Con Anselmo Orellana a la cabeza y un grupo de doce vecinos que luchan por mejorar su lugar en el mundo, la 146ª entrega de IngenieroWhite.Com puso su atención en la Asociación Vecinal del Barrio Saladero, quienes visitaron los estudios de La Brújula 24 y contaron su historia y sus objetivos.
“Nos formamos en octubre del año pasado, con la misión de mejorar el barrio entendiendo que en las condiciones que está todavía falta muchísimo por hacer. Me convocaron a mí para representar a este equipo de trabajo compuesto por 12 personas y empezamos a poner la cara, a hablar con empresas, armar notas y a meternos en todos lado. En una asociación vecinal como esta somos todos iugales y ponemos el hombro juntos”, reconoció Anselmo.
“Si bien no tenemos vínculo directo con otras instituciones, estamos peleando todos juntos con los otros barrios de White para poder salir adelante entre todos”, agregó Claudio Vera, revisor de cuentas de la comisión.
–¿Cuáles son los reclamos principales que atienden de los vecinos?
–Katy Ponte (vocal): El acceso a la tierra es uno de los principales. No es algo sencillo porque lleva tiempo y la gente se cansa de llevar los papeles y esas cosas. Estamos concientizando a los vecinos para que presenten los papeles que tengan y podamos luchar por su título de propiedad. De lo contrario, va a ser imposible acceder a su escritura.
–Vera: Un tema que pudimos solucionar fue el de las inundaciones de las calles. Ahora estamos tratando de ver el tema del gas y las cuadras que faltan de cloacas. Todo cuesta mucho, pero vamos a ayudar para que cada vecino tenga sus servicios como corresponde.
–¿Se sienten integrados al resto de la localidad?
–Anselmo: El Saladero siempre estuvo a un lado, pero hoy palpitamos que estamos más metidos dentro de White. Esta asociación y el grupo de trabajo que se armó está en contacto con los directivos de White y ahora nos sentimos más presentes.
–¿Cómo ha sido la relación con el ex-delegado Marcelo Acosta y ahora con Marisa Pignatelli?
–Anselmo: Con Marcelo coincidimos en un lapso corto de trabajo, en el cual nos atendió, recorrió el barrio y estuvo presente cuando iniciamos las tareas de entoscamiento en el barrio. Cuando dejó su función, Marisa se reunió con nosotros y se puso a disposición para lo que sea. Somos una piedra en el zapato porque constantemente estamos llamando y pidiendo todo lo que hace falta.
–¿Cómo actúan con los chicos del barrio, quienes en definitiva son el futuro del Saladero?
–Vera: Es complicado trabajar con los chicos. Tenemos una escuelita de fútbol y tratamos de unirlos a todos. Hemos presentado proyectos relacionados a contar con espacios recreativos, pero fueron decayendo de a poco. Además, hay que tener en cuenta que nuestro único recurso es el aporte de los socios que mes a mes vamos sumando, en base al convencimiento que tienen sobre el trabajo que hacemos.
“Muchas veces somos señalados mal por las problemáticas que hay en el barrio, pero en el Saladero hay gente trabajadora, sociable y que ayuda para salir adelante. Al vecino le pedimos que nos acompañe para no quedar en el olvido”, indicó Claudio.
“El proceso del crecimiento ha sido muy corto durante estos años. Por eso, estamos dispuestos a poner el hombro y a trabajar por el barrio. Queremos que el Saladero se deje de vera como un barrio marginado”, concluyó Anselmo.
PROYECTOS E ILUSIONES
“Ampliar la salita médica, lograr el asfalto y la iluminación en todos los sectores del barrio, tener nuestra sede propia, instalar los juegos recreativos que conseguimos gracias al aporte de Dow y el bienestar de las 250 personas que viven aquí es nuestro objetivo principal”, coincidieron los invitados.