Con el boom de las tribus alimentarias y las preferencias ecológicas, elegir alimentos orgánicos se volvió “cool”. Pero más allá de las modas, el mercado interno argentino se consolida y ya destina 202.000 hectáreas a producirlos. La exportación suma cada año nuevos países interesados en nuestros productos “bio”: Estados Unidos y la Unión Europea son los que más nos compran pero también importan países como India, China, Malasia y Egipto.
Almacenes orgánicos, deliverys, ferias naturistas, restó, dietéticas y picnic urbanos suelen ser el escenario de venta de estos productos que garantizan un doble beneficio: resultan más saludables y cuidan el medio ambiente. Se pueden encontrar frutas y hortalizas frescas, dulces, yerba mate, té, azúcar, arroz, chía, granolas, nueces, pasas de uva, vino y aceites. Si bien hay iniciativas en ciernes, faltan inversiones para desarrollar el mercado interno de la carne, el pollo, los huevos y los lácteos. Es que pasar al sistema orgánico aumenta los costos.
“Organizamos una Cumbre de Alimentos y no podíamos dejar afuera esta tendencia mundial”, dijo el ministro de Salud de Daniel Scioli, Alejandro Collia, en la apertura de la Cumbre que se llevó a cabo en el edificio San José de la UCA. Explicó que, “desde el punto de vista nutricional, cada vez más investigaciones prueban que los alimentos orgánicos son mejores para la salud debido a que tienen un 40 por ciento más de antioxidantes y otros nutrientes favorables, pero además son ecológicos porque en su producción se prescinde de agrotóxicos y pesticidas, de modo que además cuidan el medio ambiente”.
Hasta el año pasado se registraron 1.217 productores orgánicos en el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) y, según fuentes de ese organismo que depende del ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, el número de elaboradores está en alza y el volumen destinado a este mercado se duplica año a año.
Cómo identificarlos
Los expertos reunidos en la Cumbre, explicaron que es la ley 25.127 la que regula la producción y venta de alimentos orgánicos, también llamados biológicos o ecológicos. Para que realmente cumplan con este atributo tienen que haber sido producidos bajo ciertas normas y sus productores tienen que haber obtenido la habilitación que otorgan, previa auditoría, las certificadoras habilitadas por el Senasa.
Entonces, para que un producto sea oficialmente orgánico su envase tiene que tener el rótulo “Orgánico Argentino”, que es obligatorio desde 2013. “Los beneficios para el ambiente y la salud que proporcionan estos productos se desprenden del no uso de agrotóxicos y del cuidado que se verifica en el uso del suelo, el agua y los recursos vivos de flora y fauna”, explicó, durante su disertación en la Cumbre de Alimentos, el ingeniero Facundo Soria, coordinador del área de Producción de Orgánicos del ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación.
Beneficios
Los alimentos bio son mejores no solo porque tienen antioxidantes que retrasan el envejecimiento celular: el vino orgánico, por ejemplo, produce menos “resaca”, mareos y malestar. “Es que se hace con un mínimo o nulo uso de anhídrido sulfuroso, que es un controlador de la fermentación de uso común en las bodegas, y esto repercute en menores niveles de sulfitos que es la sustancia que causa el malestar después de tomar mucho alcohol”, explicó Soria.
Aunque no está probado científicamente, se dice que la yerba orgánica no produce acidez. Las leches y carnes orgánicas tienen menos ácidos grasos saturados, de modo que acarrean menos riesgo de generar afecciones cerebro y cardiovasculares.
“Como en la producción orgánica se trabaja con bienestar animal, se les da buen trato, espacio para que caminen y una dieta adecuada a cada especie, son animales más sanos, que requieren menos antibióticos que los animales hacinados como, por ejemplo, los pollos parrilleros, las gallinas ponedoras o las vacas y cerdos de feed lot, que crecen con más estrés, en mayor contacto con sus propios excrementos y con más posibilidades de enfermarse”, detalló el funcionario.
Claro que no en todos los casos será posible verificar los logos del Senasa y el sello Orgánico Argentino. Un restaurante, por ejemplo, no está dentro del alcance del ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca ni de las certificadoras. “En estos casos, solo cuenta la confianza que genere en el consumidor y la trayectoria y buen nombre del lugar que dice ofrecer platos y bebidas orgánicas”, admitió Soria.
La desventaja es que como la producción de estos alimentos resulta más cara, el precio al consumidor también se incrementa, en promedio, entre un 20 y un 30 por ciento más que los productos que no son orgánicos.
La directora de la Oficina de Alimentos del ministerio de Salud de la Provincia y organizadora del evento, Mónica López, concluyó que, “más allá de que hoy sea moda, el consumo orgánico es una tendencia en aumento en Argentina y en el mundo”. En Europa y Estados Unidos, se considera a quienes eligen productos orgánicos “como consumidores más conscientes y responsables, que pretenden hacerse cargo de lo que consumen y no desean transferir consecuencias negativas ni al ambiente ni a la sociedad y, mucho menos, a su propio cuerpo y a su familia”.