Con la visita de Nora Persevalli se llevó a cabo el capítulo 204 de IngenieroWhite.Com, emitido por La Brújula 24. Pirucha, de dilatado pasado en la docencia, repasó viejos tiempos en la Escuela 13 y en el Colegio Presidente Sarmiento, relacionando esos momentos con historias de nuestra localidad.
“Me recibí en el ’56 y al año siguiente ya estaba trabajando en el antiguo Colegio Sarmiento de chapa y madera. Ahí estuve 3 años, hasta que me casé y empecé con suplencias hasta que me nombraron en el distrito de Villarino, donde trabajé en una escuela rural”, recordó Nora.
–¿Cómo eran esos tiempos como maestra rural?
–Salía de White a las 10 de la mañana, me tomaba la 500 hasta el centro y de ahí El Villarino hasta Médanos, donde nos venía a buscar un sulky que nos llevaba hasta la escuela. Llegaba a la 1 de la tarde y a las 5 volvía, aunque me bajaba en el cruce de Cerri porque daba clases en la Escuela Profesional. A White volvía 9 y media de la noche.
“En esos tiempos, hacíamos mucho sacrificio mientras levatábamos nuestra casa de Plunkett 3557. Mi mamá también me salvaba cuidando a los chicos y haciendo la comida, aunque que me trasladaron a Harding Green y Villa Mitre y ya estaba más cerca”, agregó.
–¿Y la Escuela 13?
–Fui alumna de la 13 y terminé la docencia en la 13 cuando me jubilé en el ’88. Es decir, fui alumna, maestra, vicedirectora y directora; pasé por todas las etapas. El Sarmiento siempre lo tuve en un rinconcito del corazón porque fue mi primer trabajo y era muy especial.
“Recuerdo alumnos como Jorge Greco, Tucho Ursino, Romagnoli, los Redivo, Conrado De Lucía. Y actualmente mantengo la relación. Mi hija es docente en el Sarmiento y la 13 me convocó para dar el discurso cuando la escuela cumplió el centenario.
–¿Cambió mucho la educación comparando con el presente?
–Son el día y la noche. Cambió todo: el alumno, los padres y la educación. Ya cuando me jubilé veía que se estaban perdiendo algunas cosas como el respeto. Hay chicos que van a comer a las escuelas y eso es triste. Viene todo mal de arriba.
“Antes, entrar al aula era un momento acogedor y había una relación entre el alumno y la maestra totalmente distinta a la de ahora”, reconoció Nora.
–A la par de la educación, ¿cambió White también?
–La buena época pasó y ahora lo veo un poco apagado. Es un White distinto. De todos modos, lo llevo en el corazón y hago todo lo que puedo allí: voy al banco, al taller de la memoria de los jubilados, a la Cajita de los ferroviarios. Si volviera a nacer, sería docente otra vez, aunque trataría que la educación cambie un poco.