El meme circuló todo el día en teléfonos de Ushuaia : el trago del verano es la caipirinha fueguina. Porque la inesperada ola de calor que se registra en el Fin del Mundo convirtió a la ciudad en un destino de playa. Desacostumbrados a este clima, los habitantes de Tierra del Fuego coparon las playas. Mar, río, arroyo, todo servía para palear el calor. El termómetro superó los 30.8°C en Río Grande y los 26.5°C en Ushuaia y el gobierno provincial decretó asueto para la administración pública. Con ese calor, no se podía trabajar.
En Playa Larga, la fila de autos de locales y turistas que querían meterse en las aguas del Canal de Beagle colapsó la ruta. Hubo más de dos horas de espera para llegar a destino. “Esto parece Mar del Plata”, dice divertida Carolina Osta, una abogada de 35 años que vive en Ushuaia. Lona, bikini, anteojos de sol y protector solar. Carolina y su hija Alfonsina, de seis años se instalaron en la costa de Playa Larga para escapar del agobio. “Alfonsina se metió al agua. No se aguantaba. Y la playa estaba llena”, apunta Carolina.
La costa del río Pipo se convirtió en un balneario y algunos lo comparaba con los campings de Córdoba, porque toda la gente estaba en el agua, a pesar de su gelidez. “En condiciones normales, nadie se mete al agua porque en 20 segundos se siente el cosquilleo del congelamiento. Pero ahora, la gente se mete y se queda, como si fuera Pinamar”, dice el secretario de Turismo local, José Luis Recchia.
El Servicio Meteorológico Nacional registró una máxima de 26.5°C y en Río Grande, donde la temperatura llegó a 30.8°C. “Hay un intenso anticiclón en el centro del país, que favorece el viento norte y el ingreso de aire cálido en toda la Patagonia”, señala Cindy Fernández, climatóloga del SMN.
Apenas una semana atrás, las montañas que rodean Ushuaia se pintaron de blanco, tras una intensa nevada. Con una máxima de 9°C, en casi todas las casas se encendió la losa radiante. “El problema es que se tardan tres días para enfriar una casa, por eso, en la mayoría de las viviendas, hay 10 grados más que afuera. Y en muy pocos lugares hay aire acondicionado”, cuenta Recchia.
En Río Grande, la novedad fueron los cuerpos bronceados, que generó un paisaje poco habitual. “Es muy raro ver tanta gente en remera sin abrigo”, describe Jorge Rodríguez, de Río Grande, donde anteayer la sensación térmica llegó a los 30.8°C, a las 15.
“¡Chau, qué calor!”, es lo primero que escucha Fabián Aguirre cada vez que ingresa en un comercio en El Calafate, en Santa Cruz. Desde el sábado, las altas temperaturas se convirtieron en tema de conversación. “Hubo chicos que se bañaron en el Lago Argentino”, cuenta. “Cuando fuimos a El Chaltén, vimos que una familia había armado en su patio una pileta de lona. Impensado para nosotros”, concluye Fabián.
Fuente: La Nación