Desde sus funciones como cartógrafo del IADO (Instituto Argentino de Oceanografía) y docente de la UNS, Walter Melo formó parte de la 131ª entrega de IngenieroWhite.Com, analizando las principales características del estuario local y la evolución en los métodos de medición e investigación de los terrenos.
“Para hablar de nuestra zona, hay que remontarse a los orígenes de los primeros contactos, en la época de los españoles, donde el interés pasaba por tener a mano un puerto alternativo entre Patagones y Buenos Aires y no mucho más”, indicó Melo.
“A raíz de eso, Bahía Blanca tuvo un efímero desarrollo cartográfico hasta que en 1804 empezamos las primeras mediciones en el canal con la intención de llegar a ocupar la cabecera del estuario”, agregó.
–¿Cómo ha ido avanzando el análisis y las mediciones con el paso del tiempo?
–El desarrollo cartográfico ha tenido un gran avance con respecto a esos años a partir del uso de la tecnología. Hasta ese momento la información llegaba con las mismas observaciones que en los últimos 90 años y por eso decimos que la zona de Bahía Blanca nunca estuvo bien cartografiada.
“Uno de los primeros avances se produjo en la década del ’80, cuando el IADO lanzó su primera carta estuarial. Si bien los pescadores tenían mapas mentales sobre los canales y la zona, era muy difícil tener la información completa del lugar. Incluso, ahora se puede cartografiar sin estar en el lugar, a partir del uso de imágenes satelitales, clasificaciones ambientales de cada lugar y aplicaciones digitales como softwares y demás”, destacó Walter.
“Para cerrar la idea, hay que tener en cuenta que ahora un dinamismo muy grande; un mapa que antes estaba estable durante mucho tiempo, hoy en día puede variar mes a mes a partir de las lluvias, erosión del terreno y muchas variables que pueden ser recogidas en cada observación”, concluyó.
Las aves migratorias, un “relojito”
“La red hemisférica de protección de aves migratorias ha sido una medida importante tomada por el puerto. Las aves funcionan como un relojito y su presencia marca la salud del estuario; si no están o se acelera su ausencia es mala señal. Tener a esas aves, como desde hace miles de años, quiere decir que el estuario goza de buena salud”.