La compañía esperaba ingresar al tercer año del proyecto con un barril a 91 dólares, un 15% más de lo que efectivamente obtiene en su factura gracias al blindaje acordado con el gobierno nacional, unos 77 dólares. De todos modos, esa merma en el precio no generó una caída en la actividad aunque sí la planchó: desde diciembre del año pasado, según datos de la Secretaría de Energía, la producción de shale oil se mantiene estable, en alrededor de 100.000 metros cúbicos por mes.
En aquel diciembre, cuando la crisis del crudo recién empezaba, YPF se anotaba un hito: había conseguido duplicar su producción en apenas doce meses. Otros tiempos. Consultado por este tema hace algunos meses, Galuccio aseguró que la empresa operaba con “precios flat”. Es algo que posiblemente no haya sido un problema mayúsculo en los primeros meses, pero que ahora empieza a amenazar la economía del proyecto, que aspiraba a tener un flujo de caja positivo en el cuarto año.
Y el margen para tomar deuda –siempre a los costos elevados a los que accede una empresa argentina– empieza a achicarse. Según su último balance, los compromisos de la firma de bandera representan el 1,2% de su Ebitda (beneficios antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones), un ratio que creció un 20% interanual.
Pero no es con deuda como YPF planea cubrir el desfase que genera la caída del crudo. Con los costos operativos en suba y la venta de hidrocarburos desinfladas, la compañía lanzó un plan de ajuste en sus yacimientos del 20%, tal como adelantó este medio hace dos semanas.
Ese ajuste tiene por estas horas dos direcciones claras. Por un lado, busca achicar al máximo los costos operativos a partir de la incorporación de tecnología. El mayor conocimiento de la formación que adquirió en esos dos años le permitió optimizar tanto la perforación como la terminación de los pozos. También incorporó tecnología para bajar los tiempos de operación.
Por otro lado, lanzó un plan de poda en los contratos con las empresas de servicios. En algunos casos, hubo rebajas unilaterales. En otros, YPF tomó el mando del rubro para evitar horas muertas, lo que alteró los esquemas de trabajo de las compañías.
En épocas de “vacas gordas”, la relación con los proveedores, tanto los grandes como los chicos, iba viento en popa. Pero ahora que el cinturón aprieta, afloraron nuevas tensiones al interior del yacimiento. Por eso Ceipa, la cámara que nuclea a las empresas de servicios neuquinas, pidió conformar una gran mesa de diálogo para buscar una salida conjunta al escollo. Nadie quiere convertirse en un fusible.
Avisaron además que las empresas del sector empiezan a acumular una cuantiosa deuda. Sólo al gremio de petroleros le deben 250 millones de pesos de cuota gremial. Se comenta en las mesas petroleras que una de las empresas de transporte más grande de la zona debe 600 millones de pesos a bancos privados y a la AFIP.
Si bien no denuncian un corte en la cadena de pagos, las contratistas se quejan por el atraso en las certificaciones, una forma encubierta de financiamiento al que incurren las operadoras, entre ellas YPF.
DILEMAS LABORALES
Pero si hay un sector donde las complicaciones afloraron fue en el laboral. Loma Campana fue un gran generador de puestos de empleo a lo largo de la cadena petrolera. Sólo en el 2014 el yacimiento estrella demandó más de 2.000 puestos nuevos. Las cifras son difíciles de calcular porque existen cientos de nuevos puestos que surgieron a partir de actividades conexas que poco tienen que ver con el trabajo en el campo.
Hoy todo eso parece frenado. El combo de la baja del crudo y la incertidumbre previa a las elecciones nacionales paralizó la creación de nuevos puestos en el sector. Las empresas ajustan sus plantillas y muchas contratistas de la firma de bandera en Vaca Muerta lanzaron planes de retiros voluntarios para tamizar sus planteles. Eso sí, aún no se registran despidos.
El índice de demanda laboral que elabora la Dirección de Estadísticas y Censos neuquina mostró una caída del 12% en junio para el rubro energía y construcción. De forma paralela, se reproducen los conflictos laborales puertas adentro del yacimiento. La cantidad de mediaciones que realiza el Ministerio de Trabajo de Nación creció de forma exponencial en los últimos meses.
El más álgido que se presentó estos días es con las grandes empresas de servicios petroleros, que comunicaron que empezarán a pagar de acuerdo a los convenios colectivos (ver aparte). Pero la amenaza de despidos pesa sobre el sector como una espada de Damocles. Achicar costos se convirtió en una cuestión vital.
EL DILEMA DE LAS HORAS TAXI
Una batalla sigilosa comenzó en los yacimientos, con Loma Campana como principal escenario. A pedido de YPF, las empresas contratistas buscan ajustar los diagramas de trabajo y empezar a pagar “según convenio”. Esto implica que dejarían de abonarse las horas muertas, que en el sector se conocen como “horas taxi”. Son aquellas que el trabajador permanece afectado pero sin cumplir tareas específicas. Es decir que se le pagan horas que pasa en un hotel o en un tráiler.
Algunas empresas como Schlumberger comunicaron que empezarán a liquidar salarios de ese modo, algo que no se considera ilegal. Sin embargo, para el gremio, el pago de esas horas taxi es un derecho adquirido y se viene realizando desde hace al menos una década.
“Si no quieren pagar esas horas, que manden a los trabajadores a sus casas y listo”, disparó un referente gremial en la semana. Es una situación compleja, porque implica más gasto en transporte y muchos de ellos viven alejados de los yacimientos.
Lo cierto es que, de aplicarse este nuevo principio, el salario de bolsillo de los trabajadores se vería reducido en un 30%, según calculó Guillermo Pereyra. Por ahora, son unos 2.000 trabajadores los que podrían verse afectados por esta medida, pero no se descarta que el tema empiece a afectar a más petroleros de otras firmas más chicas. Por lo pronto, la semana que viene empezarán reuniones en Buenos Aires para tratar el tema.
Fuente: Diario Río Negro.