A diferencia de lo que pasó en Chile, donde reinó la apatía, hubo protestas, tensión y frialdad, los peruanos salieron masivamente a darle una colorida y afectuosa bienvenida. Durante el trayecto que recorrió desde al aeropuerto hasta la nunciatura -donde dormirá los tres días que durará esta segunda y última etapa de esta gira, que culminará el domingo-, estalló una fiesta a su paso. Y pudo verse una suelta de globos, banderitas amarillas y blancas del Vaticano, altares con imágenes de Vírgenes y del aquí venerado Señor de los Milagros, a lo largo del camino. Las parroquías que atravesó se habían organizado para recibirlo con escenarios especiales con parlantes, desde donde lo saludaron con cánticos, al ritmo de bombos y guitarras.
Esta caótica metrópolis de 12 millones de habitantes lució, además, empapelada por centenares de carteles de bienvenida, sobre todo en los barrios más populares. Y con medidas de seguridad más relajadas que en Chile. “Vinimos a saludar el sucesor de Cristo, que además es el papa de los pobres, que está con nosotros”, dijo a LA NACION Eva, ama de casa del distrito del Callao que, con cochecito y beba, celular en mano y un hijo más grande con la camiseta de San Lorenzo, el club de los amores de Francisco, esperó horas el paso de la caravana papal.”Esto es histórico, recibimos al primer papa que es un hermano latinoamericano”, agregó, al borde de las lágrimas.
Después de otra jornada agotadora en Chile, no hubo actividad oficial. Y en la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto, donde reinaba un fuerte olor a mar y sal, por su cercanía al puerto de El Callao, tampoco hubo discursos. Estos quedarán para esta tarde, cuando el Papa visitará el Palacio de Gobierno, tras regresar de Puerto Maldonado, “capital” de la Amazonía peruana. Hasta allí volará por la mañana -en lo que será su sexto vuelo desde el lunes pasado-, convirtiéndose en el primer Pontífice que pisa lo que se considera uno de los pulmones del mundo. Una señal para reiterar su mensaje en favor del cuidado de la casa común, así como de los pueblos originarios que allí viven, algunos explotados por grandes multinacionales que se llevan sus enormes riquezas.
Fuente: La Nación