Es un clásico escuchar a alguien decir que se levantó contracturado, con dolor de espalda, de cuello o hasta de cadera. Sucede que si bien dormir, está asociado a un momento sagrado y reparador, lograrlo, muchas veces se hace difícil y son infinitos los factores que entran en juego. En este proceso, las posturas que se adoptan ocupan un rol fundamental e influirán para bien o para mal, en la salud y el bienestar de las personas a la mañana siguiente y a lo largo de su día.
Stella Valiensi, médica neuróloga del Hospital Italiano y presidente de la Asociación Argentina de Medicina del Sueño, explica que la posición que se lleva a cabo al momento de dormir, no solo condiciona el estado físico de los individuos en las horas posteriores, sino que también “influye en su ánimo porque una noche de mal descanso, ocasiona problemas colaterales que se ven reflejados en las actividades de todos los días”.
“Dormir tiene que ver con toda una serie de procesos neuronales, endócrinos y cambios metabólicos que ocurren durante una fase de nuestro día”, manifiesta Valiensi. Y es que se trata de una necesidad biológica e ineludible para restaurar el cuerpo del desgaste diario, “fortalecer el sistema inmune y mantener optimas las funciones vitales”, dice Valiensi Si esto no ocurre, la persona puede tener desde un mal desempeño a la hora de realizar sus tareas diarias, problemas de aprendizaje y hasta la memoria se puede ver comprometida.
Dicha instancia se asocia a una de gran relevancia para todos los seres humanos, en donde en conjunto con la buena alimentación y la práctica del ejercicio físico, se posiciona como uno de los hábitos de mayor trascendencia para mantener y aumentar la calidad de vida. En base a ello, hay un dato que puede sorprender, incluso resultar alarmante y dejar a muchos anonadados: una encuesta del Observatorio de la Deuda Social Argentina, reveló que una persona pasa en promedio el 35% de su vida durmiendo.
De todos modos, dormir no siempre está asociado a recuperarse y muchas veces, no es fortuito. El ritmo de vida agitado que reina por estos tiempos, cada vez más intenso y demandante, a veces dificulta este momento, entonces si bien se duerme, no se descansa de manera profunda. En otras palabras, la persona no logra relajarse. Pero esta situación de a poco se puede revertir: existen ciertas prácticas o rituales que pueden colaborar a que el descanso rinda y la persona se levante como nueva, y la postura juega un rol clave.
Cuál elegir
Boca abajo, de costado o hacia arriba, son sin dudas las más frecuentes, pero no siempre las más recomendadas, ya que son muchos los factores que se disputan y que se ven implicados en cada una. “Las distintas posturas traen de la mano una serie de ventajas y desventajas para todas las personas, sobre todo para los adultos, que dependiendo de sus características, estilo de vida y necesidades, se les sugieren en mayor o menor medida”, comenta Valiensi.
De cúbito
Dormir de cúbito, es decir, de costado, y sobre todo del izquierdo, figura en el podio de las más sugeridas. “El 60% de la población mundial confiesa adoptar esta posición y tener múltiples beneficios”, detalla la especialista. Entre ellos, resalta que alivia los ronquidos, las apneas, mejora la digestión y elimina todo tipo de toxinas del cerebro: “lo limpia”. A su vez, “mejora el apoyo de la cabeza y evita molestias en el cuello y la columna vertebral, porque de esta manera están alineadas”, agrega Valiensi.
Boca abajo
Permanecer boca abajo, puede resultar sumamente cómodo, pero entre sus contraindicaciones se encuentra que comprime el tracto digestivo, el cuello, debido a que la cabeza se ubica de costado, dificulta la respiración y por ende la “persona está más propensa a sufrir un colapso de la vía aérea o apneas de sueño”, sostiene Valiensi.
Boca arriba
Para la médica, dormir hacia arriba, se trata de la postura menos convencional y la que muchos prefieren esquivar y señala que pasar largas horas estático de esta manera, aumenta la predisposición a roncar con mayor intensidad y frecuencia, como así también a padecer dolores lumbares, de cuello y de espalda, ya que durante la noche estuvo rígida con todo el cuerpo apoyado en ella.
¿Pero, la lógica no indicaría que cada uno debería dormir en la posición que más cómoda le resulte? Para Valiensi, la respuesta es “no”, porque según dice, lo que te puede generar placer no siempre es bueno. De todas maneras, “es común que las personas se muevan mucho, a veces de manera involuntaria y que por ello, terminen durmiendo de manera desfavorable”, dice la médica. Igualmente, también especifica que en algunos casos, cuando se trata de una persona con algún tipo de enfermedad o patología, a veces por indicación médica, debe tomar ciertos recaudos adicionales,como por ejemplo, la inclinación del colchón o el tamaño de las almohadas.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la actualidad, se duerme una hora menos que hace 50 años y dos menos que hace 100. Por ello, recomiendan que los adultos deben hacerlo entre siete y ocho horas por día y los adolescentes y niños, aproximadamente nueve, una situación que no ocurre con frecuencia en tanto que el tiempo promedio de descanso ronda entre las seis y siete horas.
Recomendaciones extra para lograr un sueño reparador
Si bien las posturas juegan un papel importante, son varios los factores que también se pueden tener en cuenta a la hora de irse a dormir y que corresponden a la llamada “higiene del sueño”. A continuación, Valiensi brinda una serie de recomendaciones sencillas y prácticas para potenciar y exprimir al máximo este momento que tan bien hace.
- Almohada: colocarse una finita entre las rodillas:, relaja las piernas y evita su fricción.
- Colchón: rotarlo al menos una vez por mes, ayuda a que mantenga su estructura y evita que se amolde al cuerpo.
- Sábanas: cambiarlas todas las semanas, “así se mantiene la limpieza y frescura”, dice Valiensi.
- Alimentación: después de una ingesta importante de comida, lo ideal es dormir del costado izquierdo porque favorece la digestión.
- Luz y ruidos: un ambiente lo más oscuro posible y en silencio fomentará el descanso ininterrumpido y profundo.
“Dormir no siempre está ligado con el descanso. Hoy vivimos con una cantidad de estímulos que interfieren en esta actividad. Tener distintas conductas que ayuden a conciliarlo y a brindarle calidad, ayudarán a que las personas vivan y rindan mejor”, reflexiona Valiensi.
Fuente: La Nación