Si lograr un repunte del consumo en este año de elecciones fue un objetivo del Gobierno, hay que decir que lo podría conseguir con un timing inmejorable. Tras el cierre de paritarias de gremios masivos –metalúrgicos, empleados de comercio, aceiteros y ayer también bancarios–, en el bimestre que acaba de empezar y hasta las elecciones primarias del 9 de agosto los trabajadores formales recibirán la primera cuota de los aumentos, en algunos casos sumas retroactivas, y más tarde también el aguinaldo. Un verdadero salariazo pre-PASO que llevará al poder de compra, castigado en 2014 y aún sin recuperarse en lo que va del año, unos escalones más arriba. Si esa holgura “justo a tiempo” se traduce en un voto al oficialismo ya es cuestión de análisis políticos. Pero los números están.
“En el corto plazo, evidentemente, se combinarán atraso cambiario, aumento de la masa salarial y devolución en cuotas del impuesto a las ganancias; todo esto generará un impacto positivo en el consumo en los próximos meses”, asegura Martín Vauthier, del Estudio Bein & Asociados, cuyo titular, Miguel Bein, asesora al candidato oficialista Daniel Scioli. Al shock del salario privado, además, hay que añadir el impacto que tendrán las mejoras ya definidas y por definir en jubilaciones y planes sociales, como el Progresar y la asignación universal por hijo.
“Existe un impacto positivo en el consumo, pero es estacional, no sostenido”, indica Fausto Spotorno, economista del Estudio Ferreres. En su mirada, el mayor impacto se sentirá “en junio y julio”. Según el Indice de Ingresos Disponibles para Bienes de Alta Elasticidad que mide esa firma, el impacto en el consumo puede centrarse en alimentos, bebidas, vestimenta y hasta bienes de lujo.
Cifras. El año pasado, distintos indicadores redondearon una caída del 5% del salario real (aumentos menos subas de precios). Este año hay lugar para un rebote. Según Empiria, la masa salarial subirá 2,5%, amortiguadas las subas salariales por algunas pérdidas de puestos de trabajo. En Ferreres y Asociados estiman un aumento de dinero en el bolsillo de los consumidores del 28%, similar a la inflación cuando se analice todo el año. Pero todo parecerá color de rosa en estos dos meses preelectorales. “En la primera parte del año se retrasó el cierre de paritarias; de hecho, todavía no cerraron todas, por eso el impacto en el consumo comenzará a sentirse a partir de ahora. Es lo que yo llamo ‘brote verde del consumo’”, describe Guillermo Oliveto, gurú del consumo en la consultora W.
“Quizás hasta septiembre llega, pero a octubre no”, vaticina Spotorno, dando alguna esperanza a los opositores que asocian la mejora de la economía –aunque temporal– a la imagen de Cristina Kirchner y la intención de voto del Frente para la Victoria.
Un caso que refleja el impacto positivo en el salario en el “momento político justo” es el de los metalúrgicos. Un técnico, según datos oficiales de la Unión Obrera Metalúrgica, en mayo ganaba $ 8.098 de bolsillo, tuvo un salto tras el primer retroactivo en mayo hasta casi $ 11 mil pesos y llegará finalmente a julio en $ 10.493, a lo que habrá que sumar el aguinaldo. Situaciones similares pueden imaginarse en el Sindicato de Empleados de Comercio. Por eso sus titulares no se pliegan al paro de gremios opositores del martes que viene.
Felicidad, ayer y hoy. El gurú ortodoxo Miguel Angel Broda suele ilustrar ante ejecutivos y empresarios que lo oyen mes a mes lo que llama el “índice de felicidad”, una síntesis de cómo evolucionan tres variables clave (inflación, crecimiento y tipo de cambio) al momento de una elección. Un indicador que subió más de 5 puntos antes del triunfo de la Presidenta en 2007 y que mostró un 4,2% positivo en su reelección, mientras que cedió 3% en el trimestre previo a la derrota de Néstor Kirchner con Francisco de Narváez en 2009, y subió 2,5 cuando Sergio Massa irrumpió en el Frente Renovador en 2013. La perspectiva ahora es de una mejora de la “felicidad” del 1,8%, abajo de 2013 pero superior a un año atrás (-3,1%). Todas elucubraciones detrás de una verdad que subrayan los analistas: la economía juega y mucho en la campaña.
Fuente: Edición impresa Perfil.