Es importante agilizar la logística, tener un uso responsable del agua y buscar la forma de poder reutilizarla, esto mismo es aplicable al uso de la energía eléctrica. Son muchas las acciones que se pueden hacer y la tendencia a nivel global es que las empresas adopten este camino. La producción vitivinícola no es una excepción y muchas bodegas están en la búsqueda constante de mayor sustentabilidad a la hora de encarar sus producciones.
Para Maximiliano Ortiz, enólogo jefe de la Línea Premium de Bodegas Trivento, “ser sustentables es una forma de encarar la empresa desde el momento en que se decide trabajar de esa manera”. Esa decisión tiene el objetivo de considerar el impacto que tienen las acciones de la compañía, tanto sobre las personas como sobre el medio ambiente. “Ser sustentable está en el ADN de Trivento, es una forma de ser”, afirma.
La búsqueda de un vino sustentable según Lourdes Casasola, coordinadora de Relaciones Comunitarias y Gestión Ambiental de Bodega Colomé, comienza “teniendo cuidados especiales en las prácticas que se llevan a cabo durante su elaboración”. Esto tienen que ver con el suelo, con la calidad, con el agua, energía, viñedos, personal de la bodega, entre otros. Generar una disminución de costos en los insumos, negocios inclusivos, reducción en las huellas de carbono e hídrica, entre otros. Para Casasola significa “contribuir a satisfacer las necesidades presentes sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.
En tanto, para Miriam Gómez, gerenta de Enología de Bodega Antigal, se trata de una responsabilidad. “Un compromiso que uno adopta en la manera de trabajar, que debe asumirse y trasladarse hacia todos los sectores que abarcan la cadena de producción y a su vez transmitirse a los consumidores. Es necesario contagiar ese compromiso a todos”.
En lo que respecta a los beneficios de apostar por un proceso de producción sustentable, estos se verán en la tierra, en los recursos humanos de la bodega y en la cuantificación económica en la línea de vinos. “Para el consumidor estas puestas en práctica son sumamente beneficiosas, no solo porque el producto es cada vez más natural, sino que nos da la posibilidad de ser parte de una toma de conciencia en el resguardo de nuestros recursos, y que claramente incide en la mayoría de nuestras decisiones al momento de comprar”, asegura el sommelier Marco Del Castillo Maldonado.
UNA GUÍA
En Argentina, la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR) junto al equipo técnico y docente de la Maestría en Responsabilidad Social y Desarrollo Sostenible de las Facultades de Ciencias Económicas y Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo, Mendoza) desarrollaron la Guía de Autoevaluación Sostenibilidad Vitivinícola Argentina.
Este trabajo obtuvo el reconocimiento de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) en el cual se establece la sostenibilidad como uno de los principales ejes a trabajar. El foco de esta guía esta puesto en la integralidad y la accesibilidad para facilitar su aplicación a todo tipo de organización vitivinícola, especialmente a las más pequeñas; y comprendiendo la importancia de este eje no solo desde su perspectiva ambiental, sino también social y económica.
Existen cinco principios generales de sostenibilidad que promueve la OIV y que sigue la Guía de Autoevaluación de la Sostenibilidad de la Vitivinicultura Argentina estos son: un enfoque sostenible que integra los aspectos ambientales, sociales y económicos; la vitivinicultura sostenible respeta el ambiente; la vitivinicultura sostenible es sensible a los aspectos sociales y culturales; la vitivinicultura sostenible pretende mantener la viabilidad económica y las iniciativas sostenibles requieren de una planificación y una evaluación.
Cabe destacar que la sustentabilidad no es algo absoluto, es un proceso de mejoras y perfeccionamientos constante, un camino que no tiene fin.
VINOS ORGÁNICOS
La categoría de vino orgánico es una certificación que se obtiene a través de entidades certificadoras. Permite el uso de productos químicos pero que no sean de síntesis ni de organismos genéticamente modificados y el foco esta puesto en la biodiversidad. Esto incluye hasta lo que es el packaging del producto. Apuntar a un producto reciclable o incluyo reciclado, vidrios de menor peso, cajas y etiquetas con menos tenor de pintura, entre otras cosas.
Post pandemia los vinos orgánicos tuvieron mucho auge, hubo una revalorización de este tipo de cultivo y se tiene mayor conciencia sobre el cuidado del medio ambiente. Hace unos años, era un grupo acotado de personas quienes buscaban este producto, hoy es un abanico mucho más amplio. Muchas veces en quienes buscan este tipo de productos hay una cuestión de valores y convencimiento en consumir productos más sanos y por otro lado a nivel salud, ya que hay una gran cantidad de enfermedades que derivan de los productos de síntesis.
La tendencia del consumo de vino orgánico a nivel mundial marca un crecimiento rápido en los últimos 15 años, sin embargo, a nivel local la velocidad de crecimiento es menor, pero aún así es en ascenso.
De acuerdo a un informe del SENASA, el 98,42% de los vinos orgánicos certificados se exportaron a mercados como la Unión Europea (63,9%), Reino Unido (14,31%), Suiza (3,06%), Japón (2,06%) y EEUU (1,01%). Solo el 1,58% de los vinos certificados orgánicos se destinaron para el consumo interno.
En línea a este crecimiento de los vinos orgánicos, la empresa certificadora Letis publicó en un informe que en 2005 había sólo 273 hectáreas de viñedos certificados como orgánicos en Argentina. En 2020 había 7.312 hectáreas en 76 bodegas argentinas, lo que significa un aumento de 2.578% en los últimos 15 años.
VINOS BIODINÁMICOS
La relación de respeto y convivencia en armonía entre la viña, el hombre y el terroir es posible. Es así como se trabaja en la producción de vinos biodinámicos en Argentina y el mundo, con la filosofía de ayudar al ecosistema a mantenerse en equilibrio y obtener de esa conexión una bebida de calidad.
Victoria Brond, enóloga de Bodega Alpamanta explica que la Agricultura Biodinámica se desprende de la antroposofía, que es una filosofía fundada a principio del Siglo XX, (antropo = hombre, sofía = Sabiduría) por Rudof Steiner (1861-1925), nacido en Austria y radicado en Alemania. De la antroposofía como idea madre se desprende también la Educación Waldorf, la medicina Antroposifica y otras ciencias.
La biodimamia ve al viñedo como un todo, como un organismo agrícola dentro del cual existen cuatro reinos: el reino mineral que es el suelo, el reino vegetal que en este caso es el viñedo, y todas las especies que coexisten en las coberturas vegetales de los suelos, los frutales, olivos y demás especies vegetales que se desarrollan de forma nativa o implantada en el ecosistema; el reino animal, que realiza un gran aporte al ecosistema abonando con su guano los suelos, realizando control de malezas y también haciendo un aporte energético importante.
Y el cuarto y último reino es el del humano, que completa el ecosistema y tiene una función social importante y viene con su Ego a intentar dominar los otros reinos. La idea es empezar a observar y no a dominar los otros reinos. Esa es la tarea del agricultor biodinámico.
En cuanto a los principios, para poder elaborar vinos biodinámicos es necesario contar con la certificación internacional Demeter, que exige como paso previo la certificación orgánica y es un proceso de al menos tres años. Es una forma de producción basada en el aprendizaje, observación y aceptación de los equilibrios naturales en donde no están permitidos el uso de sustancias químicas de síntesis ni en la finca ni en la bodega.
La idea primigenia es producir y elaborar sin el uso de productos externos, la biodinamia indica que las granjas tienen que generar lo que necesitan dentro de sí.
Fuente: Ambito