uno de los principales afluentes del dique San Roque que alimenta de agua a las grandes localidades del Valle de Punilla.
Hoy la reserva trabaja con un plan muy exhaustivo sobre el cuidado del ambiente y la preservación del ecosistema. Por ejemplo: tienen un sistema de biodigestores para el tratado de aguas servidas o negras. Así extraen humus para la huerta y agua filtrada para regar frutales. También clasifican la basura y controlan especies exóticas invasivas, como la rosa mosqueta.
“Es una reserva natural porque cuida y preserva. Esto es resultado de un gran trabajo, ya que antes las tierras se usaban para cría de ganado. Se lograron muchas cosas como el florecimiento de más vertientes, más flora nativa, más pastizales y la recuperación del bosque nativo”, detalla. Todas las actividades que propone la Reserva Privada Valle de los Lisos son de turismo aventura. Tienen 32 tours que varían de acuerdo a las actividades –trekking, espeleoturismo, canyoning– y al público dirigido –familias con niños, adultos con experiencia, personas con movilidad reducida–.
Como estar en otro lugar
Las salidas se hacen con guías habilitados por la Agencia Córdoba Turismo y los turistas pueden elegir visitar el lugar por el día o pernoctar. En la reserva hay un hotel, habitaciones modulares, departamentos y una casa de campo de 1886, con servicio all inclusive.
“El viajero viene a vivir una experiencia que va más allá de las expectativas. La idea no es que se vayan satisfechos, sino deleitados. Los lugares y los paisajes se complementan con vivencias del lugar”, explica José Luis.
Cualquier persona que visite el Valle de los Lisos se va a llevar la impresión de estar en algún otro lugar. Podría ser en una escena de alguna película o en un paisaje de un valle suizo sin nieve.
Sin embargo, los criollitos calentitos al terminar la caminata, los aromas a hierbas serranas que acompañan cada paso del camino y la tonada de José Luis le harán recordar que ese paisaje que maravilló hasta a los fotógrafos de National Geographic, está, sin dudas, en Córdoba.
Fuente: La Nación