Si bien es cierto que la llegada de la primavera suele ser la estación más temida por la mayoría de las personas alérgicas por culpa del polen, con la llegada de las lluvias y aumento de la humedad, y la entrada del frío, en otoño se pueden desencadenar muchas alergias y sufrimientos en otro grupo de personas alérgicas, así como asma en muchos casos, incluyendo a los niños.
El otoño e invierno puede ser igual de difícil de enfrentar para una persona alérgica a los mohos. De la misma manera que durante la primavera el factor principal causante de alergias es el polen de las plantas, en el invierno uno de los alergenos más problemático es la presencia en el ambiente de hongos, mohos o levaduras y sus esporas.
Las lluvias y la humedad – que en el verano sirven para limpiar el aire de partículas de polen – en otoño se convierten en caldo de cultivo de esporas de mohos que aumentan su circulación tanto en el ambiente (descomposición de las hojas del otoño) como en el interior de las viviendas gracias a que estas se mantienen cerradas más tiempo para conservar el calor y el aire dentro de la casa circula sin mucha renovación por medio de los sistemas de calefacción y aire acondicionado.
Los mohos y hongos necesitan de altos niveles de humedad, es decir, agua, para reproducirse y poca cantidad de luz del sol. Los cortos días de invierno y largas noches son ideales para la reproducción de las esporas de hongos tanto dentro como fuera de la casa. Las horas de la madrugada son pico para la multiplicación de las esporas por lo que los síntomas alérgicos causados por mohos pueden presentarse con mayor intensidad en horas de la noche.
Las personas alérgicas a los mohos suelen despertarse durante la noche con las narices congestionadas o sin razón aparente. No solo los alergenos están causando una inflamación de las membranas y producen líquidos causa por la cual se tapan las narices) sino que el cuerpo está produciendo químicos para contrarrestar la reacción alérgica que contienen estimulantes (histamina y adrenalina).
En los niños esta puede ser una situación muy incomoda. La falta de sueño y del descanso que el niño necesita puede afectar su desempeño diario, bajarle las defensas contra las infecciones y hacerlo más irritable en general.
También la respiración por la boca es perjudicial. El aire que llega a los pulmones no está entibiado y humedecido como cuando la respiración es a través de la nariz y en niños alérgicos puede incrementar la presencia de infecciones de la garganta, sinusitis, adenoides y gripes.
Así que en otoño e invierno hay dos grandes culpables de las reacciones alérgicas y asmáticas en los niños: el aumento de la presencia de mohos y hongos en el ambiente y la llegada del frío.