Dos informes difundidos hoy muestran las dos caras de la moneda del mercado de créditos al sector privado en la Argentina.
Por un lado, la consultora ABECEB señala que en los primeros seis meses, el crédito al consumo creció el 36,4 por ciento al alcanzar los 270.000 millones de pesos, mientras que el de largo plazo sólo aumentó el 24,6, acercándose a los 84.300 millones; siempre en relación con igual mes del año pasado.
ABECEB habla de una “recuperación del crédito al sector privado” que muestra una orientación clara hacia el consumo liderado por el crecimiento del uso de las tarjetas. En este contexto, el plan Ahora 12 explicó el 40 por ciento del avance de la financiación por tarjetas de crédito, señala el informe.
“La recuperación del crédito se debe tanto a factores de oferta como de demanda. Este escenario obedece a la actual política económica que generó una fuerte liquidez en los bancos por el crecimiento de los depósitos”, explicó Soledad Pérez Duhalde, coordinadora de Análisis Macroeconómico de ABECEB.
En otras palabras, “la política monetaria-cambiaria marcó un giro importante: los plazos fijos se volvieron rentables en dólares, mientras que se redujo la brecha con la inflación, beneficiando el fondeo con los bancos”, subrayó. “Por el lado de la demanda -precisó- se ve un fuerte crecimiento del crédito al consumo a partir de los planes oficiales”.
Soledad Pérez Duhalde recordó que “2014 fue un año negativo para el crédito. Mientras que la inflación casi alcanzó el 40 por ciento, los préstamos no llegaron a avanzar el 25 por ciento”. En tanto. Este año el amesetamiento de la inflación permitió que los créditos al consumo vuelvan a crecer en términos reales.
La tendencia alcista en los créditos al consumo comenzó a potenciarse a partir de marzo. A fines de febrero, el gobierno anunció la segunda etapa del Plan Ahora 12, un programa que fogoneó la demanda sobre todo en rubros como indumentaria, línea blanca y materiales para la construcción.
La contracara se ve con la situación de los créditos hipotcarios y queda expuesta en un informe de Ecolatina, la consultora fundada por el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna. El documento advierte que, durante junio de 2015, el volumen de créditos hipotecarios al sector privado rozó los $50.000 millones. “Este monto es reducido al compararlo no sólo con el resto de los créditos, sino también con su evolución reciente”, señala.
Ecolatina marca cómo fue evolucionando el stock de este tipo de créditos como porcentaje del producto. En el año 2000 representaba 5,3% PBI, y luego de la traumática salida del régimen de convertibilidad, el ratio cayó de forma prácticamente ininterrumpida ubicándose a mediados de 2015 en 1% PBI, el mínimo de los últimos 15 años. Por otro lado, la participación de las deudas hipotecarias en el total de pasivos de las familias se contrajo considerablemente. A comienzos de la década pasada más del 40% de las deudas de las familias eran tomadas para adquirir o construir una vivienda, mientras que en la actualidad ese porcentaje apenas supera el 14%.
Ecolatina concluye que “el argentino sustituyó el sueño de la casa propia por consumo de autos, electrodomésticos y bienes no durables, lo cual lo perpetúa en condición de inquilino, con los costos a largo plazo que esto implica”.
Según la consultora, “durante los últimos diez años la macroeconomía argentina incentivó al cortoplacismo por dos vías: la inflación y las tasas de interés reales negativas”.
La inflación y las tasas de interés reales negativas tienen otro efecto en el mercado inmobiliario: aumentan el precio de las propiedades. La imposibilidad de canalizar el ahorro en instrumentos financieros presiona sobre el valor del metro cuadrado ya que los inmuebles son percibidos como una reserva de valor en moneda dura. De esta manera, dado un monto de créditos hipotecarios, son menos las propiedades que puede adquirir un trabajador, analiza el informe.
Ecolatina se detiene en el papel de los bancos públicos y su impacto sobre el crédito hipotecario, a los que considera “los más dinámicos” a la hora de dar préstamos. Sin embargo, advierte que “no alcanzan a revertir el fuerte retroceso observado en los últimos años”.
Así, de los casi 50 mil millones de pesos otorgados por el sistema financiero local, sólo el 30% surge de bancos privados cuando a principios de la década pasada el porcentaje superaba el 50%. Por caso, actualmente el Banco Nación otorgó préstamos hipotecarios por $20.000 millones, superando lo otorgado por todos los bancos privados ($ 15.000 millones).
Además, en los últimos años surgió un nuevo actor en el mercado: el PRO.CRE.AR. Este programa trata de dar respuesta a los problemas ligados a la obtención de créditos. Sus tasas y cuotas son atractivas (accesibles y subsidiadas) y está dirigido a la construcción de viviendas de sectores de clase media. El volumen de estos créditos llegó a superar los $20.000 millones en febrero y se estima que hoy es cercano a $30.000 millones. Estas cifras no conforman los $50.000 millones mencionados anteriormente, pero si lo sumamos alcanzaría los $80.000 millones.
En conjunto, los préstamos de los bancos públicos y el plan PRO.CRE.AR. explican más del 80% de los créditos hipotecarios ampliados ($ 80.000 millones).
En suma, la elevada inflación e incertidumbre desincentivan los créditos a largo plazo volcando la intermediación financiar al corto plazo. En este contexto, la oferta existente de créditos hipotecarios privados es escasa y poco atractiva, por lo que no permite a las familias cumplir con el sueño de la vivienda propia. El plan PRO.CRE.AR. y el aporte de los bancos públicos ayuda, pero no logra recuperar el stock de créditos perdidos en los últimos años.
Fuente: Cronista.