Cuando se tomó la decisión de privatizar el complejo petroquímico de Bahía Blanca, a fines de 1995, la petrolera hoy reestatizada se asoció con Dow -y también con la japonesa Itochu, hoy ya retirada de la Argentina- para adquirir esos activos.
Tras algunos cambios en la participación accionaria de cada empresa, YPF mantuvo para sí un 28% del complejo -hoy denominado PPB Polisur- y la compañía norteamericana se quedó con el 78% restante. La sinergia entre ambas organizaciones funcionó virtuosamente: la petrolera aportó el know how relativo a la extracción de gas y Dow, el tercer player de la industria petroquímica mundial, incorporó tecnología de punta para industrializar el fluido. La mayoría de los profesionales que formaron parte de ese tándem destacan la complementariedad de ambas compañías.
Sin embargo, en enero de 2005, en el marco de una estrategia de concentración en el upstream de hidrocarburos, Repsol decidió desprenderse de su porcentaje en la sociedad. La decisión se tomó en Madrid a contramano del pensamiento generalizado de técnicos de carrera y mandos medios de YPF, que interpretaban que la integración con el negocio petroquímico era un salvoconducto para épocas de precios bajos del petróleo. Es que cuando el barril se deprecia, la rentabilidad se traslada al final de la cadena de valor: la petroquímica.
Muchos profesionales que formaban parte de ese staff siguen siendo parte de YPF. Fueron los primeros el celebrar el relanzamiento de la petrolera en el sector, concretado este año con la adquisición del 46% de Petroquímica Cuyo y del 50% de Petroken, las dos productoras de polipropileno del país.
La operación, que está cerca de ser aprobada por el organismo de Defensa a la Competencia de Brasil, es apenas el primer paso de un plan a mediano y largo plazo mucho más ambicioso. Durante su presentación en la exposición Argentina Oil & Gas (AOG), realizada en octubre en La Rural, Miguel Galuccio, presidente y CEO de YPF, esbozó algunos lineamientos de esa visión. “La Argentina tiene un gran potencial para aumentar la capacidad de nuestra industria petroquímica, lo que nos permitiría en un mediano plazo convertirnos en líderes y exportadores regionales”, enfatizó para luego profundizar: “Existe una importante oportunidad de mercado para abastecer no sólo al país sino también para convertirse en un key player regional, por la ventaja competitiva que supone la petroquímica en base a gas natural”.
Asociación estratégica
La segunda etapa de ese proyecto es reconstituir una asociación estratégica con un player internacional del sector para ganar terreno en el mercado petroquímico regional, fundamentalmente en el brasileño. En esa dirección, quien se lleva todas las miradas es la Dow Chemical.
YPF alcanzó el año pasado un entendimiento el año pasado con la compañía norteamericana para lanzar un plan piloto de shale gas en Vaca Muerta. Es la primera vez a nivel mundial que Dow hace pie en el upstream para desarrollar reservas de gas. Sumetié es la incorporación de valor a esa materia prima mediante la producción de derivados plásticos. En esa jugada inédita mucho tuvo que ver la buena relación que Galuccio trabó con Jim Fitterling, vicepresidente ejecutivo y virtual número dos dentro de Dow, que en agosto viajó a Neuquén para conocer los últimos avances en El Orejano, el campo donde ya se perforaron 10 pozos experimentales de gas de esquisto, que hoy produce cerca de 1,1 millones de metros cúbicos diarios (MMm3/d) del hidrocarburo.
El anhelo de un sector de YPF es que el desarrollo de gas no convencional sea el trampolín que permita, dentro de algún tiempo, reeditar la asociación Dow en el polo petroquímico de Bahía Blanca. “Queremos buscar una alianza estratégica con Dow para salir a competir por el mercado petroquímico en América latina. El modelo a seguir de integración es que llevaron adelante Petrobras con Braskem (la mayor petroquímica de Brasil)”, confió a este medio un alto ejecutivo la empresa reestatizada.
Fuente: NIcolás Gandini, Inversor.