A partir de hoy, shoppings, hoteles, restaurantes y boliches de la Ciudad de Buenos Aires no podrán ofrecer sorbetes plásticos a sus clientes y en seis meses estará prohibida su utilización y expendio, según una resolución que firmó el gobierno porteño argumentando que el objetivo es reducir la contaminación. Desde la industria plástica salieron a criticar con dureza la medida y alertaron que podría generar un “efecto dominó” que ponga en riesgo a unas 120 empresas de todo el país.
En diálogo con ámbito.com, el gerente de la Cámara Argentina de la Industria Plástica, Sergio Hilbrecht, cuestionó: “Estamos en contra porque otra vez la Ciudad toma un atajo. Les resulta más fácil prohibir que educar al consumidor”.
Hilbrecht sostuvo que los sorbetes, al igual que las jeringas y las tapas de gaseosas, están fabricados con poliestireno, por lo que son reciclables. “No se puede decir que contaminan. Si todos estos post consumos son tratados adecuadamente se les puede dar un nuevo uso en aplicaciones de varios años”, detalló. Por ejemplo, pueden ser utilizados para la elaboración de muebles y otros objetos.
De hecho, el directivo de CAIP y miembro de Ecoplas afirmó que en la actualidad existe una capacidad instalada para reciclar el doble de las actuales 225.000 toneladas de plástico que se procesan al año. Y culpó por esto a la falta de concientización del Estado hacia los consumidores, porque de hacerlo contarían con mayor materia prima para reciclar.
Hilbrecht apuntó directamente hacia el gobierno porteño, a quien acusa de recurrir a una medida de este tipo con fines electoralistas del “voto verde”. “La recolección y la separación son muy deficientes. La Ciudad no gestiona adecuadamente y no nos llama al diálogo”, se quejó. Al mismo tiempo insistió con el impacto positivo que genera el reciclado, en lo que definió como un “círculo virtuoso” que tiene beneficios tanto para el ambiente como para la actividad económica. Y remató: “El camino es la educación, no la prohibición”.
En cuanto a la industria, Hilbrecht advirtió que medidas que toma la Ciudad suelen ser un faro para el resto del país en lo que se refiere a este tipo de acciones, por lo que teme que se genere un “efecto dominó” de prohibiciones y un “tremendo impacto negativo” que ponga en riesgo a las 120 empresas del sector y unos 3.500 puestos de trabajo, entre directos e indirectos.
“Cuando prohibieron las bolsas en 2017 aumentó la cantidad de basura que la Ciudad envió al Ceamse. En esas bolsas el vecino separaba e iban a las cooperativas, y ahora eso llega todo mezclado. El sistema de recolección tuvo una seria involución”, cuestionó. Asimismo, remarcó que “no está el país en un momento para que un sector que ya está golpeado” siga recibiendo malas noticias. “Quieren apagar el fuego con nafta”, disparó.
Fuente: Ambito.