Luego de años y años de investigaciones científicas sabemos que, además de la barrera cutánea, hay otra línea de defensa que protege la piel de las agresiones externas: La flora cutánea. Está formada por bacterias que están presentes de forma natural en el cuerpo humano: Se calcula que unos 200 g de nuestro peso son bacterias que habitan nuestro organismo y que, en global, tenemos el mismo número de células humanas que de bacterias.
Los sitios donde encontramos más bacterias son el colon, luego la placa dental, la saliva, el intestino delgado y la piel. La flora cutánea ejerce un papel protector en la piel ya que compite con los microorganismos patógenos e impide o dificulta que ellos crezcan o se reproduzcan. Además de llamarse flora cutánea, también se conoce como microbiota (conjunto de microorganismos vivos que tenemos de forma normal en el cuerpo) de la piel, o microbioma (el genoma de la microbiota, es decir, el conjunto de genes de los microorganismos que habitan en nuestro organismo) cutáneo.
¿Qué pasa si la barrera defensiva se debilita?
Los patógenos se instalarán con más facilidad produciendo inflamación e infección a corto plazo y, a largo, envejecimiento. Si el microbioma está desequilibrado, aunque restauremos la barrera cutánea, los síntomas de deshidratación y sensibilidad volverán a aparecer e incluso tenderán a agravarse que asegura que, para mantener una piel saludable, necesitamos reforzar la función barrera y mantener el equilibrio del microbioma cutáneo.
Los prebióticos tienen un efecto calmante, suavizando la piel y disminuyendo la reactividad cutánea, eliminando de ese modo la sensación de tirantez; protegen, equilibrando el pH y protegiendo frente a desequilibrios y estrés, los cuales provocan inflamaciones, rojeces e imperfecciones; hidratar, permitiendo mantener equilibrio entre la pérdida de agua y las reservas, evitando la descamación de la piel; tiene un efecto antiarrugas, ya que suaviza el micro-relieve de la piel, esta se reestructura y las arrugas por deshidratación disminuyen; produce una acción tensora inmediata, proporcionando luminosidad y un efecto lifting inmediato; y tiene efecto anti polución, ya que forma
Existen factores, tanto internos como externos, que pueden alterar este equilibrio bacteriano de la piel. En los factores internos, uno de los más frecuentes es la dermatitis atópica, y de los externos, es el exceso de limpieza, que debilita la flora normal y protectora, por eso, es importante evitar un lavado excesivo de la superficie cutánea.
No contamos con estudios que manifiesten el beneficio real de las cremas con prebióticos, pero existe más evidencia de la posible eficacia de los probióticos orales en la regeneración de la flora y su beneficio en pacientes con dermatitis atópica.
La incorporación y uso diario de prebióticos, aplicados localmente, puede influir para bien en la composición y el equilibrio de la ‘comunidad’ cutánea. Ellos protegen y hacen que la piel se vuelva más resistente a las afecciones en general y a la inflamación que generan ciertas enfermedades, como pueden ser la psoriasis o la rosácea.
Como con cualquier producto de uso cosmético, siempre es fundamental la visita previa a un dermatólogo para que indique cuál es la mejor opción para el tipo de piel y cómo incorporarlo de forma correcta en la rutina diaria.
Cirujana estética (MN122.975)
Fuente: Ambito