La propuesta, contaba con el respaldo de la Unión Europea y se esperaba que 23 Estados miembros de la “Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos” dieran su consentimiento de forma unánime, pero Rusia, China y Noruega, con claras diferencias de intereses, la echaron para atrás.
Durante su reunión anual, celebrada el 3 de noviembre en Australia, los ecologistas presentaron el proyecto más ambicioso de la historia, un santuario más grande que la extensión de España y Francia juntas, un millón 800 mil kilómetros cuadrados libres de pesca en el mar de Weddel y en la Península Antártica occidental, para que tanto ballenas, osos, focas, pingüinos y toda la flora y fauna marina, pudiera vivir en su hábitat lejos de la mano del hombre, donde eventualmente se convertiría en una zona de apareamiento y procreación sin tener que lidiar con los buques pesqueros.
22 de los 25 países miembros, así como casi tres millones de personas, no titubearon en aprobar el proyecto hasta con los ojos cerrados. Sería la mayor reserva marina en el planeta y con ello se restaría una pequeña parte del gran daño que le hemos hecho al planeta. Sin embargo, Rusia que tiene acceso a 12 mares y tres océanos suministra al país anualmente más de 17 mil toneladas de pesca con más de 2 mil 491 barcos pesqueros hasta 2005, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la agricultura.
Y China, que de acuerdo con la FAO es el principal productor de pescado en el mundo y desde 2002, el mayor exportador de pescados y productos pesqueros; se opusieron rotundamente a la creación de la mayor reserva marina pues dicen, están preocupados por el debido cumplimiento y los derechos de pesca.
Noruega por su parte, aceptó que se continuara con los planes para la elaboración del santuario, bajo la condición de que la mayor reserva marina de Antártida y del mundo estuviera dividida en dos partes.
Al respecto, Frida Bengtsson, de Greenpeace, arremetió contra las naciones. “Veintidós delegaciones vinieron aquí a negociar con buena fe pero, en lugar de eso, las propuestas científicas serias para una protección marítima urgente quedaron arruinadas por intervenciones apenas comprometidas con la ciencia y que se burlaban de cualquier intento de deliberación real”, lamentó.
Por su parte, la asesora política de Greenpeace, Laura Mellers, criticó a China por obstruir “todas las oportunidades para cooperar y crear la mayor área marina protegida del mundo”, acusándolos de no actuar de buena fé. Le recordó a Rusia que en 2016, se comprometió a proteger el mar de Ros, sin embargo “solo ha perseguido los intereses de la pesca industrial al tiempo que ha impedido a la comisión cumplir con su mandato”.
Mientras que a Noruega le pidió ceder y establecer un plan de trabajo con calendario que igual se sometería a votación, para que la construcción de la mayor reserva marina en el mundo, no se quede sólo en un papel. (ADRIANA ALANÍS) Nuestromar.