Siempre en el terreno de las hipótesis y en la información que manejan algunos medios de prensa internacionales –tal el caso de Intelligence Online de Francia-, esta base militar le podría permitir a China controlar el paso entre los océanos Atlántico y Pacífico, para monitorear de esa manera las comunicaciones en todo el hemisferio, de acuerdo a lo que expresan nuestro colegas franceses.
Días atrás, Alberto Rojas, director del Observatorio de Asuntos Internacionales de la Universidad de Finis Terrae del vecino país de Chile, manifestó que “una eventual base china en Ushuaia le permitiría a Beijíng contar con un enclave permanente en el hemisferio sur, con proyección hacia el Atlántico Sur que, dependiendo de las condiciones negociadas con Argentina, le podría permitir la construcción de instalaciones, así como la presencia de unidades navales y contingente militar en este cuadrante. China podría interceptar todo tipo de comunicaciones regionales con un claro impacto económico y estratégico, además de obtener el potencial de mantener un monitoreo permanente del tránsito marítimo”.
El tema en cuestión había parecido olvidado pero las negociaciones, que son encabezadas por Shuiping Tu, un funcionario del Partido Comunista Chino radicado en Argentina, y representante de la empresa estatal HydroChina Corp en Sudamérica, sigue en pie de acuerdo a lo publicado por el medio francés, quienes sostiene que el funcionario chino habría logrado persuadir al gobernador de Tierra del Fuego Gustavo Melella, para que cambiaran su posición respecto a las inversiones chinas en la provincia.
Rojas advirtió que “en el contexto geopolítico, la presencia de una base china en Sudamérica se podría interpretar como una importante jugada estratégica de Beijín. El proyecto de la Franja y la Ruta (BRI) anunciado por China en 2013, busca tener una clara proyección hacia esta zona del continente. Y si esta base en Ushuaia se concreta, podría transformarse en la primera de muchas otras, tanto en la costa del Atlántico como la del Pacífico o la zona andina”, resaltó el Director del Observatorio.
“La BRI fue promocionada como una estrategia de desarrollo de infraestructura global y cooperación internacional, para permitir la injerencia de China en el financiamiento y la construcción de infraestructura, para montar una amplia comunidad de intereses compartidos en Asia, África y Latinoamérica. Sin embargo, en realidad busca aumentar el dominio y control chino sobre países en desarrollo”, agregó Rojas.
Sobre este tipo de actividades de la República Popular China, la agencia de noticias Reuters, destacó que un estudio de AidData, un laboratorio de investigación del College of William and Mary, en Virginia (Estados Unidos), que analizó 13.427 proyectos respaldados por China en 165 países durante 18 años, por un valor de 843.000 millones de dólares, aclara las intenciones de Beijín.
El estudio encontró que un número creciente de proyectos respaldados por China están suspendidos o cancelados desde el lanzamiento de la BRI, con evidencia de “remordimiento del comprador” en países tan distantes como Kazajstán, Costa Rica y Camerún, por preocupaciones en torno a corrupción, infracciones laborales, contaminación ambiental y protestas públicas.
En la actualidad, la República China tiene tres enclaves operativos en el extranjero, siendo el más conocido el de Djibouti, en África oriental, que nació a partir del combate a los piratas somalíes que atacaban los barcos de carga que circulaban por el Golfo de Adén. Esto le permite una presencia estratégica y permanente en la ruta que conecta el mar Rojo con el océano Índico.
Rojas además detalló que “también está la base naval de Ream, en Camboya, donde China tiene una importante proyección en la zona del sudeste Asiático, y un alto nivel de autonomía tanto en la base como sus alrededores, al punto que ya construyó un nuevo puerto. Y está la base en Tadjikistán, en construcción en la región autónoma de Gorno-Badakhshan, que comparte fronteras con China y Afganistán, con la cual Beijín busca reforzar su presencia en Asia central”.
A ellos se suma la estación espacial que China tiene en Neuquén, Argentina, sobre la cual la General del Ejército de los Estados Unidos Laura J. Richardson manifestó que “yo lo veo así: son instalaciones de un gobierno autoritario, que no deja que los argentinos accedan a ellas, excepto si van de visita. ¿En qué andan? Ellos (China) no tienen las mismas preocupaciones que nosotros en términos de libertad y de un hemisferio occidental libre, seguro y próspero. Me preocupa. Y está manejado por una empresa del Estado y del Ejército Popular de China. ¿Para qué están usando esa instalación?”, finalizó la Gral. Richardson, hace pocos meses.
Fuente: Pescare.com.ar