De más está decir de los enormes sacrificios que realizan todos los trabajadores que se desempeñan en la industria pesquera. Frío, lluvia, calor, cansancio, en muchas ocasiones no hay sábados, no hay domingos, no hay feriados, no hay cumpleaños ni reuniones familiares y no hay fiestas en los colegios de sus hijos.
Ese sacrificio por llevar el pan a su casa tiene sus frutos, claro está. Desde todos y cada uno de los que están en una planta, pasando por los que están en una embarcación, más aquellos que están al pie del muelle para descargar un barco, donde no solo se trata de “hacer fuerza”, sino que en esa tarea que no es para cualquiera, se requiere de atención, concentración y precisión.
Para muchos de ellos es un sistema automático, porque lo aprendieron de su padre, de algún tío, de un hermano, de un amigo o simplemente de un compañero de trabajo dispuesto a dar una mano enseñándole los vericuetos de la profesión.
Esta introducción, con muchas palabras pero tal vez escasa en descripción, es para los estibadores portuarios. Todas esas características y cualidades enumeradas pueden ser pocas, por que como tantas otras tareas en los puertos, podemos conocer la teoría, pero no la práctica.
Un 21 de diciembre, hace ya 64 años, se creaba a nivel nacional el sindicato que los agrupa, es por eso que hoy se celebra su día.
Su profesión está considerada como uno de los trabajos de mayor riesgo en todo el mundo y es por eso que la evolución ha hecho que se mejoren algunas condiciones laborales. La columna, la cintura y los discos es parte de los costos que en su labor el trabajador de la descarga somete a esfuerzos casi inhumanos.
Los cambios del tipo de cajones, el uso de guinches y grúas, algunas maquinarias, de algún modo han podido alivianar la tarea de estos sacrificados trabajadores que no conocen de horarios y que tienen como su hábitat natural las bodegas, las cubiertas, los buques mismos y por supuesto los muelles, donde permanecen en ocasiones más tiempo que en su propia casa.
Fuente: Pescare.