Brasil prevalece en volumen (suma en 2014 un 21% del total), pero el comercio con China (con 12%) viene en ascenso: aumentó tres puntos en la presente década. Con estos dos países el saldo comercial de la Argentina viene siendo deficitario, a excepción de Brasil 2014.
¿Podrá cambiar en algo esta relación desequilibrada casi por tradición? En lo conceptual, eventuales cambios deberían depender de la evolución futura de las economías y de las instituciones de los países socios, factores que hacen al entorno del comercio exterior y de las inversiones. Este puede ser especificado a partir del estudio de las condiciones iniciales y sus implicancias en el mediano y largo plazo, tal que brinde indicios de la configuración a futuro del entorno global.
China y Brasil: una foto de actualidad
La suerte de estos socios en el contexto internacional es variada. China y Brasil, en orden de importancia, muestran síntomas de desaceleración económica, si bien con niveles de crecimiento envidiables para el primero de ambos.
La ralentización del comercio internacional de China impactó sobre sus exportaciones, con repercusión en la tasa de crecimiento del PIB entre 2013 y 2014, que cayó desde 7,8% a 7,4%. El comercio exterior es para este país algo más de 50% de su PIB (suma de exportaciones más importaciones) y pasó de crecer 8,7% en 2013 a 6,4% en 2014. Frente a este escenario, la política económica china le otorgó un mayor énfasis al consumo interno. Durante 2014, las ventas minoristas ganaron un 10.9% en términos reales, porcentaje mayor al crecimiento promedio de la referida economía [1].
En Brasil también creció el consumo doméstico por encima del promedio de la economía, pero con niveles ínfimos. Con un PIB estancado, las familias consumieron durante 2014 solo 0,9% más que en 2013. Algo contribuyó a este desempeño: el mundial de fútbol; contemporáneamente el consumo del gobierno se expandió 1,3%. Si se miran los precios relativos, con una inflación minorista 2014 de 2% para China y de 6,3% para Brasil, resulta que una misma canasta de bienes y servicios puede ser adquirida en China aproximadamente 18% más barata que en Brasil [2].
¿Qué pueden significar estos datos? Desde la óptica del comercio exterior, exportar bienes de consumo final tales como alimentos elaborados a uno u otro de estos países, adolecería de dificultades de diverso orden, tanto en lo que hace a volumen como a costos. Para China el problema serían los costos y para Brasil los volúmenes.
En China el mercado de consumo de bienes y servicios de consumo se encuentra en franca expansión, en Brasil no, al menos circunstancialmente. Por el contrario, en China los precios en dólares son bajos, mientras que en Brasil son relativamente más elevados. Resultado: en China el mayor esfuerzo de quien quisiese venderle debería concentrarse en achicar costos, flete incluido; en Brasil se trataría de detectar demanda.
Pero más allá, si se tratase de comercio inter-industrial, el problema central sería de exportar insumos no tanto baratos como sí innovadores, tales que contribuyan a la apreciación de la cadena de valor. Se trataría de una relación empresaria más compleja, la cual probablemente haría necesario complementar la relación comercial con una estrategia de localización, lo cual implica contraer nuevos riesgos, entre éstos, el compromiso de inversión de capital.
Los riesgos se amortiguan con información. Al respecto, previo a alguna decisión en concordancia, consecuentemente sería necesario avanzar en la identificación de los principales aspectos que hacen al perfil de estos países, es decir, determinar las condiciones de entorno para operar de cada uno de los países.
El entorno: Fortalezas y debilidades
En esta dirección es útil distinguir aquellos aspectos cualitativos de interés empresarial, según lo refleja la más reciente encuesta disponible de World Economic Forum [3], que ilustra sobre las diversas fortalezas y debilidades facilitadoras (y no) para la puesta en práctica de estrategias de internalización en China y Brasil.
Por ejemplo, ambos países coinciden en contar con atributos positivos, entre los principales puede enumerarse al amplio tamaño de mercado, la satisfactoria flexibilidad trabajador-empresa para pactar salarios, la extensa difusión de “clusters” productivos, la agilidad en la tramitación de permisos para la construcción, el buen nivel promedio de salud de la población y la razonable calidad de la oferta local de bienes y servicios.
En cuanto a las diferencias, Brasil mejor en aspectos como tamaño relativo de matrícula educativa, disponibilidad energética, utilización de nuevas tecnologías, solvencia y calidad en servicios bancarios, acceso al crédito y utilización de nuevas tecnologías. Asimismo, en contratación de personal capacitado, en personal con competencias tecnológicas y en calidad de las escuelas de negocios.
Por el lado de China: mejor en entorno macroeconómico, costos relativos aduaneros, infraestructura de transporte, impacto impositivo sobre la inversión y la disponibilidad de trabajo, facilidades para la iniciación de negocios, productividad de los factores y grado de cumplimiento de contratos.
Al apuntar oportunidades de mejora, los encuestados hicieron referencia a determinados ítems de la gestión gubernamental, con foco en la administración de fondos públicos.
Descontando esta suma algebraica de pros y contras, China y Brasil consideran una prioridad exportar antes que importar. Brasil complementa este objetivo con una evidente política de protección a su mercado interno, con el auxilio de un variado menú de medidas arancelarias y para-arancelarias.
El nuevo escenario
Este listado de rasgos, que hacen al perfil de los dos países con más comercio con la Argentina, no es sino una muestra de aquellos saberes conducentes a la profundización de intercambios más equilibrados entre países que, deberían pasar por situar el acento en la inserción industrial a través de las cadenas de valor de estos países con un criterio amplio que incorpore la idea de valor agregado exportado, consistente con una mayor porción y sofisticación de servicios tal vez vehiculizados con una mayor presencia empresaria, vía localización de empresas. En adición, el país anfitrión debería mostrar satisfacción por la mejora implícita de protección efectiva que esta estrategia traería aparejada.
Progresos en esta dirección, podrían significar un escenario que contribuya en paralelo a impulsar la fluidez del comercio de bienes, sobre la base de una mayor transparencia, confianza y previsibilidad en las negociaciones. En definitiva, se trata de comercializar ni más ni menos que valor agregado, es decir trabajo y competencias empresarias, en un mundo tal que, según lo menciona la Organización Mundial del Comercio (OMC), la noción “Made in? tal o cual” es relevada por otra más realista: “Made in the World”.
* Ricardo Theller es investigador del Instituto de Economía de Fundación Uade.
[1] National Bureau of Statistics of China. January 20, 2015.
[2] Según la paridad del poder de compra 2014 de uno u otro país.
[3] Ver OMC WT/TPR/M/283. Octubre 2013. Examen de las políticas comerciales. Brasil. Acta de la Reunión. Punto 1.5.