Nuestra existencia es el producto del deseo de un otro, que a su vez nació por el deseo de un otro en una cadena ascendente se puede extender ad infinitum.
No decidimos nacer y mucho menos cuándo, dónde ni en el seno de qué familia. Pero una vez en el mundo, podemos reconstruir el árbol genealógico al que pertenecemos, por simple curiosidad o para conseguir la ciudadanía del país que vio nacer a nuestros ancestros, porque el crisol genético del argentino se fraguó en una interesante mezcla de pueblos originarios, criollos y inmigrantes que llegaron de diversos países en diferentes olas. Los italianos pican en punta.
Este viernes 3 se celebra del Día del Inmigrante Italiano, la etnia más numerosa en instalarse sobre todo en poblaciones urbanas y la inmigración más prolongada en el tiempo.
La novedad es que gracias a la democratización de los archivos del mundo que documentan muchísimos datos de nuestros antepasados, hoy se puede armar el rompecabezas generacional, en soledad o con la ayuda de empresas especializadas como AVO.
“La inmigración italiana fue mayoritaria en Argentina. En principio a cuenta gotas, con algunos inmigrantes que fueron llegando durante la colonia, pero ya a partir de 1860/70 comienza una oleada importante y particularmente en los 80 que es masiva, una enorme inmigración de campesinos que venían con la promesa de que iban a tener tierra para cultivar. Cosa que no ocurrió en general porque cuando llegaron ya se había producido la Conquista del Desierto y terminaron quedándose en los centros urbanos de Buenos Aires para practicar oficios que no manejaban”, dijo a Télam el historiador Felipe Pigna.
“Eran oficios vinculados a la terciarización, al comercio, a la venta callejera, algún oficio artesanal que fueron adquiriendo. Y se generó una gran concentración urbana en los conventillos donde iban a parar todos los inmigrantes. Otros vinieron con algún capital y se asentaron en las colonias de Santa Fe y de Córdoba, la zona láctea, que son fundamentalmente los piamonteses que se van a dedicar a la industria lechera. Sigue habiendo lugares como Villa María, Río Cuarto, que son lugares de muchos descendientes de piamonteses”, agregó el escritor.
“Después, hubo una oleada muy importante de posguerra: vinieron muchísimos italianos y fue una de las inmigraciones europeas que más se prolongaron en el tiempo. Tenemos llegadas de inmigrantes italianos hasta entrados los ´60″ en el siglo XX” detalló.
“Venían a Argentina porque el idioma era más parecido al inglés de Estados Unidos, que era la otra opción que tenían. Muchos fueron a Estados Unidos y otros vinieron a la Argentina y a Brasil porque los idiomas eran más próximos. Pero también por la oferta que hacía la Argentina de ser propietario. Eran personas que habían vivido toda su vida como campesinos sin tierra y eso fue un atractivo muy importante”, precisó.
Pigna subraya un dato llamativo: “Hay un detalle muy fuerte: mientras que en Estados Unidos hubo una retención de la inmigración que llegó casi al 90%,en Argentina alcanzó un 50%. Eso tiene que ver con el poco interés de los gobiernos conservadores de retener a esa población a la que veían más como peones golondrina, no les entregaban la ciudadanía, que entendían como un privilegio a preservar, mientras que los Estados Unidos los incorporaban más rápidamente, además el modelo productivo nortamericano les garantizaba empleo más rápido porque había un desarrollo industrial que a la Argentina no le interesó tener”. (Télam).