Comenzamos un nuevo ciclo lectivo. Todos: alumnos, padres, docentes, no docentes y directivos deseamos tener un año feliz y provechoso para los niños.
Pero a veces ese deseo se ve opacado por situaciones de violencia y hostigamiento que traen tristeza y malestar a las aulas, y que pueden convertir la vida de un chico en un tormento. Incluso, generarle daños permanentes.
¿Qué cosas tenemos que tener en cuenta para advertir el Bullying? ¿Cómo le enseñamos a nuestros hijos a no caer en actitudes que dañen a sus compañeros o que los convierten en pasivos observadores de la saña?
Algo más para reflexionar y tener en cuenta: no solo los niños y adolescentes puede dañar a un menor con el contenido que suben a las redes. Muchas veces somos los adultos, incluso los propios padres que – sin mala intención y en el afán de “compartir” – terminamos vulnerando la intimidad de nuestros hijos y los exponemos a situaciones incómodas, embarazosas o hasta potencialmente peligrosas.
Sobre esto conversamos con María Zysman, directora de Libres de Bullying. Para ella, en temas de crianza, no existe un solo manual. Tampoco en lo que hace al uso de las nuevas tecnologías de comunicación, cuyas normas están aún en plena “negociación social”.
Recomendaciones clave
Es por eso que Zysman comienza por recomendar que apelemos siempre al sentido común, pensar dos veces las cosas, no dejarse ganar por los impulsos y ponerse en el lugar del otro.
Aquí van entonces algunas recomendaciones, o mejor dicho, ciertos aspectos sobre los que reflexionar y aderezar con una buena pizca “del menos común de los sentidos”:
1-Enseñar a nuestros hijos a ser solidarios, a no discriminar, a no atacar, a no reírse del otro. Aprovechemos que llega marzo, que el cuaderno está en blanco y veamos qué podemos aportar, desde nuestros lugar, para que este año sea mejor.
2-Mostrarles que pueden hablar con nosotros de lo que está pasando. El bullying no es algo que se mete desde afuera, sino que se va gestando y que tiene que ver con todo lo que cada uno hace, dice y enseña.
3-Trabajar con el contexto. Hay que enseñarles al grupo de espectadores – que de alguna manera sostiene a quien hace bullying porque no se animan a mostrar otra cosa – a que sean ellos quienes marquen otro “modelo de estar” en la escuela en el que se ayude a quien está caído o solo.
4-Enseñarles a no considerar que aquel que parece “raro”, “diferente”, “único”, “especial”, es el que está “fallado”. Sino que ese chico tiene el derecho a ser él y el resto del grupo es el que debe tener una actitud de defensor de ese otro, de una forma más amorosa y empática.
5-Como adultos, nunca debemos naturalizar el maltrato como forma de vincularse. Es algo que, lamentablemente, está muy difundido: “Los chicos son crueles”, “Esto siempre pasó”, “Lo que no mata fortalece”, “Tiene que aprender a defenderse y pegar si lo agreden”. Son frases que justifican algo terrible. La violencia deja heridas, dolor, rencor, resentimiento, bronca, autoestima baja. Nadie puede crecer bien en ese contexto.
6-Mirar lo que pasa en las redes. Ni el control excesivo, ni dejarlos hacer cualquier cosa, a cualquier edad, en cualquier red. Hay que estar atentos y comprometidos.
7-Entender que, para los chicos de hoy, el lugar social que ocupan lo construyen también en las redes, en función de la cantidad de “amigos” del éxito de sus posteos, de si les dan like o no. Para los chicos las redes son el nuevo lugar en donde encontrarse y en donde encontrar su identidad.
8-Tenemos que enseñarles a nuestros hijos (y a nosotros mismo, por empezar) a pensar dos veces antes de subir a internet un contenido que puede lastimar a un chico. La pregunta básica es: ¿Esto que voy a compartir puede hacer sentir mal a otra persona, puede perjudicarla de algún modo, avergonzarla o lastimar?
9-Enseñarles a disfrutar de la vida en lugar de estar pendientes de las fotos y de su impacto en las redes. También, que hay cosas que se comparten pero otras que deben ser privadas o reservadas para un círculo íntimo.
10-Cuidado con los grupos de padres y madres en WhatsApp: ser discretos y preservar la intimidad e interés de los alumnos. Hay chicos que sufren porque sus mamás se pelearon en los grupos de madres WhatsApp entonces ellos después no pueden ser amigos. Hay que ordenar el contenido, el intercambio y la exposición en estos grupos, ser más cautos.
11-No todo es Bullying. Antes de ponerle ese nombre, hay que escuchar y entender qué ocurre. A veces, se cree que cualquier pelea entre chicos o cualquier situación en la cual – por ejemplo, a nuestro hijo no lo invitaron a alguna casa – es porque hay Bullying. Si 3 o 4 chicos quieren juntarse una tarde solos en su casa, tienen todo el derecho a hacerlo. Las chicas pueden hacer una pijamada de 5 que no están haciéndole Bullying a las que no invitaron. Ahora, si hay un cumpleaños e invitan a todos menos a uno o a dos, ahí es otro tema.
12-No obligar a nuestro hijo a que cambie conductas, aspecto físico o gustos, para encajar. No son ellos los que tienen que “hacer fútbol como todos” o “bajar de peso” o “escuchar tal música”, como la mayoría. Sino que se lo debe respetar.
13-Saber que ellos aprenden de lo que nos ven hacer a nosotros. Si yo discrimino a un inmigrante o maltrato a mi vecino, no importa el discurso pro-tolerancia que les haga a mis hijos, ellos tienen un radar especial para ver y captar nuestras contradicciones.
14-Por último, el respeto y la valoración hacia el docente. Hay que buscar tener un vínculo con ellos y que el chico vea que hay un equipo de trabajo. No puede ser que haya peleas permanentes de mamá a maestra, o una descalificación constante hacia quien está al frente del aula. En ese contexto el Bullying crece, porque es el desprecio por el otro, por el rol del otro, el no darle la importancia que el otro tiene.
“Yo creo que desde todos esos lugares es desde donde vamos a poder luchar contra al Bullying y el Ciberbullying. Si no, caemos en simples programas que intentan acallar el síntoma, pero no solucionar el problema de fondo”, concluye Zysman.
Fuente: Infobae