Para la mayoría de los empresarios del campo, el año está perdido en términos económicos y habrá que esperar a 2016 para ver un repunte del negocio. Así lo indica una reciente encuesta realizada por los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA),que arroja que el 63% de los encuestados indicó que la situación económico-financiera de su empresa en particular empeoró respecto de 2014, pero el 49% prevé que el año próximo su situación mejorará, en línea con las expectativas para el contexto económico general.
Pese a que el clima acompañó a la cosecha actual, que vive sus últimos meses, con la recolección del maíz y la soja, los altos costos y la baja de los precios de los commodities le pegan de lleno este año a los bolsillos del campo. La soja cerró el jueves en Chicago apenas por debajo de los u$s 355 por tonelada, exactamente u$s 100 por debajo de la cotización del año pasado y muy por debajo de valores que supo ver, sin ir más lejos, en 2012, cuando superó los u$s 600 por tonelada. Una situación similar viven el maíz y el trigo, en cuyo caso se suma el control sobre las exportaciones que desfasa los precios locales de los internacionales desfavoreciendo aún más a los productores argentinos. Se trata, sin más, del fin de la era de las vacas gordas, que en realidad ya lleva al menos tres campañas, pero que está vez es la más pronunciada.
Según el economista del Ieral, Juan Manuel Garzón, la relación de los precios relativos es la más desfavorable para los granos en los últimos 14 años: mientras el precio de la soja creció casi 11 veces desde 2001 a la fecha, pasando de $ 180 a $ 1.900 por tonelada en el mercado local, el valor del gasoil se expandió 17 veces en el mismo lapso, desde $ 0,70 por litro a $ 12 hoy, si se toman los valores del combustible en la provincia de Córdoba. En la misma línea, los impuestos provinciales crecieron 17 veces en Córdoba y se expandieron con fuerza también en las demás provincias agrícolas y la maquinaria agrícola cuesta 18 veces más en términos de dólar oficial. De ahí que, entre otras cosas, el 81% de los encuestados por CREA reconociera que no es un buen momento para invertir.
Desde que la disparada de los precios de los commodities y la devaluación, a principios de la década pasada, mejoró la ecuación económica del sector, los productores sólo miraban al cielo para proyectar cuál sería su ganancia. Pese al buen clima de este año, a los precios se suma el nivel de tipo de cambio oficial para liquidar exportaciones y el aumento de los costos para generar un combo explosivo. Por eso, a pesar de los buenos rendimientos de la cosecha, muchos van, de todas formas, a salir perdiendo.
Según datos de la revista Márgenes Agropecuarios, los llamados “márgenes de indiferencia” sobre los cuales se cubren los gastos y se empieza a ganar dinero, se ubican en los 40 quintales para la soja, mientras que la Bolsa de Cereales publica un promedio nacional de 38,9 quintales con algunas zonas que apenas superan los 30 quintales. En el caso del maíz, el rinde de indiferencia está por encima de los 100 quintales, con un promedio nacional de 89,2 quintales. El trigo cosechado a fin de año, por su parte, tampoco cubrió en muchas zonas su rinde de indiferencia.
Según Garzón, sin el buen clima de este año el quebranto habría sido generalizado. Ese factor permitió que la cosecha argentina valiera sólo u$s 3000 millones menos que la de la campaña pasada.
El sector ganadero tiene precios más saludables pero también altos costos e incertidumbre, siendo un negocio a 15 ó 18 meses.
En este contexto, las opciones de los empresarios, según CREA, fueron postergar el crecimiento, aumentar sus deudas y liquidar capital.
Fuente: cronista.com