Y Dujovne?”, preguntó con una sonrisa un funcionario de segunda línea, conocedor del entramado del poder.
A diferencia de otras asunciones de funcionarios, el Presidente se tomó unos minutos para destacar su “valentía” y para pedirle, mirando a cámara, que tenga “el foco en cuidar a los argentinos”. A su lado, en otro símbolo de su permanencia en lo más alto del poder, estaba, con una media sonrisa, el jefe de gabinete Marcos Peña, que se mantiene en el círculo que rodea a Macri.
Fueron solo cinco minutos de ceremonia, en el que abundaron los rostros serios y en el que sobraron sillas, sobre todo del ala derecha del salón Blanco, reservado a funcionarios nacionales (en la izquierda se ubicaron funcionarios bonaerenses y familiares del flamante ministro).
“El ánimo está mal, después de tanto esfuerzo.” se resignaba uno de los miembros del gabinete de María Eugenia Vidal que llegó para “despedir” a su ahora ex compañero de trabajo. La misma Vidal, en primera fila, asistió al juramento de Lacunza, pedido especialmente por el Presidente para ocupar el sillón más caliente del gabinete en momentos de crisis y tembladeral financiero.
Sin nombrar a Dujovne, ni a Vidal, Macri se concentró en aclarar que no hablaba “como candidato, sino como presidente”. Antes de tomarle juramento, bromeó con Lacunza sobre sus desconocidos primeros dos nombres (“Empezamos por Jorge Roberto”, lo chicaneó) aunque el economista apenas esbozó una sonrisa. Eso sí, ni bien terminó la ceremonia, Macri y Peña se tomaron otros minutos para saludar al resto del gabinete y funcionarios de segunda línea.
“Marcos siempre está”, comentó otro funcionario, luego de la enésima confirmación presidencial hacia su figura, cuestionada luego de la debacle electoral del domingo 11.
Los funcionarios se fueron en deliberado silencio. “Les deseo buenos días”, dijo Jorge Todesca al enfrentar a los periodistas, un camino que siguieron todos los funcionarios presentes. Lacunza se quedó un ratito más, sacándose selfies con sus allegados. Con rostro tranquilo, se perdió por la puerta por la que había entrado con Macri y Peña, quince minutos atrás. Le esperaba una jornada clave de anuncios y pulseadas con los mercados.
Fuente: La Nación