La imposición del cepo cambiario extremo tras las elecciones pareció atenuar el temor de los depositantes en dólares del sistema bancario sobre el futuro de sus tenencias. El recorte de la posibilidad de compra mensual para personas físicas hasta US$200 redujo el retiro de depósitos un 68% en las últimas dos semanas. De los bancos salieron un promedio de US$180 millones por día en la semana previa y en la primera posterior al 27 de octubre, monto que cayó a US$57,2 millones promedio diario desde entonces.
La afirmación parece paradojal, pero el recorte de la posibilidad de compra mensual autorizada (un cercenamiento en un 98% o hasta un 99% respecto del tope de US$10.000 dispuesto a comienzos de septiembre) no detuvo el drenaje de depósitos en dólares del sistema, pero lo redujo a un tercio en la segunda semana de noviembre y en los primeros tres días de la siguiente (último dato oficial disponible).
Así, parece que, si bien el cepo duro cerró una de las fuentes de liquidez a que se habían acostumbrado los bancos en los últimos años, al menos sirvió para poner fin a la histeria que se había generado sobre la posibilidad de que no pudieran devolverles los dólares a sus depositantes. Aunque, está claro, no restauró la confianza.
Los analistas creen que el bálsamo apareció cuando el público comenzó a percibir que las férreas restricciones a la demanda de divisas al menos servían para detener el derrumbe en las reservas del Banco Central (BCRA).
Sobre este punto, sostienen que la relación que los ahorristas hacen al respecto no es casual, ya que conocen que parte de la tenencia contable bruta de reservas está sostenida en los elevados encajes prudenciales que los bancos están obligados a mantener en cuentas en la entidad monetaria sobre los depósitos en dólares captados de terceros. “De allí que una baja sostenida de las reservas los suele poner en guardia”, dice el analista financiero Federico Cohen.
No lo consideran el único factor, pero sí el principal, al que se agregan muchos otros.
“Los que tenían más miedo a una nueva confiscación ya se fueron. Los otros que no lo hicieron pero dudan están esperando ver qué pasa”, conjetura el economista Carlos Rodríguez.
“El más asustado ya sacó lo suyo. Y los que quedan y tal vez hayan pensado en hacerlo se toparon con algunas contras en las últimas semanas: hay faltantes de cajas de seguridad y el costo por enviar el dinero afuera se encareció mucho. A esto se sumaron los rumores que hablan de un impuestazo a los que tienen dinero declarado en el exterior, que seguramente hizo que muchos comiencen a descartar esa opción, si es que la analizaron”, coincide Nicolás Chiesa, director de Portfolio Personal Inversiones (PPI).
Fondos de empresas
Para Ramiro Castiñeira, de Econométrica, la explicación del menor ritmo de retiros pasa más por el tipo de colocación. “La salida de depósitos privados persiste, aunque en menor magnitud, lo que creo responde a que una parte no menor de lo que se quedó son tenencias de empresas que los necesitan como parte de su operatoria”.
“Las entidades han brindado todas las garantías a los ahorristas y respondieron eficazmente frente a la ola de retiros apoyadas en las medidas macroprudenciales que rigen al sistema financiero y lo mantuvieron con elevados niveles de liquidez”, apunta a su vez Cohen.
El factor reservas
Al margen de los factores extras, la mayor parte de los analistas apuntan a la incidencia que el derrumbe de las reservas tuvo en la fuga de depósitos en dólares.
En buena medida se trata de fenómenos que se retroalimentaron por el modo en que el BCRA calcula y difunde el monto de esa tenencia estratégica.
Carlos Rodríguez es uno de los economistas críticos al respecto. “Los encajes por los depósitos en dólares de la gente constituidos en cuentas del BCRA no deberían computarse como parte de las reservas”, suele insistir en mensajes por redes sociales.
Esa cuenta llegó a explicar casi un cuarto de la tenencia bruta total con que contaba el BCRA antes de que la incertidumbre electoral convirtiera la tendencia declinante de las reservas en una caída en picada.
“Son pasivos de corto plazo que, por definición, debieran quedar excluidos para el cálculo total si se aplican criterios de contabilidad fiables. De hecho, el concepto que toman los organismos internacionales para sus evaluaciones es el de reservas internacionales netas (RIN), que excluye por ejemplo a los encajes. Es lo más serio, y una manera de terminar con estos engaños que no tienen hoy utilidad: si la Argentina hubiera tenido 70.000 millones de dólares en reservas reales no tendríamos el riesgo por las nubes”, aconseja.
Para Cohen, el efecto desconfianza generado por el cepo y su endurecimiento extremo parece atenuarse, “ayudando a que merme el ritmo de retiro de depósitos”.
“Con la demanda fuertemente restringida, la oferta de divisas termina siendo absorbida por compras oficiales para fijarle un piso al dólar. Esas compras le permitieron al BCRA frenar su drenaje de reservas brutas, que ya se ubican en niveles similares al día previo a las elecciones. Pero a la vez le permitieron recomponer sus reservas netas, que hoy rondan los 11.200 millones de dólares. Esto tranquiliza al tenedor de depósitos en dólares, de que deja de ver amenazada su tenencia”, concluye el especialista.
Fuente: La Nación