La adenosina es la responsable de la presión del sueño. Cuánto más adenosina se acumula en el cerebro, más sueño sentimos. Esto mismo se da de manera natural a lo largo del día. De la misma manera, el GABA es una de las principales sustancias químicas que miden el descanso, interviniendo tanto en la generación del sueño REM (Rapid Eye Movement) como del NREM (No Rapid Eye Movement).
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El sueño: cómo se divide
El sueño se compone de dos grandes ciclos. Durante la primera etapa, llamada NREM, las personas pasan de estar despiertas a ralentizar la actividad del cerebro y alcanzar un sueño más profundo y reparador.
Luego, con el sueño REM, que ocurre en las últimas horas al dormir, los ojos se mueven rápidamente y la actividad cerebral está despierta, con la diferencia que los músculos se encuentran paralizados para evitar los movimientos del sueño. La etapa REM es fundamental, ya que permite procesar y consolidar emociones, la memoria y el aprendizaje durante el día.
¿Cómo influye el consumo de alcohol en el sueño?
Según lo que dice la experta, “el sueño inducido por el alcohol se caracteriza por un aumento del sueño profundo, una reducción del sueño REM y despertares más frecuentes durante la noche”. En esta situación lo que puede pasar es que te duermas más rápido después de beber, pero despertándote más a menudo.
Esto provocará no solo un descanso insuficiente, también efectos a largo plazo. “Al dormir tras haber consumido alcohol recientemente, suprimimos procesos naturales. Por eso es normal que las personas se sientan ansiosas o nerviosas al día siguiente de beber”, asegura Schnorbach. Y agrega: “ellos no tuvieron la oportunidad de ordenar sus emociones y recuperarse de las experiencias diarias, como lo harían normalmente”.
Además se pueden sumar problemas como parálisis del sueño, pesadillas o terrores nocturnos. Frente a la inflamación de tejidos, puede ser que se ronque con más frecuencia y aumenten también los síntomas de apnea.
Fuente: Ambito