De la mano de las campañas electorales, se reaniman las declaraciones desde los distintos espacios de los candidatos sobre el tema de la vivienda propia. También cada tanto, como ahora, reaparecen ideas de regulación del mercado de alquileres.
Pero, más allá de esta efervescencia electoral, la realidad es que el tema no se ha asumido como algo que requiere una atención central por parte del Estado desde hace ya más de una década. La resolución del déficit habitacional y la accesibilidad a la compra de la vivienda requiere de un política coordinada dentro de la cual se deben aplicar distintos factores o programas de incentivo a la inversión privada, de construcción pública, de subsidio estatal, de aliento a la oferta, incluso de regulación también, pero dentro de este combo de programas que debe amalgamar una política pública el rol del crédito hipotecario siguen siendo central.
De más está decir que el crédito hipotecario desde hace casi 15 años no es una opción para los bolsillos de la clase media. Los números lo demuestran. El porcentaje actual del stock de créditos hipotecarios en el sistema financiero argentino llega apenas el 1,05 % del PBI y sólo algo más del 3 % del total de escrituras en la ciudad de Buenos Aires se hacen con auxilio del crédito hipotecario.
Los fundamentos por los cuales tomar una hipoteca para la compra de una vivienda no es una opción están a la vista. Nada más recorrer las líneas de financiamiento que ofrecen los bancos para hallar las razones objetivas. Así, actualmente se debe destinar casi un sueldo íntegro privado registrado en la ciudad de Buenos Aires para hacer frente a la cuota del crédito para comprar un departamento usado estándar de 2 ambientes dentro de los barrios con valores de venta más económicos de la ciudad.
Pero, además, para calificar y obtener ese crédito hay que ganar como mínimo más de 2,2 veces el salario promedio registrado de la ciudad, considerando la mejor relación cuota/ingreso de las líneas de financiamiento activas en el mercado bancario (cuota hasta 40 % del ingreso neto). Si
Asi es, como desde hace ya más de una década a un asalariado medio no le queda otra salida más que alquilar ya que según la localización el costo del valor locativo por la misma unidad insume entre el 22 % y el 30 % del ingreso.
La necesidad de restablecer el crédito hipotecario fue expuesta por Reporte Inmobiliario reiteradamente ya desde el año 2003.
Sin embargo, como queda a la vista, muy poco se ha avanzado en este sentido. Más allá de algunos intentos de breve duración o mínimo efecto como el Plan Inquilinos y algunos otros aislados posteriores, el gobierno asume haber abordado el tema mediante el Plan Procrear pero más allá de los cuestionamientos que puedan hacerse a partir de su fuente de financiamiento (Anses) está demostrado que su efecto es limitado ya que no incluye la posibilidad de compra de viviendas usadas restringiendo su alcance a la autoconstrucción de viviendas individuales o al acceso mediante sorteo a alguno de los complejos de viviendas (emprendimientos urbanísticos) que se construyen puntualmente en determinadas localizaciones.
Sería deseable que con el mismo ímpetu con que se asume la problemática de la vivienda en períodos pre eleccionarios se implementaran las medidas necesarias para lograr un financiamiento razonable y sustentable para la compra de la casa propia una vez que la elección de los ciudadanos defina quien asuma los cargos públicos.