Bastó con que el hombre prehistórico descubriera el fuego, para que comprendiera que no sólo le serviría para lograr calor y cocer alimentos, sino que lograba mediante las llamas iluminar sus cavernas en las noches. La luz solar se aprovecha durante el día.
La llama fue el primer medio de iluminación utilizado por el hombre desde muchos miles de años anteriores a Cristo. Unos 500.000 años antes de Cristo aprendieron a encender la llama para aclarar las tinieblas.
Se han encontrado vestigios de fogones y hogares, en los que probablemente se usaba madera, carbón de leña y grasas animales como combustibles.
Se estima que hace unos 50.000 años apareció el primer candil propiamente dicho, alimentado con aceite o grasa que convivió con las teas y las velas.
Corría el año de 1882; eran casi las nueve de la noche y Thomas Alva Edison daba los últimos toques a su central eléctrica. Las calderas de vapor estaban a su presión de trabajo y las barras de cobre listas para recibir los 100 volts de corriente continua. A una señal de Edison, sus ingenieros abrieron las válvulas, el vapor empujó los émbolos de las máquinas de vapor y los generadores acoplados a ellas comenzaron a girar y a emitir su característico zumbido. Momentos después, el gran inventor cerraba el interruptor principal y en la calle Pearl de Nueva York desaparecía la oscuridad al brillar en ella dos largas hileras de focos que el propio Edison inventara unos meses atrás.
…..A la mañana siguiente, los principales diarios daban a conocer al mundo la noticia con titulares como éste: “Se hace la luz en Nueva York, pero es la luz eléctrica de Edison, que convierte la noche de la calle PearI en día”.
Los primeros pobladores de este lugar del país, tenían como iluminación natural las espléndidas lunas llenas, que ponían algo de transparencias en las retinas de los vigías oteando los puntos cardinales, para adivinar o vislumbrar la llegada del indio. Cuando las noches comenzaron a extenderse junto a una geografía elemental, se procuraba que, dice Helen (María Beatriz Serruya) en el suplemento editado por “La Nueva Provincia” por el 170 aniversario de Bahía Blanca, “candiles y velas fueron las primeras luces que le robaron un retazo de sombra a la sombra”.
Promediando el siglo XIX, se trajeron a la ciudad, las columnas con faroles a aceite, que habían sido reemplazadas en Buenos Aires, a los que sucedieron los que quemaban querosén o alcohol.
Hubo un intento particular de una sala de espectáculos hacia fines de siglo, con un generador de energía eléctrica. Transcurriendo el nuevo siglo, se colocaron en las calles céntricas de Bahía Blanca, decenas de lámparas eléctricas y se extendió, de a poco, a los negocios y casas particulares. Hubo una vuelta al alumbrado público a gas, proveniente del gasómetro ubicado en Villa Rosas.
En nuestro pueblo, antes de la instalación de las usinas productoras del suministro eléctrico, un emprendedor vecino, el señor David Rocca, propietario del Mercado Rocca, había instalado, en 1923, en el patio de su domicilio un generador de corriente, que además de alimentar su hogar y el mercado que lleva su nombre, se extendía a comercios y vecinos no sólo aledaños, sino de algunas manzanas colindantes. Esa mejora permitió, en 1924, la realización del primer carnaval con luz en Ingeniero White. Otro de los adelantos del señor Rocca, fue un molino semisurgente, que alimentaba con agua además de propias instalaciones a las casas de sus vecinos. En homenaje a uno de sus descendientes que continuó la obra de modernización iniciada por don David, una calle, un pasaje de nuestra localidad, ostenta su nombre, Luis Alejo Rocca, ya que fue el encargado de adquirir, subdividir en lotes y permitir que familias trabajadoras tuvieran donde asentar su viviendas
USINA
Las exportaciones exigían ampliar las instalaciones portuarias y su puesta en óptimas condiciones de trabajo exigía la provisión de energía eléctrica; por ese motivo el Ingeniero Guillermo White con fecha 18 de noviembre de 1902, solicitó las autorizaciones oficiales al gobierno nacional, para construir una usina al suroeste de la estación de pasajeros.
Con ello se aseguraba la operatividad de las instalaciones recientemente construidas en el puerto, como las cintas elevadores de cereal, guinches, etc., así como el suministro para las dependencias ferroviarias, estación, playa de maniobras, talleres, galpón de máquinas y la nueva estación de pasajeros, que estaba proyectándose.
Un mes después fueron aprobados los planos de la futura usina que venía a reemplazar a la provisoria y se construiría frente al edificio de Resguardo y Aduana, donde pasaría, tiempo después, el Puente La Niña.
En 1908 se inició la construcción de la usina, encomendada a un contratista que ya había realizado varias obras para las empresas Ferrocarril del Sud y Bahía Blanca Noroeste y que fuera coincidente con la edificación de la usina en el sector de Loma Paraguaya.
En esta localidad, se realizaría en tierras ganadas al mar y tendría las siguientes características:
El edificio constaría de dos grandes naves, apareadas, y construido en ladrillo visto, con cubiertas de chapa, a dos aguas (cada nave), siguiendo el típico diseño de las construcciones industriales inglesas de la época.
Una de las naves contendría la maquinaria de la Usina (calderas, generadores, transformadores, cuadros de mando, etc.), el Taller de Electricidad, y en el extremo norte la oficina general, de mecánica y de electricidad.
Esta nave tendría un puente grúa, de 30 toneladas., desplazable a lo largo del taller.
La otra nave, de menor longitud (54 metros contra 70 metros de la anterior), sería utilizada para Taller de Mecánica, con una serie de máquinas afines a esa actividad, como son los tornos, agujereadoras y otras.
Una vía decauville (que lleva ese nombre por su creador Paúl Decauville y tiene la particularidad de poder ser montada y desmontada rápidamente), recorrería interiormente el taller de mecánica, y además se conectaría exteriormente, con el taller de electricidad.
También sería en ladrillo visto una gran chimenea, como tiraje de las calderas, de unos 50 metros de altura. La obra estuvo a cargo del constructor local José Rión, bajo la dirección del ingeniero Alberto Pringles, responsable de otros trabajos relevantes en el puerto, como la construcción de los elevadores de chapa.
Los volúmenes de sus galpones contrastan con la esbeltez de la chimenea; al valor propio del ladrillo se le suman distintas ornamentaciones como los arcos de las ventanas que le dan al edificio mejores terminaciones y mayor jerarquía.
Construido en sobrio estilo inglés, el edificio presenta características excepcionales, no sólo por sus dimensiones, sino por su estética y funcionalidad. En cuanto a las primeras, posee 3.000 metros cuadrados de superficie útil, se eleva catorce metros sobre el terreno, sus paredes tienen un metro de espesor, los cimientos fueron realizados en hormigón a una profundidad de 8 metros.
Sobre el remate de la chimenea, al finalizarse su construcción, se colocaron las banderas Argentina e Inglesa, el 29 de junio de 1908.
Los fuegos de las calderas eran alimentadas con carbón de piedra, importado por el FCS desde Inglaterra.
Se contaba también con los depósitos correspondientes para almacenar al carbón que, obviamente, llegaba al lugar por vía marítima.
La nueva usina fue ubicada al sureste de la estación Ingeniero White, cercana al muelle Nro. 2 en el que se construyeron los elevadores de chapa (Nº 1 y Nº 2).
Como vemos, en ese período, el Ferrocarril Sud (FCS) construyó tres usinas en el complejo ferro-portuario de Ingeniero White, la provisoria, la aprobada en 1902, y finalmente la de 1908.
En planos del FCS del año 1936 la construcción era nombrada como ´edificio de la ex usina de Ingeniero White´, por lo que suponemos que, por esa fecha (o antes), la usina eléctrica ya no prestaba servicios como tal. En cambio los talleres siguieron en plena actividad.
Posiblemente al ponerse en funcionamiento la Usina del Castillo, construida por Empresas Eléctricas de Bahía Blanca, las instalaciones del FCS fueron servidas por la misma. El edificio de la ex Usina del FCS está en pie pero, lamentablemente, sus instalaciones abandonadas, no han escapado a los actos vandálicos”.
SOCIEDAD COOPERATIVA DE LUZ Y FUERZA LIMITADA
Un grupo de vecinos progresistas, reunidos bajo el ideal cooperativista, se propusieron dotar a Ingeniero White de una usina productora de energía eléctrica. Fue, luego de infructuosas tratativas realizadas ante el FCS, por las fuerzas vivas, los medios y las autoridades municipales, para que la usina ferroviaria, proveyera de luz a la población.
La modesta usina logró en 1928, una planta motriz con tres motores de 560 caballos de fuerza y una red de distribución hacia todo el pueblo, suministrando el servicio a los asociados.
Había sido fundada el 21 de diciembre de 1924 y se puso en funciones oficiales el 1 de enero de 1926. Ese mismo año la red eléctrica había sido tendida hasta el Boulevard XX.
El primer consejo de administración, se denominaba directorio y era presidido por don Antonio Valle, que fuera factotum de la creación del cuerpo de Bomberos Voluntarios de Ingeniero White y se repiten, entre los demás miembros del cuerpo, en esta comisión inicial, apellidos fundamentales en otras instituciones de la localidad, como Usandizaga, Lemus, Nielsen, Troncoso, Natali, Lago, Stacco, y otros.
Cuando a nivel general se tomó conocimiento que era un emprendimiento rentable la explotación del suministro de la electricidad pública, la entidad tuvo que enfrentar factores tan adversos como influyentes, que intentaron desacreditarla y desplazarla de la localidad poniendo a prueba, su estabilidad y acreditación en el pueblo con su organización cooperativa.
Había sorteado todo tipo de escollos y hasta tuvo que enfrentarse a los poderosos grupos extranjeros que encabezaba el Ferrocarril del Sud, quién se dio cuenta que perdía un muy buen negocio e intentó por todos los medios desplazar a la cooperativa.
La cooperativa con el apoyo de los vecinos y propietarios, consigue retener el suministro hasta que la despareja lucha de intereses favorecida por los gobiernos de turno, hicieron que su preponderancia fuera en declinación, hasta desaparecer, pasando entonces la entidad a manos de la Empresa Eléctrica provincial.
EX USINA GENERAL SAN MARTÍN
Un grupo vinculado la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad de la ciudad de Buenos Aires, denominado Empresas Eléctricas de Bahía S.A. obtuvo por parte del municipio bahiense la concesión del servicio de electricidad para las necesidades de la ciudad y barrios que la compone. Para ello compran las instalaciones de la Compañía Sudamericana de Luz y Fuerza Limitada, en Loma Paraguaya que, ante el incremento de consumo, principalmente de las nuevas industrias radicadas, resultaba insuficiente para abastecer el crecimiento sostenido del cada vez y mucho menos al pequeño villorio. En el paquete se incluyen además todos los bienes de esa empresa.
Por esa razón se promueven los pasos para solucionar este déficit de energía. La nueva empresa solicita y obtiene el concurso del arquitecto Molinari, que había realizado trabajos de ampliación de la cobertura eléctrica en las zonas capitalinas. Se determina el lugar conveniente para la localización y se adjudica la obra a la empresa Geopé. Es un típico y auténtico castillo de estilo Tudor, como los construidos en Inglaterra durante los siglos XV y XVI. Y ese lugar era ocupado en ese momento por el mar. Se logró una base de sustentación, con el hincado de setecientos pilotes hasta encontrar el suelo de roca o piedra y la edificación se dio por concluida en 1932.
Los materiales fueron logrados a través de la Compañía Ítalo, traídos, en su gran mayoría desde Italia, rompiendo una regla, casi establecida, de dependencia con el abasto de materiales y capitales ingleses, para las grandes obras.
“A pesar de que muchos refieren a su estilo como inspirado en el gótico, sobretodo por la aparición de arcos ojivales, el mismo responde a los lineamientos de la arquitectura medieval propia del Románico lombardo, lenguaje adoptado por la Compañía Italo Argentina para sus usinas, estaciones y subestaciones, tanto en la ciudad de Buenos Aires, como Bahía Blanca, siendo una de las primeras empresas en adoptar una imagen corporativa a través de su arquitectura. A fines del siglo XIX, ese estilo era considerado como un estilo nacional en Italia” (“Páginas urbanas” por Mario Minervino).
Se dio a la edificación el carácter de fortaleza y energía, revelado por los detalles de construcción.
Se trazaron así, una obra escalonada hacia arriba, para culminar en la torre almedanada. Los planos de la obra detallaban hasta las formas y la ubicación de las “falsas” piedras.
Una cuidada imitación de piedra en grandes paños, le da un aspecto medieval, donde uno se imagina que va a aparecer un centinela, en las alturas, con el grito de “¡Buque a la vista!!”.
Cada superficie presenta rasgos, dignos de ser analizados y comprendidos en su magnitud. En el libro “Patrimonio urbano y arquitectónico de Bahía Blanca” se dice al respecto: “Llama la atención, sin embargo, una zona que en algo parece recordarnos un chalet, con sus techos de tejas y una falsa logia que vincula esta parte con los fuertes arcos de la planta inferior.
Mil y un detalles pueden analizarse ya que cada ángulo nos muestra alguna faceta digna de tenerse y tener en cuenta. Entre ellas se destaca la advocación a San Jorge y la inclusión de un hastial que forma el techo de tejas de una escultura apoyada sobre una superficie plana. (…) Esta obra titulada “San Jorge y el dragón” fue realizada por el artista italiano Troiano Troiani, quien, luego de estar en varias ciudades europeas, llegó al país en 1914.
Es posible que haya sido donada por dos italianos los directores generales Juan Carosio y Agustín Zamboni de las empresas Ítalo y Eléctricas de Bahía Blanca. Muestra a San Jorge montando brioso caballo a punto de clavar su lanza en la boca del dragón. El momento es captado con el mayor dramatismo. El rostro sereno del santo se contrapone con la feroz cabeza del animal agazapado bajo la figura del caballo. La lanza constituye la línea principal de la composición acompañada por el cuerpo del hombre y contrapuesta con el eje del caballo. De esta manera el tenso dinamismo de la escena mítica se ve perfectamente equilibrada por la composición .(..) La estatua se ubica entre decenas de columnas neoclásicas que le dan un toque de distinción al inmueble”.
Inaugurada el 1 de octubre de 1932, se abastecía con fuel oil recibido de los barcos, que atracaban en el puerto, o por ferrocarril. Tenía la posibilidad de usar carbón, pero su provisión era de muy difícil concreción. En los años 40 bloqueadas las salidas de cereal y la llegada de barcos petroleros, sus calderas quemaron granos como combustible.
“De paseo por Ingeniero White uno no puede dejar de sentirse conmovido cada vez que tiene oportunidad de ver el viejo edificio que alojara a la que fuera Usina eléctrica de nuestra ciudad a partir de 1932 y hasta entrada la década del 90.(…) Declarado Patrimonio Provincial y propiedad del municipio, sigue pasando el tiempo sin que se logre poner en marcha un plan de intervención que permita recuperar esta verdadera maravilla de la arquitectura portuaria, singular en sus formas, y testimonio de la historia de la ciudad.” (“Páginas urbanas” por Mario Minervino)
Años ha, desechada por la construcción de la nueva central termoeléctrica, abandonada por las autoridades provinciales bonaerenses que se habían hecho cargo, cuando culminaron – o se anularon – las concesiones; olvidada y depredada, ha pasado al ámbito municipal, desde donde se intenta, convertirla en ámbito de funciones sociales de cultura y a la renovación de la memoria de los buenos tiempos que ya no están, con el nombre de FerroWhite, para lo cual se realizan actos que reviven hechos cotidianos pero fundamentales de las raíces whitenses. Pero esa es otra historia que, seguramente, merecerá un tratado particular y más pormenorizado.
CENTRAL ELÉCTRICA COMANDANTE LUIS PIEDRABUENA
Cuando Bahía Blanca, festejaba los ciento cincuenta años de existencia, se comenzó a hablar de otra superusina, en Ingeniero White. En agosto de 1979, ocupando dictatorialmente la gobernación de la provincia de Buenos Aires, el general Ibérico Saint Jean, comenzó el relleno del terreno, en cercanías del bulevar Juan B. Justo, lugar elegido para la nueva “superusina” eléctrica.
Considerada, junto con el dique y acueducto de Paso de las Piedras, como una obra clave para el desarrollo industrial de Bahía Blanca, la usina sería la obra más importante (por su costo) construida por la provincia de Buenos Aires en toda su historia.
Había sido pergeñada con la tecnología más avanzada del mundo, pero para ser erigida en los suelos siberianos de la Unión Soviética y hubo que adaptar el proyecto para ser implantarla en nuestro pueblo. Fue construida por la empresa Ansaldo Argentina, con sede en Italia, según los requerimientos técnicos de la Dirección de Energía de la Provincia de Buenos Aires.
La Central Termoeléctrica “Comandante Luis Piedra Buena” (CTBB) ocupa 60 hectáreas de Ingeniero White, en terrenos ganados al mar, mediante un sistema de refulado y relleno, comenzando sus operaciones en el año 1986.
Su potencia es de 620 MW, que representa escasamente el 5% del consumo total del país y que se entrega a la red de 500 KV del Sistema de Interconexión de la Red.
Cuenta con dos turbinas de vapor de origen ruso y el combustible usado hasta el presente, fue el gas y el fuel oil, habiéndose previsto su funcionamiento con carbón, que requeriría una costosa y profunda modificación de operatoria, en especial, para el acopio de carbón, además del deficiente abastecimiento y para las adecuaciones en las emisiones de excedentes de la combustión que necesitarían una inversión cercana a los cien millones, que haría totalmente ineficaz la ecuación comercial.
El costo de esta superusina superó los 1355 millones de dólares estimados a priore. Como otras grandes obras realizadas fue una pesada carga que todavía soporta el país.
Lo que fuera presentado como el símbolo del progreso inmediato, pronto resultó una gran brasa ardiente, que nadie se atrevió a mitigar y que como siempre sucede, el hambre de la población, sostiene en el tiempo esa erogación desde las arcas oficiales.
El gobernador Alejandro Armendáriz, estableció en su momento que con un gravamen, del 5,5 %, en la facturación de los servicios de EDES, la empresa encargada del suministro en la provincia de Buenos Aires, se solventara la amortiguación de esa deuda que quedó por la construcción de la Central Eléctrica Luis Piedrabuena.
Finalmente quedó la deuda y el gravamen pero la usina fue vendida por un vuelto.
Pese a que su costo de construcción superó ampliamente la cifra aludida anteriormente, la central la Central Piedrabuena fue adjudicada por 30 millones de dólares al grupo Sodigem —integrado por Camuzzi y los estadounidenses CEI Citicorp y Pacific. Luego pasó a manos del grupo rosarino Albanesi, que, con el apoyo financiero del fondo estadounidense Bell, en 2004 pagó u$s 25 millones por la generadora. Por su parte Pampa Holding, la empresa controlada por los Mindlin, que es dueña de varias centrales eléctricas y accionista de la transportadora Transener, adquirió hace poco tiempo la Central Piedrabuena por u$s 85 millones.
Al Estado le quedó una deuda con el Banco Provincia que fue un préstamo tomado para el desarrollo de la Central Luis Piedrabuena. Esa deuda no la asumió EDES, sino la provincia.
Con las disposiciones de cobro en la facturación, de EDES y otras empresas, iniciada por el ex gobernador Armendáriz y copiadas por sus sucesores, la provincia obtiene $ 130 millones de pesos de los $ 180 millones, que es lo que anualmente se destina a la cancelación de ese préstamo.
Si se tiene en cuenta que el adicional rige desde hace 22 años, se habrían recaudado 2.860 millones de pesos. Sin embargo se habrían amortizado más de 1000 millones y todavía quedan 3.382.788.202 millones de pesos de deuda.
Un diputado provincial afín al oficialismo, que prefirió no ser identificado, explicó que la negativa para derogar y ordenar estas leyes y a transparentar qué se debe y cuánto se pagó, se origina simplemente, en la formidable recaudación que genera para el Estado, la gabela incluida en los servicios. Ya que no sólo se percibe por esta obra sino que también se cobra por la Central de Bombeo de Laguna La Brava y por la Usina Popular de San Pedro con la denominación de “Fondo Especial de Grandes Obras Eléctricas Provinciales”, a la orden de la Dirección de Energía de la Provincia
En el quinquenio 1999/2004, esta usina, sólo estuvo en marcha un total de 18 meses y, en ese lapso, distintas Organizaciones No Gubernamentales (ONG) ambientalistas han manifestado inquietud por las cenizas y asbestos generados y preocupación en relación a aspectos del funcionamiento de la usina, señalando que la misma tiene tecnología anticuada.
Cuando se realizó la edificación de la Central Comandante Luis Piedrabuena, eran materias olvidadas las ideas que pergeñaron los dos grandes castillos de los Elevadores de Granos y la ex Usina General San Martín, con atractivos vecinales y turísticos. De no ser por su monumentalidad, especialmente de la chimenea, de 152 metros, listada en anillos rojos y blancos, que se avista desde cualquier punto cardinal desde donde se ingrese a la ciudad de Bahía Blanca y de las enmarañadas columnas y tendidos eléctricos, la edificación es de una chatura creativa consistente en grandiosos paralelepípedos, cuyas caras laterales son aun más sombrías pintadas de un lúgubre color negro. Las moles oscuras de sendas calderas duplican la elevación de la enorme sala de máquinas de treinta metros de altura y casi ciento cincuenta metros de largo.
El área que abarcan las diferentes construcciones supera las 70 hectáreas fue rellenada, con el aporte de dos millones de metros cúbicos de material proveniente del dragado del canal principal del puerto.
Las calderas encargadas de transformar combustibles en energía térmica que transfieren al agua, producen vapor del orden de 250 atmósferas y 540° de temperatura; han sido fabricadas por la empresa alemana Babcock.
Las turbinas de origen ruso, transforman la energía térmica aportada por el vapor, en energía mecánica.
La sala de control es el fiel reflejo del alto grado de automatización que posee ésta central. Los circuitos de cámaras permiten ver el comportamiento de los 24 quemadores de las calderas.
Sin embargo los llamados “pequeños incidentes” perturban y hasta mantienen en vilo a la población, altamente sensibilizada, ya que irrumpen en sobresaltos sonoros y con razón temen que se repitan consecuencias mayores de las que la fortuna ha evitado. Además y ante la posibilidad de escasez en la provisión de gas, la utilización de carbón como combustible en la termo eléctrica, formarán un cóctel explosivo, donde la es la menor contingencia o el más ínfimo descuido, pueden ocasionar el último desastre y el punto final de nuestra historia.
Redacción: Tino Diez
Fuentes : www.educar.org/inventos.
http://ar.geocities.com/ferrocarrilpagochico/boletin22.htm
Libro por el Centenario de Bahía Blanca, publicado por EL PUERTO (1928)
http://www.nochebahiense.com/bahia-blanca_economicas-puertos.asp#usinas
http://sepiensa.org.mx/contenidos/luzelectrica/luz1.htm :”Y se hizo la luz …eléctrica”
Grupo “Salvemos el castillo”
Un agradecimiento especial a mi amigo Norberto “Bocha” Morresi, por su importante colaboración.