La ceremonia formal de apertura contó con la presencia del intendente Gustavo Bevilacqua, quien estuvo acompañado por el candidato presidencial Sergio Massa.
En el marco de las actividades programadas, este sábado a las 16 se llevará a cabo un festejo junto a los vecinos que forman parte del proyecto, con la presentación de la Orquesta Escuela de Ingeniero White y el artista circense Rodi Muskaripa.
Características del espacio
Se encuentra ubicado en la planta baja del “castillo del puerto”, sobre el frente del edificio, y ocupa una superficie de alrededor de 200 metros cuadrados en lo que fuera en su momento la sala de transformadores
Un estudio realizado por especialistas del Departamento de Geología de la UNS certificó que en el lugar no hay asbesto, material contaminante presente en otros sectores de la usina.
La obra encarada consistió, en primer lugar, en aislar este recinto del resto de la construcción, y en realizar una limpieza de acuerdo a los protocolos de seguridad, para avanzar luego en su acondicionamiento y equipamiento como nueva sede para los talleres que el museo realiza. Es decir, como un espacio en el que la historia del trabajo que Ferrowhite elabora se traduzca en trabajo comunitario presente.
Desde que fue inaugurada por las Empresas Eléctricas de Bahía Blanca (una filial de la Compañía Italo Argentina de Electricidad) el 1 de octubre de 1932, hasta su salida de servicio el Día de los Inocentes en 1988, la Central General San Martín, bautizada en un principio “Ingeniero White”, iluminó durante décadas a toda la ciudad. Allí se produjo la energía necesaria para activar elevadores y muelles, pero también cada una de las lamparitas, heladeras, radios, lavarropas y televisores que fueron poblando los hogares de la región a lo largo del siglo XX.
Primero el apagón y luego el desguace convirtieron a la usina en un agujero negro del patrimonio público. Su recuperación forma parte de un proceso que confía en la labor sostenida y cotidiana junto a las personas que habitan, en concreto, dicho lugar. Este camino se inició allá por 2002 con la restauración del Taller Regional de Mantenimiento, espacio en el que funciona Ferrowhite desde fines de 2004; continuó con la puesta en valor de la residencia del jefe de planta, convertida en el café de la Casa del Espía; continuó con la regeneración del parque de la usina y con el despliegue de innumerables actividades a lo largo de la última década.
Las obras en la usina son posibles gracias al apoyo de la Fundación Cargill. En tanto la puesta en marcha del taller de serigrafía “Prende” cuenta con el aporte, ganado en concurso, del programa “Puntos de Cultura” del Ministerio de Cultura de la Nación.